El chantaje como técnica política

Una vez más, «después de mí el diluvio». Una vez más, Hugo Chávez amenaza con guerra civil—bueno, la predijo—si llegare a perder la elección del 7 de octubre. En su peculiar manera de cortejar, apeló a los «ricachones» invitándoles a que voten por él, puesto que no les convendría una guerra civil: «Hasta los ricachones, hasta las familias ricas que les gusta la tranquilidad, les interesa que gane Chávez y les invito que voten por Chávez el 7 de octubre. Chávez les garantiza paz, estabilidad, crecimiento económico».

El presidente Chávez disfruta, para empezar, una existencia de ricachón: disfruta de un envidiable nivel de vida en el que los lujos no son escasos. No tiene autoridad moral para criticar la riqueza porque él vive como privilegiado. En su gobierno, por otra parte, hay más de un ricachón construido a base de una corrupción descarada. Claro, son ricachones nuevos, pero ricachones al fin. Como en cualquier régimen socialista, una nueva clase de privilegios hace usufructo personal del poder dentro de su administración. Si la insubordinación fuera elogiable, y si él tuviera hoy la edad que lucía en 1992, un gobierno como el suyo le habría impelido a levantarse en armas contra él.

Luego, es una soberbia incomparable creerse imprescindible en el mantenimiento de la paz republicana. También es contradictorio, pues no ha habido gobernante venezolano que haya amenazado más o agredido más que Hugo Chávez. Hay que tener tupé para hablar de paz desde la guerra.

Sus más obsecuentes secuaces lo apoyan en la baladronada; en noviembre de 2010, dijo el actual Ministro de la Defensa, general Henry Rangel Silva: “Los ataques están en la agenda de la oposición. El elemento Fuerza Armada históricamente ha sido utilizado para de alguna manera derrocar gobiernos… Ellos actúan apoyados por terceros países y eso afecta el nacionalismo. La hipótesis (de un gobierno de la oposición) es difícil, sería vender al país, eso no lo va a aceptar la gente, la FAN no, y el pueblo menos”. Es francamente un razonamiento muy defectuoso postular que el pueblo rechazaría un hipotético gobierno opositor, cuando la única manera en que pudiera llegar a constituirse es, precisamente, por una decisión de la mayoría de ese pueblo. (Glosa de cuatro soles).

Pero ahora es el Presidente de la República quien amenaza con un conflicto fratricida en el caso de su derrota. Eso es algo absolutamente inadmisible, y es lamentable que la oposición venezolana no haya sido eficaz en el combate a un funcionario tan pernicioso. LEA

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