La cosa está, como diría el vicepresidente Rangel, excesivamente normal.
Por una parte, los diputados a la Asamblea Nacional, tanto del gobierno como de la oposición, coinciden unánimemente en una cosa: en que sus contrarios son quienes impiden la designación del Consejo Nacional Electoral. Lo cierto es, no obstante, que no lo tenemos.
Aparentemente hay consenso sobre catorce de los quince nombres necesarios. En lo que se ha trancado el juego es en la designación del fiel de la balanza: el quinto miembro principal. Tan difícil está el asunto que ahora el diputado Maduro (de apellido) se refiere al innombrado como «el marciano» o «la marciana».
La postura de los diputados de la oposición no deja de ser razonable a este respecto. El quinto miembro no debe ser una ficha del gobierno, como tampoco se pretende que se elija a un claro opositor. La dificultad reside en encontrar, linterna de Diógenes en mano, a este ser impoluto y sin compromisos, aceptable para ambas partes.
Los diputados del gobierno se han mostrado dispuestos, por su lado, a nombrar «parcialmente» a los catorce nombres acordados, y dejar para más adelante la elección del quinto en discordia. Algo así como abonarle al Tribunal Supremo de Justicia un pago parcial por deuda pendiente, a ver si este órgano renueva el plazo de vencimiento.
Mientras tan diligente cuerpo legislativo se eterniza en la dilucidación de un punto que debió resolver hace dos años, el resto del país sigue su curso normal. No hay dólares de CADIVI. (El fino y bien hablado ministro de Agricultura—tercero en el ranking de elegancia castellana, superado sólo por Chávez y Acosta Carles—convertido ahora en vocero económico más autorizado que el manchado Nóbrega, reconoció desfachatadamente que la represión de las divisas estadounidenses obedece a razones políticas. Según él, si se suelta la bolsa de dólares habrá golpe de Estado. De todos modos ofreció esperanza: en sesenta o noventa días el régimen de cambio será «flexibilizado»).
En materia de salud los médicos cubanos elaboran «métodos»—que no récipes—con los que recetan dosis para adultos a infantes; en lo tocante a libertad de expresión se expide boleta de búsqueda para Ibéyise Pacheco y se arremete contra Patricia Poleo en Barinas; en política petrolera salvajes hordas—en defensa de la Constitución—atacan a ex empleados petroleros en sus casas; otras hordas, esta vez capitalinas, saludan el deceso del Cardenal Velasco, en representación del Presidente de la República ausente de las exequias.
Ante tanta normalidad, la comisión del Parlamento Europeo que hoy concluye su visita nos dejó una recomendación que brilla por su creatividad e indudable utilidad. Que dialoguemos y encontremos una solución pacífica a la crisis. ¿Para qué vinieron?
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