El doctor de París vs. el de Viena

Estudiosos de la dominación: Enrique Dussel – José Manuel Briceño Guerrero

 

Enrique Dussel era argentino y ahora es mexicano. Tiene un doctorado en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y uno en Historia de la Sorbona. Se ocupa filosófica e históricamente del tema de la liberación. (Con preferencia por la opresión de Felipe Calderón sobre la liberación de Cristina viuda de Kirchner). Es un intelectual que atrae recientemente la atención de Hugo Chávez—quien usa y abandona intelectuales izquierdosos luego de inconstantes enamoramientos—y por eso acaba de recibir (15 de noviembre) el Premio Libertador al Pensamiento Crítico. Las sinuosas «líneas de Chávez» de esta semana, cursis y aburridas como siempre, declaran: «Para Dussel, desde la izquierda no se ha analizado suficientemente la función del liderazgo en el crecimiento de la democracia participativa. El liderazgo es un servicio y un magisterio obediencial, democrático y político: ello es así porque el liderazgo aparece simultáneamente con la emergencia del pueblo como actor colectivo y sólo puede entenderse dentro de los límites de una democracia participativa y representativa. El liderazgo es obediencial—¡qué bueno una palabra insólita que suene inteligente y especializada!—con respecto al pueblo y debe ser obediente a sus exigencias y necesidades: sólo se puede gobernar obedeciendo». Debe ser por esto que obedece a Fidel Castro.

El mismo Dussel dijo al recibir el premio: “Dicho liderazgo aparece simultáneamente por emergencia del pueblo como actor colectivo. El que lo ejerce tiene plena conciencia de los límites de su poder simbólico, que es siempre delegado e investido por el pueblo que es la última instancia soberana. El liderazgo político legítimo se transforma en lo contrario, cuando se fetichiza—casos Hitler y Pinochet—, olvidando el cumplimiento de las exigencias democráticas requeridas”. (Interesadamente, Dussel optó por no mencionar los casos de Castro o Stalin como evidentísimas instancias de «fetichización». Le habrían quitado el premio).

Chávez no ha obedecido al pueblo jamás. Las encuestas de 1991 mostraban que una clara y abrumadora mayoría del pueblo no quería aventuras golpistas para resolver el agudo problema del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez; sin embargo, Chávez hizo caso omiso y se alzó a comienzos del año siguiente. Ocasiones no han faltado en las que gente del pueblo ha logrado acercársele para pedir y reclamar y la rechaza, con el argumento de que él es el líder del proceso y sabe lo que está haciendo. Si el pueblo usuario del Metro de Caracas osa expresar «sus exigencias y necesidades» es entonces encarcelado, y los trabajadores de Barrio Adentro que se acercan a Miraflores también son reprimidos y detenidos, aun cuando sean partidarios del Presidente. El 17 de julio de 2003, en la Carta Semanal #45 de doctorpolítico, recordé lo siguiente:

Pero el propio Chávez carece del más mínimo respeto por el valor político de los Electores. Cuando comenzaba 1998 y la campaña electoral de ese año arrancaba definitivamente, el chavismo anunció que forzaría la convocatoria de una asamblea constituyente mediante un referendo originado en la iniciativa popular. Recogiendo firmas, pues. (La Ley Orgánica del Sufragio había sido objeto de una reforma por parte del Congreso de 1997, mediante la que se había introducido todo un nuevo título sobre referendos para consultar al pueblo sobre materias «de especial trascendencia nacional». La convocatoria podía hacerla el Presidente en Consejo de Ministros, el Congreso de la República o 10% de los Electores inscritos).

Más avanzada la campaña, cuando Chávez veía que triunfaría en las elecciones, se olvidó pronta y convenientemente de la recolección de firmas. Ya no necesitaba al pueblo para convocar a referendo sobre la constituyente, dado que como Presidente podría hacerlo directamente. En efecto, fue uno de sus primeros actos de gobierno. Tal vez recordemos que la primera formulación del decreto de convocatoria debió ser retirada y sustituida por otra, puesto que la redacción de la pregunta a los Electores era obviamente totalitaria. Chávez pedía que le dejásemos a él, solamente a él, la responsabilidad de determinar todo lo concerniente a la bendita asamblea constituyente.

