El Diario

Me dice Francisco que uno debe distinguir entre agitación y desarreglo. El país no está agitado, me dice; el país está desarreglado.

Claro que hablábamos de lo que estaba pasando en Copei, en la Causa R, en torno a la candidatura de Irene Sáez. Ya se ha pedido públicamente la renuncia de Luis Herrera Campíns y Donald Ramírez y la convocatoria de un directorio nacional del partido verde para manejar el desastre. Por lo menos en cinco estados del país ha habido confrontación de autoridades nacionales y regionales, renuncias y pases a tribunal disciplinario. Por lo que respecta a la Causa R nada menos que su líder principal Andrés Velásquez inició un proceso de separación de la candidatura de Irene Sáez. Viendo con claridad que Sáez perderá irremisiblemente, se aferró del pretexto de la alianza de AD, Copei e Irene en el Distrito Federal para el rompimiento de vestiduras de estilo. Está comenzando a generalizarse una clara impresión de que Alfaro Ucero ni siquiera llegará a un 10% real. Continúa la consolidación en torno a Salas Römer y a Chávez. Eduardo Fernández intenta promover una alianza en torno a uno de los candidatos existentes (Salas Römer, por supuesto) o en derredor de alguien que no haya sido nominado aún porque así lo permitiría la declinación de uno o varios de los postulados según el artículo 151 de la ley electoral y dice que él nunca sería ese emergente. Fermín lo refuta y le acusa de querer recuperar un protagonismo que no tiene. Un conocido banquero planea recibir en su casa a Chávez para una séance priveé.

En una sola semana es puesto en libertad Larry Tovar Acuña, la Corte Suprema de Justicia confirma la prescripción de la causa contra la esposa del Dr. Lusinchi, fracasa la licitación que aspiraba “privatizar” las empresas estatales del sector alumínico. Ninguno de estos hechos ayuda a la felicidad psíquica de los venezolanos y refuerza la desesperación y el apoyo a Chávez como salida destructora de un estilo político cada vez más odiado o, al menos, despreciado.

Por tanto, lo próximo que veremos será la confrontación de Salas Römer y Chávez, puesto que el primero va de segundo en estos momentos. Mi vaticinio: gana Chávez de calle una confrontación con Salas Römer. (En cabeza del mayor número de votantes). Y a la hora de que claramente, ninguno de los actuales pretendientes pueda detener a aquél, el esquema dibujado originalmente en público por Pompeyo Márquez, el emergente postulado bajo los supuestos del 151 de la Ley del Sufragio y Participación Política, se convertirá en una necesidad. Y si entonces se pretende que ese emergente es Ledezma—que nunca superó 1% en las encuestas—o Giusti—que necesitamos como chivo expiatorio de la situación petrolera—o cualquier otro que no sea un verdadero outsider, tampoco podrá impedirse, por medios democráticos, que Chávez llegue al poder. Siempre quedan, por supuesto, las alucinaciones del golpe de Estado preventivo o curativo y la estupidez y el crimen horrendo del atentado. A Chávez sólo podrá ganarle un verdadero outsider que sepa presentar al país una propuesta entusiasmante, no un paladín cuyo único norte sea combatirlo. El pueblo sabe, empírica o intuitivamente, que una persona, partici­pante directo de la configuración de poder actual, carece de la libertad ne­cesaria para acometer los cambios que sería necesario introducir a través de tratamientos novedosos a la situación política. Para ponerlo en otros términos: un líder que ostente en los momentos actuales una cantidad signi­ficativa de poder, estará al mismo tiempo muy impedido por la serie de tran­sacciones en las que, con toda probabilidad, habrá debido incurrir para ac­ceder a la posición que ocupa y para mantenerla.

Chávez trae toda la carga, por supuesto, de violencia y autoritarismo. Hoy en día, por poner un caso, su jefe de campaña es Alberto Müller Rojas—un ex general de división jefeado por alguien que sólo llegó a alcanzar un rango de tres escalones por debajo de él, un ex teniente coronel—y que, dicho sea de paso, ha declarado ya varias veces que él fue uno de los nueve que votó en contra de esa candidatura en el seno del PPT. Pareciera que Chávez se venga de esa oposición mandándole. Pues bien, de visita en mi casa en el año 1991, Müller Rojas quería venderme la siguiente fórmula: “Este país se arregla con tres mil entierros de primera clase”. Luego me sugirió una operación bastante más económica: una bomba plantada en el entierro de Gonzalo Barrios, que para la época no había fallecido todavía. Cuando le pregunté qué vendría después, me contestó que eso no importaba. Que ya se vería. Recuerdo haberle sugerido que es una gravísima irresponsabilidad intervenir quirúrgicamente si se desconoce lo que habrá que hacer en el proceso postoperatorio.

Pero esa percepción de Müller es la percepción básica de Chávez y del núcleo principal de quienes le acompañan. No es, todavía, una percepción generalizada en todo aquél que manifiesta una intención de votar por él, y mucho menos entre quienes pueden ofrecerle y darle, como ya se hace, un apoyo económico significativo.

En todo caso, el país camina actualmente por las rutas del desarreglo, sin haber entrado aún en el cauce de la agitación. Y esta es una situación que permite, estimula, exige, la invención y la creatividad en materia política. En el estudio de los sistemas complejos se conoce cómo es que un sistema puede evolucionar, por decirlo así, en el borde del caos, en gran diferencia respecto de los sistemas plenamente caóticos. Esto es un resultado de la tendencia, observable en cualquier sistema complejo, hacia la autorganización. Más aún, la condición que los expertos llaman “caos débil”, es muy común en la naturaleza. Es el estado normal de los sistemas más dinámicos en cuanto a potencialidad evolutiva. Tan castrante del cambio creativo es el excesivo rigor, el excesivo orden, como el caos pleno.

Resbalemos, pues, por este borde del caos, en este desarreglo, con los ojos bien abiertos y la imaginación bien dispuesta, porque así vamos a encontrar la verdadera salida, la que no puede ser, naturalmente, la de la aniquilación prevista por el jefe de campaña de Chávez. Y es que sobre la candidatura de Chávez pende la misma condena que ahora se ejecuta sobre la candidatura de Irene Sáez, quien hasta no hace nada estaba exactamente en el sitio y nivel que Chávez ahora ocupa en las encuestas. Lo que han hecho los Electores es sustituir a Irene por Hugo, como expresión de un descontento generalizado con la política que está llegando a su fin. De nuevo me atrevo a vaticinar: va a llegar el momento del desplome de la candidatura de Chávez.

LEA

Share This: