OnlineCasinoNews.com se presenta a sí mismo como un portal dedicado al juego por Internet: apuestas de casino, apuestas sobre eventos deportivos, datos de última hora, resultados, etc. El lunes de esta semana abría alborozado con la siguiente noticia:
«Según fuentes de Washington, reporta hoy Associated Press, el Pentágono está estableciendo un sistema en línea para un mercado al estilo de una bolsa de valores, o lo que algunos llamarían un mercado de futuros en línea. Lo interesante es que lo que en él se comercia no son acciones de compañías o productos, sino información de conspiraciones, rumores a los que especuladores anónimos apostarían para predecir ataques terroristas, asesinatos y otros «eventos nostradámicos». Los hipotéticos contratos a futuro en los que los inversionistas pueden comerciar pueden ir desde la probabilidad de que el líder palestino Yasser Arafat sea asesinado, hasta la de que el rey jordano Abdullah II sea depuesto, Corea del Norte emprenda un ataque nuclear u ocurra un ataque biológico sobre Israel».
Lamentablemente para el portal de juegos y los especuladores que ya se disponían a hacer fortunas con este novísimo mercado financiero, la inmediata y prácticamente unánime condena que tan peculiar idea generó en medios políticos norteamericanos forzó a los militares a abandonar el proyecto. El editorial de la edición de ayer del Boston Globe indica: «Algunos viejos búhos republicanos del Senado cancelaron ayer la locura. Pero hasta que John Warner, de Virginia, Presidente del Comité de Servicios Armados, persuadiera a sus contrapartes del Comité de Inteligencia y Asignaciones para que se le unieran en decir al Pentágono que desconectaran el mercado de futuros terroristas financiado por el gobierno, la administración Bush estaba en realidad planeando acicatear a los especuladores para que apostaran sobre la atrocidad de un nuevo 11 de septiembre».
El lunes los senadores demócratas Byron Dorgan (Dakota del Norte) y Ron Wyden (Oregón) destaparon la olla. Dorgan opinó que la idea era moralmente repugnante y grotesca, y preguntó: «¿Pueden ustedes imaginarse que otro país estableciera una casa de apuestas patrocinada por su gobierno a la que la gente pudiera acudir para apostar sobre el asesinato de algún político norteamericano?»
Después de la revelación, el Pentágono intentó infructuosamente que el asunto no pasara a mayores. No pudo, y los detalles comenzaron a filtrarse. El gobierno de los Estados Unidos había asignado 8 millones de dólares a la iniciativa y permitido que la organizase el almirante retirado John Poindexter, antiguo asesor de seguridad de Ronald Reagan. Poindexter se hizo famoso por mentir al Senado estadounidense en torno al escándalo Irán-Contras. De ésa se salvó porque contaba con una «inmunidad especial», parecida a la que ahora busca el gobierno de Bush para que sus funcionarios no puedan ser acusados por crímenes de guerra ante la Corte Penal Internacional. (El gobierno de Reagan, se recordará, había inventado un enrevesado esquema de financiamiento de los «Contras» nicaragüenses de Edén Pastora, que hacía pasar los fondos por canales del gobierno iraní de los ayatollahs. El patuque no pudo ser ocultado).
El miércoles había desaparecido de www.policyanalysismarket.org—la página en Internet en la que se listaba los eventos sobre los que el Pentágono quería se apostase—toda la información del programa. Ahora se obtiene una página en blanco. Si Dorgan y Wyden no hubiesen dado la alarma, las apuestas hubieran comenzado el próximo 1º de octubre.
Wyden explicó cómo se pensaba que funcionaría el asunto: «Por ejemplo, uno puede pensar con cierta anticipación que el primer ministro X va a ser asesinado, y así compra los contratos a futuro al precio de cinco centavos por cada participación. Mientras más personas crean que esa persona va a ser asesinada, el costo del contrato puede subir a 50 centavos. Si se da el asesinato el pago es de un dólar por participación. En ese caso, quienes compraron a 5 centavos ganan 95. Los que compraron a 50 sólo ganan 50 centavos».
Para mañana viernes el Pentágono esperaba haber registrado a los primeros mil especuladores en este Policy Analysis Market que igualmente, al decir de los senadores, hubiera permitido el acceso de los propios terroristas: «Esto parece estimular a los terroristas a participar, bien sea para beneficiarse de sus actividades terroristas o para apostar en su contra con el fin de confundir a las autoridades de la inteligencia de los Estados Unidos».
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A comienzos de la década de los cincuenta, la Corporación RAND –el más grande y prestigioso think tank del mundo– había desarrollado la llamada técnica de «escenarios» y luego los «paneles Delphi». Ambas cosas eran métodos imaginativos para intentar ejercicios predictivos. El juicio de varios expertos, razonaba RAND, es preferible al juicio del mejor experto aislado. Ahora es la oficina de Conciencia Informativa sobre Terrorismo (Terrorism Information Awareness Office), perteneciente a DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency) y dirigida por Poindexter, la que sostiene que los mercados especulativos son mejores predictores que los expertos.
Es posible que técnicamente DARPA tenga razón. A fin de cuentas, los mercados han comprobado ser predictores precisos para una buena gama de acontecimientos. Por otra parte, los analistas de políticas de think tanks como RAND tienden a adoptar una postura clínica que a veces raya en la total insensibilidad. (Por poner un solo caso: uno de sus más famosos miembros, el difunto futurólogo Hermann Kahn, acuñó el término «megamuertes»—como si se tratase de megahercios o megabytes—para escribir con facilidad la escala de tablas en su libro On Thermonuclear War. 1 megamuerte = 1 millón de muertes).
El invento de Poindexter, sin embargo, sobrepasa la imaginación de los peores horrores que Stephen King haya escrito. Ese delincuente internacional que, para obtener los fondos para financiar los contraguerrilleros nicaragüenses, vendió misiles a Irán—el mismo Irán al que se quiso combatir con el apoyo inicial norteamericano a Hussein, el mismo Hussein que ahora se persigue—resucitó después del 11 de septiembre de 2001 con una idea que, felizmente para los norteamericanos, fue derrotada por sus tintes totalitarios. Poindexter había propuesto el programa Total Information Awareness, diseñado para la identificación de terroristas potenciales mediante la compilación de dossiers electrónicos detallados sobre millones de ciudadanos.
En esta ocasión realmente sobrepasó los límites. El engendro del mercado de futuros atroces no se diferencia moralmente de esos degradados casinos que en Viet Nam admitían apuestas sobre el resultado de sesiones de ruleta rusa. La diferencia es sólo tecnológica y cuantitativa: el mejor conocimiento de Internet combinado con una población de especuladores que para enero de 2004 el Pentágono esperaba llegase a unos 10.000 apostadores.
La ironía alcanza ahora a Poindexter, pues ya se casan apuestas sobre el tiempo que le queda como funcionario del muy extraño y sórdido gobierno de George Bush hijo.
Algo está muy mal con la actividad política de estos días. La aberración de Chávez es correspondida con la corrupción de Berlusconi, el terrorismo colombiano y el de bin Laden, las truculencias de Bush y la desfachatez de Tony Blair, quien reconoce que tiene un «problema de imagen» sobre el que tiene que trabajar porque no ha «perdido en nada el apetito de poder».
No se trata de meras crisis políticas. Lo que está en crisis es la política misma. Aquí y en todas partes.
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