El interés de Chávez en Dussel consiste en poder citarlo como certificación de que su liderazgo dominador no contradice la democracia; por lo contrario, sería imprescindible. Ahora bien, el mismo Dussel ha hecho advertencias acerca de la dominación del tipo chavista. En su propio sitio web oficial, Dussel ha colocado trabajos exegéticos sobre su obra, y uno de éstos es Sobre la Ética de la Liberación en la Edad de la Globalización y la Exclusión de Enrique Dussel, cuyo autor es Jesús Rodolfo Santander. En ese trabajo postula Santander la correcta interpretación de Dussel (la que éste aprueba, al publicarla):

¿Hay que pensar entonces que la ética de la liberación nos está proponiendo una nueva utopía, esta vez la de la definitiva superación de toda opresión? Por cierto, no. Siempre estará el hombre en una situación de opresión. Aunque una determinada situación de opresión pueda ser superada, otra situación opresiva volverá a renacer al instaurarse una nueva moralidad, la cual con el tiempo tendrá que ser nuevamente superada, pues se habrá convertido a su vez en una totalidad opresora.

Bien por Dussel y su libro de 2006 (Filosofía de la cultura y la liberación); le felicito por el premio al segundo volumen de su Política de la liberación. Pero ya nos habían dicho antes que la superación de una situación de opresión conduce a una nueva totalidad opresora. Entre 1977 y 1982—no podía ser en referencia a Chávez—escribió José Manuel Briceño Guerrero, apureño con doctorados en Filosofía y Filología de la Universidad de Viena, los trabajos que componen El laberinto de los tres minotauros. Dejo que su pluma ayude a cerrar este comentario. Ella ha escrito Discurso salvaje, una de las tres partes del libro mencionado. Allí dice, hablando como oprimido:

Suele ocurrir también que pardos de ambición impaciente quieran forzar el ascenso dentro de su categoría, acelerarlo para llegar por un canal extraordinario al rango superior. Entonces se sirven de nosotros; nos organizan política o militarmente con una ideología revolucionaria, con planes revolucionarios, con promesa de cambios radicales. Nos hacen combatir y cuando logran llegar a importantes magistraturas desde donde se acomodan, se desligan de nosotros o nos mantienen organizados en las capas bajas de partidos políticos reformistas, en calidad de clientela y tropa de choque.

En el esfuerzo que hago para esta lucha me comprometo más que en el trabajo de los campos, el servicio doméstico, la construcción y las fábricas; me doy entero, arriesgo todo. Mi salario es la ilusión de triunfo, la exaltación momentánea, el desahogo, los instantes del asalto y del grito. Pero no logro realizar mi anhelo. Al contrario, mi rebeldía se incorpora aún más al dinamismo del sistema opresor, le sirve y lo fortalece. Mi peligrosidad se ve disminuida y retardada por esa masturbación periódica.

En cambio ellos sí logran sus fines; además de mantenerme en cintura, canalizan mi torrente hacia sus molinos, me cogen de escalera, arriman mi brasa a su sardina.

Amonedan mi furia para comprar poder los dirigentes revolucionarios. Se vuelven ricos con la plusvalía de esa empresa llamada lucha revolucionaria en la que yo pongo mi fuerza de combate, mi capacidad de sacrificio, mi agonía, Plusvalía revolucionaria.

¿No te has fijado, hermano, que los dirigentes revolucionarios son blancos o pardos? Los caudillos negros o indios de las revoluciones han sido «cachicamos trabajando para lapa».

He visto también—deseara no haberlo visto—que la revolución, caso de ser practicada en serio y caso de triunfar, conduce a formas de injusticia y opresión más abominables que las actuales. Esas formas nuevas de injusticia y opresión las he visto en los ojos y en las palabras de los dirigentes más sinceros, más esforzados, más leales a la causa. Se sienten salvadores mesiánicos, avatares de la historia; creen conocer mis intereses, mis deseos y mis necesidades mejor que yo mismo; no me consultan ni me oyen; se han constituido por cuenta de ellos en representantes míos, en vanguardias de mi lucha; son tutelares y paternalistas; prefiguran ya el Olimpo futuro donde tomarán todas las decisiones para mi bienestar y mi progreso; las tomarán y me las impondrán en nombre mío, a sangre y fuego en nombre mío. Yo bajo la cabeza diciendo «Sí camarada, sí compañero, eso es lo que hay que hacer, tiene razón, viva». Les sigo la corriente para que no me peguen y para no desanimarlos; pueden producir esos momentos de relajo, de caos, cuando parpadea la vigilancia de los gendarmes, cuando puedo descargar impune mi rencor, mi cólera reprimida, mi odio; después de todo, ese alivio esporádico es el mendrugo que me toca en el tejemaneje revolucionario mientras llegan días peores, los del triunfo revolucionario.

