Cartas

De una woman de El Callao nació en 1931 Oliver Campbell (MBA, DipM, FCCA, ACMA, MCIM), cuyo padre trabajaba en la minería del oro. Éste volvió a Inglaterra para la época de la Segunda Guerra Mundial, pero el hijo regresaría a su patria chica en 1953 como empleado de la Compañía Shell de Venezuela. Con el twist de la nacionalización, Oliver se encontró trabajando para el Estado venezolano, en calidad de Coordinador de Finanzas de Petróleos de Venezuela, hasta 1982. Ya retirado y de regreso en suelo inglés, escribe frecuentemente para Petroleum World y mucha de su atención, como es natural, es dedicada a Venezuela y su industria petrolera. No podía faltar su análisis preliminar de las cifras ofrecidas, con retraso de meses, por PDVSA acerca de su desempeño económico en 2008, las que acaban de ser presentadas por el gran teniente Rafael Ramírez.

Campbell está encantado con el informe de 513 páginas, y sostiene que tanto los auditores externos como los contadores internos de PDVSA deben ser felicitados por el logro. (“El reporte sobre los Resultados Financieros Consolidados, que comprende 161 páginas, es particularmente útil”). Pero muy pronto pone el dedo en la llaga: “PDVSA sufrió una pérdida antes de impuestos de más de 8 mil millones de dólares en el cuarto trimestre de 2008”. Los auditores que a juicio de Campbell son merecedores de felicitación, habían firmado los estados financieros el 29 de marzo de este año; el analista destaca que por algún motivo desconocido la publicación de los mismos fue pospuesta hasta el 9 de junio. Mientras el Estado venezolano nacionalizaba a 74 compañías privadas de servicios, obviamente, no convenía que se supiera demasiado de las dificultades de la petrolera estatal. Era mejor preservar la fantasía de las cifras no auditadas, ofrecidas justamente en marzo, las que contienen marcadísimas discrepancias con las publicadas ahora.

Las cuentas que saca Campbell son muy sencillas: durante las primeras tres cuartas partes de 2008, PDVSA tuvo un ingreso, antes de las deducciones por impuesto sobre la renta, regalías y contribuciones al desarrollo social y a FONDEN, de 54.037 millones de dólares, pero al completarse el cuarto trimestre ese rubro contable se había reducido a 50.739 millones de dólares. Al restar lo correspondiente a regalías, desarrollo social y FONDEN, todavía sin cargar impuesto sobre la renta, la pérdida del cuarto trimestre ascendió a la cantidad de 8.694 millones de dólares.

A pesar de este desempeño, los índices financieros derivados del balance son bastante decentes. El problema gordo de PDVSA es uno de flujo de fondos. Más recientemente, el problema se amplifica para ser además uno de credibilidad respecto de su solvencia. La calificadora de riesgo Standard & Poor redujo su evaluación crediticia de PDVSA, basándose en preocupaciones acerca de la liquidez de la empresa y la percepción de incertidumbre sobre su disposición a honrar obligaciones contractuales con sus suplidores. Es decir, los analistas internacionales no se comen el cuento de la coartada socialista; ellos saben que la reciente razzia estatizadora de empresas privadas que servían a PDVSA se debe en verdad a un hueco grande en el bolsillo de la petrolera roja rojita, uno que le hacía difícil pagar sus deudas con proveedores vitales. La única manera de quitarse de encima a los acreedores era poseerlos, sobre todo si más de uno había empezado ya a dejar de prestar su servicio.

………

No ayudan al tema de credibilidad reducida ni el retraso en presentar las cuentas ni las importantes discrepancias entre informes distintos separados por pocos meses. Por poner un caso, a comienzos de año el Banco Central de Venezuela había certificado que las regalías e impuestos pagados por PDVSA en 2008 alcanzaban un monto de 36 mil millones de dólares, pero el informe del 9 de junio asegura que la empresa pagó por estos conceptos un total marcadamente menor: 27,7 mil millones de dólares.

O lo señalado por Campbell (Editorial Commentary – PDVSA: Financial Results for Year 2008, Petroleum World):

“Hay una notoria incongruencia en lo relativo a regalías, puesto que sólo aumentaron en 7%, cuando el precio promedio de exportación subió en 34%. Las regalías suben y bajan usualmente alineados con los precios de exportación y, más aún, PDVSA declara que su producción aumentó en 4% en 2008. Otra anomalía es que en los resultados previamente presentados a la Asamblea Nacional varían sustancialmente de los ahora publicados. Debe admitirse que aquéllos eran cuentas no auditadas, pero es inusual que los auditores externos hagan enmiendas significativas. El cambio sorprendente es que lo entregado al gobierno descendiera de 64,2 mil millones de dólares a 48,8 mil millones de dólares… En conclusión, un aumento de 34% en el precio promedio de exportación resultó en un incremento de sólo 8% en la participación del gobierno, y encuentro dificultad para entender cómo esto pudo ocurrir”.

