Reunido con el pinochetismo

Reunido en Chile con el pinochetismo

Hubo que coordinar un encuentro privado de Sebastián Piñera y Henrique Capriles Radonski, en una cena en la casa del senador chileno Jovino Novoa (Unión Demócrata Independiente), para que no se confundiera la conversación con un acto oficial en el Palacio de La Moneda. (El gobierno de Chile ha reconocido formalmente al presidido por Nicolás Maduro). Hasta la segunda patria de Andrés Bello llegó el líder opositor venezolano, supuestamente para reclutar apoyo a la impugnación de las elecciones del pasado 14 de abril. Luego iría a Lima, declaradamente con el mismo propósito, y allí lo importante era que Ollanta Humala es no sólo el Presidente de Perú, sino de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR; Capriles esgrimió precisamente, durante ese nuevo viaje de turismo de oposición, la idea de que no se habría realizado la auditoría electoral que UNASUR habría «acordado»: «En Unasur hubo un compromiso, no se cumplió, allí estuvieron los presidentes, no se cumplió lo que fue un compromiso frente a los venezolanos, no frente a una opción sino frente a los venezolanos».

También conversó con Eduardo Alfredo Juan Bernardo Frei Ruiz-Tagle, expresidente demócrata-cristiano y por tanto ideológicamente afín a Primero Justicia, el partido de Capriles hasta nuevo aviso, pero la reunión más significativa se efectuó con las directivas de los partidos de la Alianza por Chile (Todos Somos Chile), Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI). Son éstas las formaciones que apoyan a Piñera, uno de los líderes principales de RN. Ésta nace en 1982 y fue soporte del Régimen Militar liderado por Augusto Pinochet; la UDI surgió en 1987 e hizo campaña a favor del siniestro dictador chileno en el plebiscito del año siguiente. Ambas son partidos de derecha. Ésos fueron los apoyos ostensibles a la causa de Capriles en tierras chilenas; Michelle Bachelet, quien con toda probabilidad repetirá en la Presidencia de Chile, declinó reunirse con él por «problemas de agenda». Capriles comentó algo desarticuladamente: «Esta ha sido una visita preparada sin tanto tiempo de antelación y creemos que la presidenta Bachelet, que nos informó, pues bueno lamentamos no tener la oportunidad de conversar en esta ocasión, pero estoy seguro que en el futuro habrá otras oportunidades».

En Perú recibió el espaldarazo de Alan García, otro expresidente, quien le dijo: «La democracia es una trayectoria de larga paciencia. Usted va a triunfar, porque enfrenta un modelo que divide a la población y que se equivoca cada día más en su afán de la manipulación y el insulto. Es un modelo del siglo pasado. Le doy la bienvenida a mi patria y espero que el Presidente del Perú y de Unasur, pueda escuchar su versión». Humala no escuchó la versión de Capriles, pero éste reiteró su tesis general en declaraciones a los medios, no sin intentar una razón persuasiva: «Unasur acordó la auditoría. Esa auditoría nunca se hizo y el presidente Humala es el presidente pro témpore hasta el mes de septiembre de Unasur. Lamentaríamos mucho si Ollanta Humala no nos dispensa unos minutos para hablar con él, no tanto por ser presidente de Perú, sino por ser presidente de Unasur». Tuvo que lamentar que el mandatario peruano no le concediera ni un minuto.

Veamos, entonces, que fue lo que acordó UNASUR el pasado 19 de abril:

El Consejo de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno de UNASUR, reunido en sesión extraordinaria en Lima:

1.- Expresa su felicitación al pueblo venezolano por su masiva participación en la elección presidencial del 14 de abril último, que ratifica su vocación democrática y saluda al Presidente Nicolás Maduro por los resultados de los comicios y su elección como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

2.- Insta a todos los sectores que participaron en el proceso electoral a respetar los resultados oficiales de la elección presidencial emanados del Consejo Nacional Electoral (CNE), autoridad venezolana competente en la materia.

3.- Ratifica en la línea de lo señalado en la Declaración de la Misión Electoral de UNASUR a Venezuela del 15 de abril último, que todo reclamo, cuestionamiento o procedimiento extraordinario que solicite algunos de los participantes del proceso electoral, deberá ser canalizado y resuelto dentro del ordenamiento jurídico vigente y la voluntad democrática de las partes. En tal sentido, toma nota positiva de la decisión del Consejo Nacional Electoral de implementar una metodología que permita la auditoría del total de las mesas electorales.

4.- Hace un llamado a deponer toda actitud o acto de violencia que ponga en riesgo la paz social del país y expresa su solidaridad con los heridos y las familias de las víctimas fatales del 15 de abril del 2013. Invoca asimismo al diálogo y a contribuir a preservar un clima de tolerancia en beneficio de todo el pueblo venezolano.

5.- Acuerda la designación de una comisión de UNASUR para acompañar la investigación de los hechos violentos del 15 de abril del 2013.

Lima, 19 de abril 2013

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Un estudiante de castellano medianamente apto entendería de la lectura del acuerdo precedente que UNASUR 1. reconoció a Nicolás Maduro como Presidente legítimo de Venezuela; 2. exhortó a la oposición a reconocer los resultados oficiales y la competencia y autoridad del Consejo Nacional Electoral; 3. enfatizó como única vía admisible para reclamos la determinada por los instrumentos legales pertinentes (Ley Orgánica de Procesos Electorales y su Reglamento General); 4. consideró como signo positivo el anuncio del CNE relativo a la ampliación de la auditoría prevista en la ley al total de mesas de votación. Ningún estudiante de castellano de aceptable competencia podría deducir del acuerdo de UNASUR que esta organización supranacional «acordó» o «exigió» que la auditoría electoral venezolana debía proceder según las pretensiones de la Mesa de la Unidad Democrática y el candidato perdedor. Y, hay que decirlo, la auditoría aprobada por el CNE, ya cumplida satisfactoriamente a cabalidad, es la que permite la LOPE (ver en este blog Las reglas de juego, 24 de abril de 2013); ésta menciona el cotejo de cuadernos electorales para casos del contencioso electoral, es decir, en caso de impugnaciones específicas, no como procedimiento universal según peregrina idea de la MUD-Capriles. Y debe añadirse que éstos distan mucho de haber probado la perpetración de un fraude electoral el día 14 de abril.

¿Cómo explicar que Capriles pretenda convencer a mandatarios de UNASUR de que aprobaron algo distinto de lo que están perfectamente conscientes? ¿A quién busca engañar? Su tramposa argumentación es poco seria, poco responsable, intelectualmente deshonesta; hay quien diría que es aun peor: torpe, pues aduce razones fácilmente refutables. Un verdadero estadista no procedería de ese modo, pero ya he opinado—entrevista de Clodovaldo Hernández para Ciudad CCS—el 3 de septiembre de 2012: “Capriles no tiene altura, preparación ni carácter para ser un estadista”.

LEA

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