La dominación de Chávez, sólo obediencial al G2 cubano, es ante todo una descomunal estafa: con el pretexto de liberar, domina y oprime. Él se gloría en premiar al pensamiento crítico, con tal de no ser el criticado. LEA

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Carta Magna, carta digna

Carta Magna de los barones ingleses a Juan Sin Tierra en 1215 (clic para ampliar)

Juan Sin Tierra fue una triste figura de la longeva monarquía inglesa. Hermano de Ricardo I de Inglaterra, Corazón de León, no tuvo otra gloria que la de ser el déspota cobarde combatido por Robin Hood. En 1215, los barones ingleses decidieron pararle el trote, y redactaron el primer documento constitucional de la historia, la Carta Magna, a la que Juan no tuvo más remedio que acatar y refrendar con el sello real. Casi 800 años después, un varón venezolano, el general Carlos Julio Peñaloza, ha escrito una carta al Presidente de la República, Hugo Con Tierra Expropiada, que es tan magna como su predecesora, en razón de su dignidad.

El general Peñaloza fue quien debelara las intenciones golpistas de Hugo Con Tierra en 1989; sus gestiones y advertencias fueron desestimadas por la torpe arrogancia de Carlos Andrés Pérez, a quien el suscrito sugirió la renuncia el 21 de julio de 1991 (Salida de estadista: «El Presidente debiera considerar la renuncia. Con ella podría evitar, como gran estadista, el dolor histórico de un golpe de Estado, que gravaría pesadamente, al interrumpir el curso constitucional, la hostigada autoestima nacional. El Presidente tiene en sus manos la posibilidad de dar al país, y a sí mismo, una salida de estadista, una salida legal»). Tampoco hizo caso a este llamado, y seis meses y catorce días después los golpistas quisieron aprovechar, como avezados delincuentes, la nocturnidad de la madrugada del 4 de febrero de 1992 para deponer a Pérez, fracasaron y se rindieron, no sin antes haber derramado sangre ajena.

La carta del general Peñaloza ha sido publicada por El Nuevo País el lunes 15 de noviembre; de allí toma su texto este blog y lo reproduce abajo. Es clarísima, es valiente, es terrible, puesto que pinta el paisaje posible de la guerra civil. Como él mismo advierte, sin embargo, no tiene armas para tal empresa, como tampoco las tienen los «líderes jóvenes, inteligentes y corajudos dispuestos al combate» que a juicio de Peñaloza sobran en Venezuela. Aparentemente, la cosa sería desproporcionadamente asimétrica; aparentemente, el Presidente de la República manda tropas a las que se ha obligado a jurar Patria, Socialismo o Muerte, y aparentemente cuenta con sus milicias, formadas precisamente para defenderlo. En teoría, los «líderes jóvenes, inteligentes y corajudos dispuestos al combate» morirían en el choque, como los jóvenes de la Carga de la Brigada de Caballería Ligera en Balaclava. (Durante la Guerra de Crimea, centenares de jóvenes jinetes ingleses recibieron la orden de atacar los emplazamientos de la artillería rusa, que los masacró. El mariscal Pierre Bosquet comentó sobre la suicida valentía: “C’est magnifique, mais ce n’est pas la guerre”).

No será necesario, sin embargo, un sacrificio de ese tipo. Primero, porque hay armas civiles para pararle el trote a Hugo Con Tierra. Es hora de que hable la Corona, el Pueblo, pues las cosas han llegado a un punto donde ya no deben ser decididas por mandatarios, ni siquiera por el primero de ellos. Podemos y debemos activar un referendo suficiente para detener el proyecto de dominación más pernicioso que hayamos conocido en el país. Segundo, porque Chávez no sería acatado, por más soles que acumule sobre charreteras ajenas o propias; ya fue desacatado en una ocasión, cuando ordenó la puesta en práctica del Plan Ávila el 11 de abril de 2002.

Hugo Con Tierra ha amenazado con resistencia armada—la que demostradamente no sabe conducir—si un nuevo Presidente de la República osa destituir los mandos militares que cree afectos a su causa. No tiene ni la razón ni el derecho. Es atribución presidencial (Numeral 6 del Artículo 236 de la Constitución Nacional) la capacidad de asignar los cargos de los altos oficiales de la Fuerza Armada Nacional. Nadie puede maniatar a un presidente en esto.