Pero esto, de nuevo, es asunto meramente contable o estadístico. La realidad del flujo de fondos y los inconvenientes para pagar es lo que lleva a la desconfianza y la descalificación, y la revaluación de Standard & Poor ha afectado ya a la deuda soberana de Venezuela, cuyo spread ya supera el de Argentina, lo que es una raya bien fea. ¿Qué está pasando?

Rafael Ramírez ha tenido que ocuparse de esta desagradable realidad, al asegurar a la prensa que PDVSA se propone pagar todas sus obligaciones con los suplidores, advirtiendo, de paso, que Venezuela no nacionalizará todas las empresas de servicios, y que tomó algunas porque eran “monopolistas”. En sus declaraciones admitió que para diciembre del año pasado la empresa que preside debía a contratistas locales y extranjeros 7,6 mil millones de dólares—en marzo reconoció en la Asamblea Nacional una cifra de casi el doble—, de los que ya habría cancelado 2 mil. Apresuradamente, dio seguridades de que no habría nacionalización de las perforadoras Helmerich & Payne—que paralizó ya siete de sus once plataformas de perforación por falta de pago de PDVSA—y Ensco International Inc., a la que se debe 16,9 millones de dólares por su plataforma Ensco 69, cuyo contrato ha expirado. Por lo que atañe a compañías ya expropiadas, PDVSA probablemente deberá aumentar su reserva para litigios del actual nivel de 2.100 millones de dólares. Exterran Holdings Inc., por ejemplo, proveedora de gas comprimido expropiada junto con la Williams, ha dado a conocer que se reserva el derecho de buscar compensación por los activos que le fueron arrebatados. (Una Ensco muy molesta declaró la semana pasada que había interrumpido sus servicios y denunciado el contrato porque PDVSA era mala paga, y que buscaría ser indemnizada porque no le habían devuelto su plataforma 69).

Otros síntomas de desarreglo apuntan en la misma dirección. En principio, Venezuela debía comprar en 2009 y 2010—así estaba estipulado contractualmente—150 millones diarios de pies cúbicos de gas de la estatal colombiana Ecopetrol y de Chevron, que suplen desde el campo Ballena a través del gasoducto en el que Venezuela invirtió 467 millones de dólares. (En 2011 debía reducirse esa cifra a 100 millones de pies cúbicos por día; en octubre de 2007 Venezuela comenzó con una importación de 50 millones). Pero el país importa hoy el doble de lo previsto: 300 millones de pies cúbicos diarios de gas colombiano.

O la refinería El Palito, cuya unidad catalítica de cracking debía rearrancar en mayo, luego de meses de trabajos de mantenimiento y expansión, no cumplió con la fecha planificada.

Y acá se cede la palabra al análisis de un profesional muy serio y responsable, cuya identidad debe permanecer reservada. En generosas notas enviadas ayer a doctorpolítico, pintó el siguiente cuadro:

Creo que lo importante es el efecto que el actual manejo pueda tener en los resultados económicos en los próximos dos años. Casi todos los economistas serios que he escuchado coinciden en un crecimiento del PIB de cerca de cero, acompañado con una inflación de entre 30 y 35%. Aunque hay presión por la liquidez y costos (por devaluación efectiva del dólar, al limitar CADIVI su concesión de divisas reguladas a la tasa oficial), la misma recesión económica—por reducción del gasto del gobierno—es un factor que frena el crecimiento de los precios. Muchas personas esperan un escenario peor. Estos economistas—que no veían ni predijeron una debacle en los años anteriores—consideran que para el caso de Venezuela estos son números suficientemente adversos como para crear una sensación creciente de inconformidad. Ojo: yo no creo que el problema económico es, en sí, suficiente para crear dificultades políticas. De hecho creo que el gobierno retrocedió durante 2007 y 2008, aun teniendo altos ingresos.

Estos economistas coinciden en que el problema no es en bolívares. Creen que con la reducción del gasto, la creación de dinero inorgánico y el financiamiento interno, podremos manejar el déficit fiscal. Todos, también, coinciden en que el problema son los dólares. Los 45 mil millones de dólares que debe haber entre el Banco Central, FONDEN, PDVSA y otros entes, no parecen ser suficientes para mantener el nivel de gastos, importaciones y compromisos externos, etc. (Sólo por estatizaciones se estima una deuda de 12 mil millones de dólares). Ya que los otros sectores de la economía no pueden reaccionar aumentando su actividad, el ingreso petrolero es la única tabla de salvación que tenemos. En cuanto a esto, los volúmenes parecen ser fijos y posiblemente decrecientes, dejando sólo los precios (variable exógena) para determinar el ingreso de la nación.

