En los Estados Unidos existe mucha y justificada preocupación por el nivel de la creciente deuda federal, alimentada por un desmesurado déficit presupuestario. Lo importante, por supuesto, es cómo pudiera detenerse la hemorragia financiera del gobierno nacional de ese país. Pero desde el punto de vista de la evaluación política lo justo se obtiene con claridad respecto de las causas del fenómeno.
En el gráfico a la izquierda, tomado de The Economist, es posible observar el comportamiento de ese déficit desde 2009, cuando Barack Obama comenzara su período, hasta 2019, en proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos. Son tres las bandas más gruesas, los caños de desagüe de mayor caudal. En primer término, la banda gris azulada registra el efecto de la recesión económica, que seguramente no puede ser atribuida a la administración del nuevo presidente. (Las relativamente moderadas bandas roja y beige corresponden a los programas de auxilio y estímulo económico; la primera incluye a las gigantescas y quebradas entidades de ahorro y préstamo— Fannie y Freddie—y el programa TARP: Troubled Asset Relief Program).
Pero los dos cauces verdaderamente gigantescos corresponden, primeramente, al gasto de las guerras en Irak y Afganistán (en amarillo) emprendidas por George W. Bush sobre bases, sobre todo la primera, verdaderamente irresponsables y abusivas. El segundo y más grande caudal (en azul) corresponde, finalmente, a los recortes impositivos característicos de la época de Bush: el beneficio descomunal que este presidente concediera, bajo la astuta designación de “alivio fiscal” (tax relief), a las grandes compañías estadounidenses.
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Un segundo indicador del desempeño comparado de las administraciones de Bush y Obama fue enviado anteayer en correos electrónicos procedentes de David Plouffe, Director de Organizing For America, la estructura de apoyo popular a Obama del Partido Demócrata.
En este caso, las magnitudes graficadas son las de las pérdidas en empleos en los Estados Unidos, mes a mes, entre diciembre de 2007 y enero de 2010, según cifras obtenidas de la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos. El gráfico, que abarca 26 meses, es elocuente: las máximas pérdidas se dieron en enero de 2009, el último mes del gobierno de Bush, luego de una trayectoria creciente. A partir de la presidencia de Obama, las pérdidas han ido disminuyendo marcada y consistentemente.
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El próximo dato es propiamente político. El Washington Post dio a conocer ayer su encuesta conjunta con ABC News respecto de la opinión popular que ha merecido una reciente decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que abriera los diques de contención a las empresas y sindicatos en materia de gasto en campañas electorales.
Con una mayoría de 5 a 4, la Corte decidió el 21 de enero que las corporaciones tenían el mismo derecho que las personas individuales a la hora de financiar campañas en apoyo de u oposición a candidatos particulares, revirtiendo así prohibiciones expresas mantenidas por décadas.
Pues bien, la encuesta del Post registró que 8 de cada 10 ciudadanos consultados están en desacuerdo con esa decisión. (Están “fuertemente opuestos” en 62% de los casos). Un 72% de los encuestados está a favor de restablecer las limitaciones derogadas.
Estas muy significativas mayorías tienen poco que ver con grupos demográficos, raza o edad e, incluso, con afiliación política o nivel de ingreso. Entre quienes se definen como demócratas, la oposición a la decisión judicial es de 85%, pero los republicanos la oponen en el 76% de los casos. (81% de los independientes expresó su oposición).
La nota del Post destaca que el líder de la minoría republicana en el Senado, y otros legisladores del mismo bando, han alabado la decisión y anunciado su futura oposición a cualquier intento de atenuar sus efectos. Pareciera que estos líderes conservadores andan buscando lo que no se les ha perdido. LEA
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Quizá lo que está detrás del regreso de las corporaciones sea temor al «enjambre ciudadano». Personalmente creo que será un intento inútil de detener el avance de nuevas formas de hacer política para ciudadanos mejor informados, educados e interconectados. Parece una jugada miope.
Por el lado de los congresistas republicanos, sin duda; por el de los jueces de la Corte Suprema, que son nombrados de por vida, no tienen de qué preocuparse, como no sea de su responsabilidad en la salud del sistema político estadounidense.
Por lo que respecta a la salud económica, es temprano para cantar victoria. Hoy recibí correo del Washington Post, que pone: «Los precios al mayor se dispararon al doble del ritmo esperado en enero, impulsados hacia arriba por grandes aumentos en los costos de energía. El sorpresivo gran salto fue interpretado como un pico momentáneo y no como el comienzo de problemas inflacionarios. El Departamento del Trabajo dijo el jueves que los precios al mayor aumentaron 1,4% el mes pasado, reflejando mayores costos de la gasolina y otros productos energéticos. Los economistas privados habían esperado un aumento de 0,7%. La inflación medular al mayor, que excluye energía y alimentos, aumentó 0,3% en enero, más rápidamente que el aumento de 0,1% que los economistas habían predicho. También aumentaron inesperadamente las cifras de desempleados, lo que indica que el mercado de trabajo aún enfrenta problemas».
Un nuevo correo-alerta del Washington Post indica que los datos de inflación a precios a los consumidores en enero muestran más bien una mejoría. Éstos subieron menos que lo esperado y, de hecho, los precios con exclusión de alimentos y energía cayeron por primera vez desde 1982.
Varios tópicos se tocan en la presente nota: La comparación de gestiones y el giro en la forma de hacer política, venido de la Corte Suprema local que habilita el aporte privado sin límites a campañas electorales. El primero se explica por sí solo. En cuanto al segundo, habría que analizar los alegatos presentados que generaron la decisión de inclusión de los grupos empresariales en los aportes (sin límite) a las campañas electorales; el Presidente Obama ya se pronunció y dijo que es “un golpe a la democracia” ; “No necesitamos darles más influencia a los poderosos intereses que ya ahogan las voces de los estadounidenses promedio”; “No puedo imaginarme otra cosa más devastadora para el interés público. Esa sentencia es un golpe a la democracia.”, en su discurso radial de los sábados.
Sería interesante conocer los fundamentos de hecho y de derecho de la sentencia y quienes fueron los proponentes; lo que sí es seguro, es que se abre la puerta de la guerra sucia entre candidatos; que si se trató de “igualdades” constitucionales entre personas jurídicas y personas naturales, se crearon otras desigualdades y muy graves, pues se aplasta al electorado natural (léase pueblo), que nunca tendrá la misma capacidad económica de las transnacionales y se deja el ejercicio político a merced de los intereses de los grupos económicos, que pasarían la cuenta de los aportes al candidato de su preferencia, una vez obtenido el triunfo. Para nosotros los del Sur, es harto conocida esta práctica, así como las consecuencias…
Puede usted consultar el texto completo de la decisión de la Corte Suprema, con sus fundamentos, sus proponentes y votos salvados en http://www.supremecourtus.gov/opinions/09pdf/08-205.pdf
En su momento, este blog insertó un breve comentario en Bardas ardientes, el 22 de enero de este año.
Sobre tres datos gringos
Sin intención alguna de afectar la confianza y la inspiración de un liderazgo, factores que considero de suma importancia en el tratamiento de los fenómenos sociales y que además los percibo claramente en esta etapa, me parece oportuno tocar algunos puntos del fondo de la problemática.
En una oportunidad, un empresario amigo me consultó sobre las conveniencias o inconveniencias de una decisión de asociarse para salvar a su empresa en graves problemas financieros y mi respuesta fue “Lo racional es que prefiero ser un accionista minoritario con rendimiento que uno mayoritario quebrado”. He aquí el meollo del asunto, no es que estemos viviendo una etapa de sólo reversar errores de la administración anterior, como unas guerras financiera y humanamente sangrientas, o los efectos negativos de un recorte fiscal empresarial o las fatales consecuencias presupuestarias y macroeconómicas del desastre que ocasionaron los bancos, por citar algunos ítems de la larga lista, sino que nos encontramos en un momento crítico de cambios de fondo en la manera de hacer política, en la manera de conducir el Estado, en el modelo de estímulo económico para generar verdadera riqueza con distribución adecuada que mantenga y mejore el poder de compra y en la definición de las nuevas reglas de juego para evitar que se repitan las calamidades citadas. En este sentido nos quedan dos caminos, o hacemos un ejercicio de amplitud para eliminar del mapa los dogmas ideológicos y entender que es preferible actuar racionalmente y con sentido sistémico, o esperar a que los efectos devastadores de un nuevo ciclo recesivo que ocurra después de que inflemos de nuevo alguna burbuja para correr la arruga, nos obligue con sangre a entender que estábamos equivocados. Sólo para sustentar esta breve reflexión cito los siguientes puntos que estimo críticos:
1-La liquidación del sobre-inventario en bienes raíces en USA y Europa occidental, producto de la locura hipotecaria, tomará años mientras que el problema del desempleo requiere solución a cortísimo plazo.
2-El proceso de reingeniería y de reinversión en la producción, el comercio y las finanzas, en materia de avance tecnológico, científico y de protección ambiental es complejo, de alta exigencia de recursos y de largo plazo, mientras que las ventajas competitivas y comparativas del mundo asiático se encuentran bien posicionadas hoy y no van a cambiar con una reacción exagerada de los medios ante el problema de Toyota con el sistema de aceleración de algunas de sus líneas.