En diciembre de 1993, el vicealmirante Radamés Muñoz León fue hasta la quinta Tinajero, residencia del Presidente Electo, Rafael Caldera Rodríguez, en compañía de los demás miembros del Alto Mando Militar. Allí les dijo el presidente Caldera que no serían confirmados en sus cargos, cuando ni siquiera había tomado posesión de la Presidencia de la República. De esa entrevista salió Muñoz León con la cara descompuesta que registraron los fotógrafos de prensa y el rabo entre las piernas, domado por un civil. No pudo alzarse contra la decisión, como tampoco pudo alzarse como quiso, en octubre de ese mismo año, contra Ramón J. Velásquez. No pudo, aunque en noviembre de 1993 había exhibido en privado su talante fanfarrón, cuando dijo que él mismo se encargaría «de llevar a Fuerte Tiuna preso, desnudo en un camión de estacas, a Caldera si desconoce el triunfo de Oswaldo Álvarez Paz».

El general Henry Rangel Silva ha definido las decisiones que pudiera tomar un nuevo Presidente de la República, en cuanto a la composición del Alto Mando Militar, como «desmantelamiento de la Fuerza Armada Nacional». Está radicalmente equivocado; él no es la Fuerza Armada Nacional, y sus días, a pesar del cuarto sol, están contados.

Con algo sugerido por el general Peñaloza no estoy de acuerdo: él señala que si Hugo Con Tierra dejara de recibir instrucciones de Fidel Castro y se dedicara a gobernar (en imitación de Bachelet y Lula), podría revertir las tendencias y resultar triunfador en 2012. No creo, primeramente, que el descomunal estropicio político, social, económico e institucional del que Chávez es principal responsable pueda ser reparado por él antes de las próximas elecciones. Ni siquiera creo que sepa de gobierno, como él mismo lo sabe también a estas alturas. Ya no encuentra cómo salir del enmarañado atolladero en que se ha metido en compañía de incapaces. Y, como lo sabe, como se ha dado cuenta de haber creado una progenie de problemas que no podrá resolver, tal vez su inconsciente lo impele a buscar su salvación en un holocausto épico que lo reivindique, tal como creyó un cabo austriaco y golpista que ordenó la demolición de Berlín cuando ya tenía la derrota en la cara. Esa clase de delirio sólo puede consumarse en el suicidio. LEA

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Carta abierta del Gral. Peñaloza al presidente Chávez

Ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías

Presidente de la Republica

Sr. Presidente,

No lo veo desde hace casi 21 años, cuando nos reunimos en mi despacho de Comandante del Ejército. Como recordará, lo detuve porque tenía pruebas fehacientes de que Ud. preparaba un golpe para el día 6 de diciembre de 1989. En esa oportunidad, un grupo de altos funcionarios y oficiales, actuando como cómplices, abogaron ante el presidente, quien decidió dejarlo en libertad «por falta de pruebas». El mismo plan, entonces abortado, Ud. lo repitió el 4F de 1992, luego de mi retiro. Ese golpe fallido lo convirtió en una figura nacional y lo llevó a Miraflores legalmente. Antes de esas elecciones ningún militar amenazó con desconocer su posible victoria. Si alguno lo hubiera hecho, yo mismo hubiera salido a defenderlo a Ud. de ese chantaje.

Hoy en día, cumplidos 70 años, me preocupa su decisión de defender en público al Mayor General Henry Rangel Silva y ascenderlo in situ, como se hace con quienes han ejecutado un acto heroico con peligro inminente de su vida. Este indigno general lo único que hizo fue jactarse de estar amancebado con Ud. y su causa. Para él, la lealtad a la patria es a medias mientras con Ud. es total. Ante esta escandalosa exhibición de adulancia, Ud., en lugar de degradarlo, corrió a ascenderlo. Antes de que la adulación del general Rangel Silva fuese premiada con el impúdico ascenso, escribí un artículo en «El Nuevo País» criticando las desdichadas declaraciones del mencionado general. Luego, un coro de protestas desde diferentes trincheras permitió palpar el descontento popular. Ud. no lo percibió porque hace tiempo perdió sintonía con el pueblo.

En vez del grotesco ascenso, el mal ejemplo merecía una sanción y destitución. Pero esto no es lo que más preocupa. Debemos acostumbrarnos a la idea de que pronto tendremos docenas de generales en jefe y así el grado que mereció Simón Bolívar, nuestro gran secuestrado, se devaluará al igual que nuestra moneda. Lo grave es que Ud. confirme de viva voz su decisión de desconocer el resultado de las elecciones presidenciales del 2012 si éste le es adverso. Semejante abuso de autoridad no puede pasar desapercibido, aunque las autoridades competentes no tomen las medidas para condenarlo. Con este acto, Sr. Presidente, Ud. le ha declarado de facto la guerra a más de la mitad del pueblo venezolano.

Aunque tengo los setenta años de aquel personaje histórico-legendario, no pretendo ser un moderno Alonso Andrea de Ledezma, enfrentando a los bucaneros ingleses que saquearon Caracas en 1595. Ni siquiera tengo un viejo yelmo y armadura, ni una lanza oxidada. Pero tengo mi conciencia y me considero en el deber de hacerle frente y recoger el guante retador con que Ud. nos abofeteó a los ciudadanos venezolanos. Nadie me ha seleccionado para ocupar esa posición, pero como soldado de la república considero mi deber asumir el riesgo. Después de todo, a Ud. tampoco nadie lo ha autorizado a ejercer chantaje electoral. Estamos en igualdad de condiciones, salvo que Ud. es Goliat. Soy un viejo que siendo todavía adolescente juró defender las instituciones hasta perder la vida si fuera necesario, y sigo fiel a ese compromiso. Ya viví bastante y la muerte no me asusta.

Por lo expuesto, Sr Presidente, le notifico que las fuerzas democráticas de la patria lo retan a enfrentarse en las metas electorales y aceptar el triunfo del que obtenga la mayoría. Si trata de poner en práctica sus amenazas del uso de la fuerza antes o después de esas elecciones, resistiremos con las mismas armas que Ud. utiliza. También le participamos que el nombramiento del general Rangel, o cualquier otro oficial señalado como presunto narcotraficante, como Ministro de la Defensa para el momento de las elecciones, será tomado como una señal de que Ud. sigue con los planes de desconocer los resultados electorales en el 2012.

Le advierto que sólo habrá paz si respeta la Constitución y a la voz de la mayoría del pueblo. Hasta ahora sus constantes violaciones de la Carta Magna se han pasado por alto, pero la acumulación de desacatos se está haciendo intolerable. El posible aborto de las elecciones del 2012 o el desconocimiento de un resultado adverso a sus intereses políticos liberará los demonios que están represados. Los venezolanos queremos la paz, pero al mismo tiempo rechazamos las dictaduras de cualquier color. A partir de este momento estamos velando las armas de la democracia y al mismo tiempo rogamos porque no se desate una guerra civil.

No pretendo ser el jefe de un movimiento en su contra, sólo soy un humilde mensajero. Sobran líderes jóvenes, inteligentes y corajudos dispuestos al combate. Espero que esta tragedia no sea necesaria. El ejército forjador de libertades no va a asesinar venezolanos.

Esto no es una amenaza de golpe o el inicio de una conspiración, es un campanazo para que Ud. entienda que estamos dispuestos a luchar por la libertad y a impedirle consolidar una dictadura siguiendo las líneas que recibe de La Habana. No queremos que el sueño de Bolívar se convierta en una pesadilla castrista.

En aras de un poder pasajero y de una ideología obsoleta y ruinosa Ud. no puede iniciar una guerra fratricida que lo convertirá en un monstruo ante la historia. No llame más a Fidel para pedir instrucciones. Dedíquese a gobernar a Venezuela con los venezolanos. La gran unidad hispanoamericana nunca se logrará con el modelo comunista. Es más, si sigue el patrón de gobierno de la Sra. Bachelet o de Lula hasta podría cambiar la tendencia actual y ganar en el 2012. Le garantizo que si Ud. gana limpiamente, su triunfo será reconocido como debe ser. Vuelva a ser venezolano, deje morir a Fidel en paz para que Venezuela pueda vivir en concordia.

Le prevengo de reaccionar con los habituales insultos y descalificaciones. Siempre estaremos listos para actuar como personas racionales y decentes, de acuerdo a lo que nos enseñaron en la academia que nos formó como ciudadanos y soldados. Entierre el hacha de la guerra dirigida desde Cuba. Venezuela lo reclama.

Atentamente,

General de División

Carlos Julio Peñaloza Zambrano

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Glosa de cuatro soles

¿Curándose en salud?

