Cartas

Carlos Andrés Pérez vuelve a ser noticia por obra y gracia de Hugo Chávez Frías, que con una denuncia sin pruebas implica al ex presidente en planes de magnicidio contra su persona y procede a cortar el suministro petrolero a la República Dominicana que, según el acuerdo de San José, es beneficiaria de condiciones comerciales especiales.

Es por tal razón que Fausto Malavé, el conductor del programa ¿Quién tiene la razón?, viajó a Nueva York para entrevistar a Pérez sobre ésa y otras acusaciones. Malavé tiene por misión producir un programa que genere rating para Televén, así sea que para tal cosa deba dar espacio privilegiado a la insolente Lina Ron o al desacreditado Carlos Andrés Pérez.

Durante la entrevista Pérez no dejó lugar para la duda: sus posturas ante el referendo y ante el problema más general de salir de Chávez coinciden milímetro a milímetro con la de una federación paralela a la que se reúne como Coordinadora Democrática: el Bloque Democrático que lideran los más radicales entre los activistas de la oposición al gobierno.

Pérez no cree en el referendo revocatorio, no cree en otra salida que no sea la del manido Artículo 350 de la Constitución. Este artículo dice a la letra: «El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos».

Eso es lo que desea invocar el Bloque Democrático, que además postula » que las soluciones modernas, aplicables a las crisis como la que vive Venezuela, no son solamente de carácter electoral, sino más bien de desobediencia civil generalizada, que es definitivamente apoyada por las Fuerzas Armadas, las cuales obligan al Dictador a someterse a la voluntad de las mayorías».

En la fórmula del Bloque Democrático está implícito que las fuerzas armadas deben hacer un ejercicio de interpretación final. Serían ellas las que «definitivamente» se pronuncian. Para que lo hagan sólo tenemos que declararnos en desobediencia civil generalizada. Tenemos que dar a los exégetas militares el indicio, el pretexto, la señal que esperan.

¿Pero no fue precisamente eso lo que ocurrió el 11 de abril, cuando un texto instantáneo y masivo de desobediencia civil, de diecinueve párrafos puntuado por diecinueve muertes, proporcionó la coartada que unos cuantos militares esperaban para actuar?

Un connotado miembro y directivo del Bloque Democrático, por otra parte, era quien más insistentemente propalaba la idea de que un paro terminaría con el régimen chaveco. En eso andaba desde comienzos de 2002, hay que reconocerlo, bastante antes del 11 de abril. Decía, además, que si no parábamos al país antes de que Lula resultase electo, más nunca íbamos a salir de Chávez.

Bueno, tuvimos paro. Un paro de dos meses sobre la navidad y el año nuevo. Un paro suicida, demencial, agotador, como pudo verse. Con, por ejemplo, casi 20 mil personas despedidas de PDVSA, que perdieron sueldos, casas, escuelas.

Bueno, tuvimos paro. No es necesario demostrar que quienes lo propusieron no tenían razón. ¿Por qué la tendrían ahora? ¿Por qué debiera confiar uno en médico alguno que hubiera aplicado en sucesión dos tratamientos desastrosos a un mismo paciente e insistiera en que ahora sí acertará?

No puede dejarse a la interpretación de los militares en qué momento estamos en presencia de una desobediencia civil generalizada. A los militares se les ordena, y sólo hay un jefe superior al actual Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Venezolana: el Pueblo. Por esto, sólo es el Pueblo quien puede dictar un decreto como el siguiente:

Nosotros, la mayoría del Pueblo de Venezuela, Soberano, en nuestro carácter de Poder Constituyente Originario, considerando

Que es derecho, deber y poder del Pueblo abolir un gobierno contrario a los fines de la prosperidad y la paz de la Nación cuando este gobierno se ha manifestado renuente a la rectificación de manera contumaz,

Que el gobierno presidido por el ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías se ha mostrado evidentemente contrario a tales fines, al enemistar entre sí a los venezolanos, incitar a la reducción violenta de la disidencia, destruir la economía, desnaturalizar la función militar, establecer asociaciones inconvenientes a la República, emplear recursos públicos para sus propios fines, amedrentar y amenazar a ciudadanos e instituciones, desconocer la autonomía de los poderes públicos e instigar a su desacato, promover persistentemente la violación de los derechos humanos, así como violar de otras maneras y de modo reiterado la Constitución de la República e imponer su voluntad individual de modo absoluto,

Por este decreto declaramos plenamente abolido el gobierno presidido por el susodicho ciudadano y ordenamos a la Fuerza Armada Nacional que desconozca su mando y que garantice el abandono por el mismo de toda función o privilegio atribuido a la Presidencia de la República.

Tan sencillo y tan directo como eso. Aquí el problema es el de dirimir quién manda en Venezuela: Chávez o el Pueblo.

Carlos Andrés Pérez, que metió su mano el 11 de abril, que acompañó el paro, que comulga con el Bloque Democrático, no tiene la razón, por ejemplo, cuando dice a Malavé que el Artículo 350 ordena a los venezolanos que desconozcamos el régimen de Hugo Chávez. El Sr. Pérez no entiende de derecho constitucional, porque si lo hiciera sabría que las constituciones no ordenan nada al Pueblo, sino que es éste quien ordena la constitución. Como decía el Sr. Nuncio Apostólico en Venezuela, Monseñor Dupuy, así como Jesús de Nazaret expuso que el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado, es el caso que la Constitución está hecha para el Pueblo y no el Pueblo para la Constitución.

Ahora ofreció Pérez, en el espacio de Malavé, venir muy pronto a Venezuela. Comoquiera que en el mismo programa se presentó a sí mismo como «el único» que había podido derrotar a Chávez, pudiera suponerse que vendrá a ofrecerse como nuestro salvador, una vez más.

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