Después de que el ya famoso sargento técnico de destacado apellido indígena se refiriese a Fidel Castro como su «Comandante en Jefe» (Aló Presidente Nº 154 del 22 de junio) parecieran haberse abierto las compuertas de fallidos actos freudianos en relación con Cuba.
El caso del muy fallido acto de transmisión de los muy extraños actos del 24 de junio en el Campo de Carabobo—de los que se ha afirmado que contaron con la presencia de cubanos entre quienes desfilaban, aunque tal vez sólo eran enviados de Fidel algunos entre los guardaespaldas que en profuso número protegían a un presidente que antes se vanagloriaba de su libre contacto con el pueblo—fue complementado con el acto fallido de las palabras presidenciales que amenazaban con, no una, sino dos de las abusivas y aburridas cadenas de radio y televisión impuestas arbitrariamente por el gobierno, como modo de resarcirnos porque nos hubiéramos perdido la imprescindible transmisión del enésimo acto militar del aberrante período chavista.
«Y si hiciera falta en la noche otra cadena más, para que el pueblo todo vea cómo sus soldados están entrenados, alegres, dichosos, unidos más que nunca en nuestra historia, desde aquí con Bolívar al frente importando la nueva independencia venezolana», dijo Hugo Chávez Frías.
¿De dónde es que estamos importando una nueva independencia? ¿O es que Chávez, en un cuidadoso truco de provocación, empleó intencionalmente el gerundio «importando» en una acepción distinta para que pisáramos la proverbial cáscara de mango?
El Diccionario de la Real Academia Española—y no es que necesariamente Chávez acate la autoridad de este instrumento, pues seguramente preferiría un diccionario de la Social Academia Cubana—nos provee cuatro posibilidades.
La primera acepción de «importar» es la siguiente: «Convenir, interesar, hacer al caso, ser de mucha entidad o consecuencia». El diccionario aclara que en este caso el verbo es intransitivo; esto es, que no puede llevar complemento directo sobre el que recaiga la acción definida del verbo. Esta última observación no es otra cosa, dirá Chávez, que una sutileza gramatical sin importancia: «Yo lo que quise decir era que los soldados del pueblo, junto con Bolívar, convenían, interesaban, hacían al caso o son de mucha entidad y consecuencia a la nueva independencia de Venezuela».
Pero tal vez no sea eso lo que realmente quiso dar a entender el orador del caserío Los Rastrojos. La segunda acepción reconocida por la academia peninsular es ésta: «Hablando del precio de las cosas, valer o llegar a tal cantidad la cosa comprada o ajustada». En este caso, Chávez habría querido decir algo como que «la nueva independencia» tiene como precio a Bolívar y los soldados aludidos. Que para adquirirla es preciso desembolsar los sagrados restos del Panteón Nacional y los soldados que una falla técnica—sabotaje, seguramente—impidió mostrar en todo su patriótico esplendor.
Pero es que todavía hay un tercer posible significado. Tercera acepción: «Llevar consigo, incluir. IMPORTAR necesidad, violencia». (Los ejemplos tras las mayúsculas, así como las cursivas, son provistos por el DRAE. El autor de este análisis filológico no tuvo que ver con su selección). Si ésta fuese la acepción en la intención del orador, entonces uno debiera entender al vice Comandante en Jefe—dado ya que Castro es el número uno—como queriendo decir que los soldados del accidentado y marginante desfile—y por supuesto Bolívar—traen consigo, o incluyen, una segunda independencia para los venezolanos.
Y así llegamos al final. Cuarta y última acepción: «Introducir en un país géneros, artículos, costumbres o juegos extranjeros». Y esta vez el DRAE no provee instancias, por lo que tendremos nosotros que imaginar cuáles ejemplos serían pertinentes. Ya que se menciona juegos extranjeros ¿se refería Chávez a la importación, para exhibirlo, del bate quebrado y relleno de corcho de Sammy Sosa? ¿O se trata de costumbres, como la de fusilar, tras revolucionarios juicios sumarísimos, a quienes secuestren unidades de transporte para escapar a una opresión? ¿Se trata de importar artículos tales como guayaberas, o los géneros textiles empleados en su confección?
Finalmente, Chávez ha podido desplegar en tan admirable trozo de elocuente oratoria, toda su polimatía para obsequiarnos los cuatro significados de un solo trancazo. Me inclino a pensar, sin embargo, que es sólo la última acepción la empleada por el antiguo Comandante en Jefe. Para esto echo mano, tal vez con extrapolación exagerada, de una clave posiblemente monetaria en la oralidad presidencial. Se trata de recordar que Chávez no escribió las palabras analizadas; simplemente las dijo. El lenguaje oral no contiene la identificación de mayúsculas o minúsculas en las palabras y por tanto el divorciado (retirado) teniente coronel ha podido decir en realidad: «desde aquí con bolívar al frente importando la nueva independencia venezolana». Es decir, simplemente que pagaremos con nuestro maxidevaluado signo monetario. LEA
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