En el sitio web de Últimas Noticias ya no puede leerse la entrevista realizada al general Henry Rangel Silva, que le mereciera un cuarto sol sobre su charretera al jefe del Comando Estratégico Operacional, la suprema instancia militar del país, inferior únicamente al Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, el Presidente de la República. En su lugar, aparece ahora la siguiente advertencia: Server Error in ‘/’ Application. The resource cannot be found. Description: HTTP 404. The resource you are looking for (or one of its dependencies) could have been removed, had its name changed, or is temporarily unavailable.

Lo que sí puede encontrarse es la oferta de un video—en realidad sólo una banda de audio con títulos frecuentemente infieles—colocado por el propio periódico en YouTube, en el que obviamente se ha editado las palabras del premiado y apremiado general. Hay una sección crucial de sus declaraciones que ha desaparecido. He aquí el «video»:

La tramposa selección hecha por Últimas Noticias deja en pie declaraciones que pudieran estirarse para argüir, oficialistamente, que Rangel Silva se ha atenido a una interpretación tolerable de la Constitución. De lo suprimido, sin embargo, hay registro, pues Noticias 24 tiene en su web el texto que fuera impreso en el periódico insignia, complaciente e interesado y medroso, de la Cadena Capriles. Las afirmaciones suprimidas, esfumadas, escamoteadas son las siguientes: “Los ataques están en la agenda de la oposición. El elemento Fuerza Armada históricamente ha sido utilizado para de alguna manera derrocar gobiernos… Ellos actúan apoyados por terceros países y eso afecta el nacionalismo. La hipótesis (de un gobierno de la oposición) es difícil, sería vender al país, eso no lo va a aceptar la gente, la FAN no, y el pueblo menos”.

En primer término, es realmente irónico que se postule la utilización de los militares para derrocar gobiernos como verdad histórica. Si acaso, pudiera sostenerse que tal cosa ocurrió—en una larguísima serie de golpes de Estado por los militares y para usufructo de militares—únicamente en 1945, cuando en su 18 de octubre se produjo un golpe en alianza de civiles (Acción Democrática) y militares para dar paso a un gobierno civil democráticamente electo (que de todos modos fue depuesto por militares el 24 de noviembre de 1948, en sólo nueve meses después de la toma de posesión de Rómulo Gallegos). Apartando esa única excepción, absolutamente todos los derrocamientos de gobiernos ocurridos en Venezuela—y son muchos, aunque menos que los de Bolivia—han sido emprendidos por militares sin que civil alguno los utilizara. Ellos utilizaron a los civiles, como Juan Vicente Gómez a Laureano Vallenilla Lanz o José Gil Fortoul. Hay que tener tupé para proponer esa absurda distorsión de la historia.

Luego, salta a la vista que Rangel Silva no se ha percatado de que el gobierno del Sr. Chávez actúa apoyado «por terceros países»—Cuba, principalmente, Bolivia, Argentina, Ecuador, Nicaragua—y que tampoco cree que tal cosa «afecta al nacionalismo».

Lo peor de su concepción, sin embargo, es que un gobierno de la oposición, a pesar de que viniera determinado y decidido por una mayoría popular, «sería vender al país», y que eso ameritaría el desconocimiento de un resultado electoral. Eso fue lo que verdaderamente Últimas Noticias ha intentado borrar.

Rangel Silva no tiene la menor base para suponer que un gobierno presidido por alguien que no comulgue con la política de Hugo Chávez negaría la inclusión social o la disminución de la pobreza, por una parte; por la otra, el gobierno de Chávez es excluyente, y hoy hay en el país más pobreza que nunca. Ha habido, sí, disminución de la pobreza durante el régimen chavista: la de gente como Antonini Wilson, por ejemplo, con quien Rangel Silva conversara—¿cuál era la razón militar, profesional, de su conversación?—luego de que fuera denunciado por la entrada ilegal de 800 mil dólares a Argentina en vuelo de PDVSA, o la pobreza de Walid Makled.

En el simplista mundo de Chávez, que ofrece como gastado pretexto, y el de personas aparentemente mesmerizadas por él, como Rangel Silva, todo aquel que repudie el modo de gobernar del primero es automáticamente un vendepatria, un golpista—como él—, un salvaje capitalista, un agente del imperio. La muy inmensa mayoría del país no es ninguna de esas cosas y, como quedó demostrado el 26 de septiembre, la mitad de ella está enfrentada al gobierno.

Es francamente un razonamiento muy defectuoso postular que el pueblo rechazaría un hipotético gobierno opositor, cuando la única manera de que llegara a constituirse es, precisamente, por una decisión de la mayoría de ese pueblo.

Sobre todo Chávez, sin embargo, deja traslucir él mismo sus temores. En el programa en el que anunciara el cuarto sol para Rangel Silva, dijo: “Siguen tratando de generar divisiones en la Fuerza Armada, en el pueblo, en el partido, y tratan de dividir para golpear, por eso nuestra respuesta debe ser, unidad, unidad y más unidad”.

¿A cuál división se refería? Sólo puede ser la división entre Rangel Silva y él mismo, puesto que la «unidad, unidad y más unidad», que prescribía con evidente angustia, se manifestaba con el premio del ascenso como antídoto de la división. Así se unía, se unía y se unía más a Rangel Silva.

El fundado temor de Chávez de perder las elecciones de 2012 fue destacado por Teodoro Petkoff en su programa por Globovisión. He aquí lo que expuso:

En las últimas «Líneas de Chávez» ha escrito el Presidente de la República, un mandatario con propensión usurpadora de la Corona que es el Pueblo:

La canalla ha convertido unas palabras de un soldado venezolano, palabras que expresan una firme posición de dignidad, en el pretexto para agredir a la Patria, transgrediendo lo que el buen sentido dictamina e insinuando cualquier tipo de intervención foránea contra Venezuela.

Esa canalla que aplaude todo lo que vomita desde Colombia un confeso narcotraficante en contra de los poderes nacionales, de nuestras instituciones y de compatriotas de dilatada trayectoria a los que me une la vergüenza patria y la vocación de servicio, es la misma canalla que pide que echemos a los leones al General Henry Rangel Silva, precisamente por diferenciarse años luz de aquella casta militar corrupta y complaciente* con los intereses apátridas.

Los párrafos citados vienen justamente después de alabar la intervención foránea de Cuba en Venezuela, pero lo sintomático es su alusión a lo que está dispuesto a cantar Walid Makled. Rangel Silva no nombró para nada a Makled en sus declaraciones a Últimas Noticias, hoy un archivo que could have been removed, had its name changed, or is temporarily unavailable. LEA

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* Respecto de ser complaciente: Un año antes de declararse marxista—“Lo asumo. Yo cuando asumo, asumo”—ante la Asamblea Nacional, hablaba allí mismo en ocasión similar (13 de enero de 2009). En uno de sus peculiares recuentos históricos, regresó a febrero de 1989, cuando Carlos Andrés Pérez asumía por segunda vez la Presidencia de la República. Chávez aludió específicamente al acto de toma de posesión de Pérez en el Teatro Teresa Carreño, el fastuoso acto que mereció el cognomento de “coronación”. Recordó Chávez, incluso, que Fidel Castro—su “padre”—estaba entre los circunstantes que aplaudían a Pérez. Entonces, el Presidente de la República dijo que él era quien aplaudía más frenéticamente—aunque por supuesto conspiraba ya activamente—para disimular y que se le tuviera por persona afecta al régimen. Esta confesión la expuso con orgullo satisfecho, como si el engaño fuera travesura meritoria, inmoralidad necesaria a la revolución que todo lo absuelve. (Ser marxista, 18 de julio de 2010). Él mismo, a confesión de parte, se mostró complaciente con Pérez, sólo que a su complacencia añadió la hipocresía.

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Obamahabharata dame dos

La venida de Barack Buda

A José Álvarez Cornett, factótum de TEDxTierraDeGracia.

Durante una visita de Estado del Primer Ministro de India, Manmohan Singh, a los Estados Unidos, Barack Obama firmó con ese mandatario—el 25 de noviembre de 2009—un «pacto verde» que asociaba ambas naciones en metas progresivas para paliar efectos negativos del cambio climático. Al mes siguiente, ambos jefes de Estado asistían a la cumbre de Copenhague, luego de su acuerdo bilateral sobre seguridad energética y energía limpia para protección del clima. Tras esa cortina de color verde, no obstante, otros temas ocuparon las conversaciones de ambos líderes.

Obama está ahora en la India, recién enjabonado por la derrota de los demócratas en las elecciones de la Cámara de Representantes, con un doble propósito: aumentar significativamente las exportaciones estadounidenses a India y aliarse con este país en un intento de contrapeso al gigante chino. (Ver artículo en TIME Magazine).