Precios: no ha crecido la demanda mundial. Hay 6,5 millones diarios de barriles cerrados, y esto sólo en la OPEP. Las inversiones en exploración han bajado, pero no se han parado (Brasil, México, Rusia….) Los precios han aumentado por demanda especulativa.

Volumen: creo que lo importante no es el monto absoluto, sino más bien las variaciones. Al mantener una mentira (volumen de producción) constante por varios años lo que importa son las variaciones. Tarde o temprano se sabrá si los 25 mil millones de dólares que quedan por cobrar de esas exportaciones son de verdad o de mentira.

Los volúmenes de producción de Venezuela (según la OPEP y la AIE), después de los dos recortes acordados en la OPEP (360 mil barriles diarios para Venezuela), deberían ser de 2.040.000 b/d. Este número se parece a los reportados por ambas fuentes y a los cálculos por métodos indirectos (número de taladros, consumo de insumos químicos, etc.) También por la información de las importaciones de los receptores: 100 mb/d (Cuba); 110 mb/d (otros receptores de Petrocaribe, aunque el compromiso es de 400 mb/d); 1.200 mb/d EEUU… y unos 650 a 700 mb/d de consumo interno. (PDVSA reporta un consumo menor a 500 mb/d, número constante desde hace muchos años que no concuerda con el aumento del parque automotor, el consumo adicional en plantas termoeléctricas (60mbr/d) vs. gas en el pasado, la sustitución de gas por gasoil en procesos químicos y el aumento en el contrabando de extracción). A este número se le debe agregar un “estimado” de 250 mb/d de líquidos. (Para un total de 2.300 mb/d de producción aproximada o 1.650 b/d de exportación). El aumento reportado por PDVSA de los costos de producción llega a unos 7,50 $/b vs 4,50 $/b en 2007; esto debe tomarse en consideración, aun sospechando una subestimación.

Algunos indicios que nos llevan a sospechar que la caja de PDVSA está en dificultades: 1. retrasos en pagos a proveedores vitales para la operación (probablemente aceleraron su expropiación); 2. reducción de los aportes a los programas sociales (Mercal; PDVAL); 3. retrasos en el arranque de las refinerías, entre otros. Detallo esto último: El CRP (Complejo Refinador Paraguaná) tuvo su parada de planta (aunque retrasada, normal de mantenimiento) en septiembre de 2008. El plan era el arranque en enero de 2009; fue pospuesto para marzo, luego para mayo, y el último reporte que tenemos es que sería para julio o agosto. El Palito retrasó su parada para coincidir con el arranque del CRP pero, por los retrasos de éste, comenzó en febrero de 2009, esperándose que arranque para julio de 2009. Lo importante de este caso es que los reportes que tenemos indican que el retraso no se debe a problemas técnicos, sino más bien a problemas de pagos a proveedores. Como consecuencia, apartando los costos de oportunidad de exportaciones, Venezuela ha tenido que importar entre 100 y 120 mb/d de gasolina de alto octanaje, pagándolas a precios internacionales para venderla a los deprimidos precios locales. Esto porque el alma de las refinerías que producen este tipo de componentes (FCC: Fluid Catlytic Cracker) es una de las unidades que están paradas, de nuevo, por razones de mantenimiento normal.

Esta fuente tan bien informada nos decía personalmente: “¡Cómo estará la cosa que PDVSA no puede detener la petrorragia de la importación de gasolina!” Se despidió con la siguiente advertencia: “Es verdad que el presupuesto de 2009 fue calculado a un precio del barril en 60 dólares, pero yo creo que ni con 80 puede el gobierno salir de los líos en los que se ha metido”. (En 2008, por sobre lo presupuestado, la Asamblea Nacional aprobó, obedientemente, ¡unos 140 créditos adicionales!)

¿Todo está bien, como afirmara la Presidencia de la República? ¿Se entiende ahora por qué se tardó tanto el teniente de PDVSA para presentar sus cuentas del año pasado? A mediados de 2008 el presidente Chávez había predicho que la participación del gobierno en el negocio de PDVSA alcanzaría los 75 mil millones de dólares: ahora resulta que, después de haber llegado a 60 mil al cumplirse los tres primeros trimestres, esa participación se contrajo a 48,8 mil millones de dólares para el ejercicio completo.

Bueno, uno no debe ser tan duro; es que—¡maldición!—los costos operativos de PDVSA aumentaron ¡en 50%!

luis enrique ALCALÁ

Share This: