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¡Cómo cambia el mundo! En el fin de semana la plancha chavista ganó, por escasos votos, las elecciones de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela, contando con la ayuda de dos cruciales factores: la desunión y la abstención. A fines de 1994, poco después del sobreseimiento de la causa por rebelión de Chávez y sus secuaces, el MBR 200 inscribía una plancha para los mismos fines. Llegó de última.

El impacto de estos resultados ha puesto a correr a los líderes de la Coordinadora Democrática, ya presionados por una sociedad civil no demasiado conforme con sus ejecutorias. Así, la semana arrancó por las proposiciones de Henry Ramos Allup para la búsqueda de un candidato oposicionista unitario que sea determinado por escogencia popular en mecanismo abierto a la participación de muy diversas figuras.

Hay que saludar esta claridad estratégica en Ramos Allup y Acción Democrática, aunque se manifieste largos meses después de que exactamente las mismas nociones hubieran corrido por la psiquis nacional y hubiesen conformado una creciente matriz de opinión. Así lo registraba, por ejemplo, esta carta en su edición del 11 de septiembre (Nº 53):

«Revocado el mandato de Chávez antes del 19 de agosto de 2004, tendremos que elegir un nuevo presidente en un lapso no mayor de treinta días posteriores a la falta absoluta del Presidente… Esta elección determinará quién, entre los ciudadanos postulados, deberá completar el período que concluye el 19 de agosto de 2006. Se trata, por consiguiente, de un lapso breve y extraordinario, conformado por los hechos con el carácter de un período de transición… Un amplio consenso ciudadano a este respecto se encuentra en construcción: además de los obvios rasgos de un perfil ideal—capacidad, honestidad, etcétera—los venezolanos estamos exigiendo que el presidente de la transición sea una persona sin ataduras partidistas—independiente, outsider—que no pretenda reelegirse en las elecciones de 2006, que sea un candidato único, que venga determinado por las bases y no por un cogollo, ni siquiera impuesto por el ampliado conciliábulo de una atribulada y dividida Coordi! nadora Democrática».

Ahora falta que el más determinante de los actuales factores de poder compre el estado de conciencia que llegó ya a Ramos Allup y, según la prensa, a Enrique Mendoza: los medios de comunicación social. Es a éstos a quienes primordialmente toca abrir las compuertas, sin pretender erigirse en kingmakers.

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