Según reconociera el propio Obama, la derrota electoral a manos de candidatos republicanos y del Tea Party (el nuevo fenómeno conservador de los EEUU) tuvo fundamentalmente que ver con el desempeño de la economía norteamericana, que no acaba de recuperar el vigor acostumbrado de crecimiento. El paquete de acuerdos comerciales que firmará con el gobierno indio, mayormente centrado en productos de defensa, representaría 10.000 millones de dólares de exportaciones con un impacto favorable de 54.000 nuevos empleos en EEUU. (Las más recientes cifras ofrecidas por el Departamento del Trabajo, mejores que las que se esperaba, no son todavía una señal de que el duro problema de desempleo de ese país haya cedido).

Pero los Estados Unidos ven en India un aliado que puede equilibrar el peso geopolítico descomunal de los chinos, dada su inmensa población. (China, 1.338 millones de habitantes; India, 1.188 millones; EEUU, 310). Los indios saben de esa intención, y tratarán de extraer todas las ventajas posibles de la manifestación de debilidad estadounidense. Entre indios y norteamericanos se alcanza la cifra de 1.498 millones de habitantes, apenas 160 millones sobre los chinos (lo que éstos crecieron en los últimos diez años). Pero entre China e India estamos hablando de 2.526 millones de personas, el 37% de la población mundial en solo dos países.

India no puede ignorar, por más apetecible que pueda parecerle su asociación con los estadounidenses, que China es su vecino, una nación, como ella, asiática, con la que ha procurado estrechar toda amistad. En abril de 2005, por ejemplo, los gobiernos de China e India firmaron un acuerdo por el que declaraban terminados todos sus diferendos fronterizos.

Las tendencias de mayor velocidad inercial, pues, no son favorables a la supremacía norteamericana, y esto se pone de manifiesto en una presentación extraordinaria de Hans Rosling, la estrella de TED (Technology, Entertainment, Design). En el encuentro TEDIndia, celebrado hace justamente un año, cuando Obama y Singh se reunían con verdes designios, Rosling pintó, con característico buen humor, un clarísimo cuadro de inevitable predominio asiático. Aquí está su conferencia. LEA

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El video puede verse a pantalla completa si se hace clic sobre el icono de la esquina superior derecha. Abajo a la izquierda, puede presionarse View subtitles para seleccionar subtítulos en español.

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Curso de la Casa Úslar

El estilo de cuatro grandes directores

Es un grande honor para mí que la Fundación Casa Arturo Úslar Pietri me haya solicitado construir un curso compacto de apreciación musical, centrado sobre el tema de la dirección de una orquesta sinfónica. El curso será ofrecido en la sede del ITER en Altamira (3ra. Avda. con 6a. Trvsal.) los día lunes 15, 22 y 29 de noviembre y el lunes 6 de diciembre, en sesiones de dos horas cada una (5:30 a 7:30 p. m.) He aquí el programa:

EL TEMPERAMENTO DEL DIRECTOR DE ORQUESTA

Menú de degustación: Solti, Dorati, Muti, Dudamel

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Sobre la base de un copioso apoyo de imágenes, audio y video, este taller presenta la labor de cuatro directores de orquesta—Sir Georg Solti, Antal Dorati, Riccardo Muti y Gustavo Dudamel—y, a través de ella, una adecuada comprensión del problema de la dirección orquestal. Ejemplos de partituras de dirección, así como la anécdota y el sonido facilitan la comparación estilística y la formación de un criterio propio de apreciación en el participante, subjetivo pero bien sustentado.

Lunes 15 de noviembreEl oficio del maestro. La complejidad de la partitura orquestal moderna. Las dotes de un buen director: oído, memoria, concepto global. Sir Georg Solti: el director total.

Lunes 22 de noviembre: Director de temperamento. El nervio sobre lo esencial de una partitura. La respuesta de una misma orquesta a distintos directores. La vivacidad incomparable de otro húngaro: Antal Dorati.

Lunes 29 de noviembreLa energía en el podio. La orquesta sinfónica es un enorme poder. La terquedad de quien tiene la razón musical. Un director conflictivo que siempre la tiene: Riccardo Muti.

Lunes 6 de diciembreEl carisma. (DRAE: 1. Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar. 2. Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad). Gustavo Dudamel: «Un animal de la música».

Seis videos, incluyendo ensayos orquestales. Más de cincuenta ejemplos musicales. Páginas de partituras. Muestras de espectro sonoro.

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Esta información está asimismo colocada en la web de la Fundación (donde encuentra un enlace a mapa de ubicación) junto con el instructivo para la inscripción en archivo .pdf. El costo del curso es de Bs. F. 450.
LEA

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