3-El problema de la adaptación de la estructura sociológica y de la estructura regulatoria del mundo occidental a un sistema globalizado e interconectado implica sacrificios socioeconómicos y políticos importantes y coraje, como lo citaba el Sr. Paul Volcker en la entrevista que le hizo CNN. (Short term pain for long term gain).
3-La concepción de la rivalidad política del sistema democrático actual no es compatible con la demanda de decisiones y reformulación que el momento exige y, en este sentido, ya vemos signos claros como lo planteado por el Sr. Volcker, el anuncio del senador Evan Bayh de no optar a la reelección dado el nivel de disfuncionalidad del legislativo, el triste espectáculo del debate de ayer del PSOE y el PP en España, la Casa Blanca haciendo gigantescos esfuerzos, bien para presionar con los ciudadanos, tales como la próxima sesión partidista televisada sobre el problema del desempleo, y el funcionamiento eficiente, ahora en favor de la gestión, de la red que se construyó para el proceso electoral, como en el estudio de las posibles decisiones que puedan adoptarse por vía ejecutiva y la implementación de una política expansiva del gasto y dos planes de estímulo, que si bien han detenido el proceso recesivo, habría que analizar su vida útil para determinar el tiempo que hemos ganado para enfrentar los problemas de fondo.
Yo no digo que la sociedad no tenga un rango de tolerancia ante las imperfecciones humanas, su complejidad y sus ciclos. Sobre lo que alerto es que el mundo de hoy es inédito, y los riesgos a los que estamos expuestos parecen más devastadores que nunca. Por tanto, los niveles de exigencia que debemos colocar al sistema, en cuanto a su capacidad de respuesta y su contenido utilitario, han de ser excepcionales.
Saludos OJAS
Gracias, Orlando, por tu profundo aporte al blog, que procura ver más allá de nuestras narices.
Dos apuntes: 1. No parece atinado sugerir que los problemas de Toyota son una construcción de los medios; cuando un fabricante de autos se ve forzado a recall varios millones de unidades, algo anda muy mal; 2. En cierta forma, las burbujas financieras son un inevitable fenómeno en grandes mercados complejos. El 25 de septiembre de 2008 escribí: «…la formación de burbujas parece ser consustancial al funcionamiento de los mercados de capital. Incluso en ‘mercados experimentales’—juegos de simulación con participantes de alguna sofisticación—en los que se elimine la especulación y esté ausente el exceso de confianza, emergen espontáneamente las burbujas, definidas como discrepancias injustificables entre el valor de mercado y el valor intrínseco de las cosas. (Ver King, Smith, Williams, Arlington y van Boening: The Robustness of Bubbles and Crashes in Experimental Stock Markets, en Nonlinear Dynamics and Evolutionary Economics, Oxford University Press, 1993). Se trata de sistemas complejos, que ni pueden ser regulados por control central ni parecen poder escapar a crisis caóticas cada cierto tiempo». (Pompa y circunstancia, Carta Semanal #304 de doctorpolitico).
Siempre hemos estado de acuerdo en la complejidad de los procesos sociales y políticos y, en este caso, el tema de las burbujas además de complejo puede que sea inevitable. Lo que debe ser superado o quizá controlado es su crecimiento excesivo, al punto de provocar efectos desestabilizadores en un sistema globalizado. Por lo demás, estoy de acuerdo en que la sociedad necesita también ciertas sacudidas para no perder su impulso de mejoramiento. En cuanto al ejemplo de Toyota, me referí a la exageración de los medios; la existencia del problema es incuestionable. Saludo OJAS
D’accord. Es como la condición que se conoce médicamente como «hemorragia por capas». Los médicos saben que el paciente sufrirá hemorragias, pero ignoran dónde y cuándo se presentarán. Por esto será siempre necesaria la regulación de los gobiernos, y su intervención lo más precozmente que sea posible, para que el tratamiento a posteriori no sea tan costoso. De nuevo sobre la crisis financiera de 2008, en el número siguiente al citado en mi previa respuesta (El precio de lo complejo, Carta Semanal #305 de doctorpolítico) insistí sobre el punto: «A pesar de que, ex post facto, es posible trazar la trayectoria de los mercados financieros—en realidad una miríada de trayectorias entrecruzadas—que llevó a la gigantesca pérdida, lo más constructivo es percatarse de que los grandes agregados, los sistemas complejos, tendrán una historia que incluirá episodios catastróficos, y por ende debe aprenderse de la experiencia para mejorar los sistemas e instalar protecciones para el manejo de las emergencias que seguramente ocurrirán de nuevo».