LEA

Dictaduras mucho más estrechas que la que Chávez aspira a completar, como la de Reza Palehvi en Irán—con un estado que era la admiración del planeta por lo eficaz de sus policías, especialmente de su policía política—cayó estrepitosamente. Chávez no puede durar eternamente. El castrismo no puede ejecutarse en cámara lenta, porque mucho antes de asegurarse la parálisis del cuerpo social, éste se manifiesta como enjambre, como una eruptiva de incendios simultáneos en tantos sitios que el gobierno de una era totalmente informatizada ya no puede apagar.

Es el enjambre lo que puede perfectamente matar a Chávez. No un asesino a sueldo, no un asalto militar. Chávez pudiera morir como Mussolini, sólo que a estas alturas sin su Petacci. Si Chávez continúa en su libreto, y busca dominar a Venezuela como Castro sojuzga a Cuba; si manda a atacar ahora a una decena de urbanizaciones en Caracas, para aterrorizar las casas de sus enemigos; si llegare a ordenar una vez que se eche el común delincuente, con la seguridad de resultar impune, sobre los pobladores que le adversan, en alguna persecución de nombre y apellido, estárá sellando su suerte.

Las abejas son usualmente inocuas hacia el hombre o las bestias. Pero son letales para el más grande de los animales. Hasta el mayor de los elefantes sucumbe a los mil aguijones envenenados de un enjambre. Como mil hipodérmicas sobre un hombre, cada una de las cuales inocula la milésima de una dosis mortal.

Ojalá no. Pero si llegare a ser, en desagravio a Bolívar, que su cuerpo colgara de un poste, amoratado, herido de mordiscos y cuchillos, mojado de saliva ajena, desnudo y de cabeza de un árbol de la Plaza Bolívar, Chávez recordará segundos antes otro árbol señero, al que nunca conoció frondoso y ante el que una vez juró su desatino.

Los fascistas morían a manos de las turbas ciudadanas. No sólo su jefe.

Por eso su derrota no depende de la coordinadora, ni de la gente del petróleo, ni de la iglesia, ni de la banca, ni de los medios, ni de nadie. Si pudiera eliminar, que no puede, cada grupo, cada institución, cada poder, todavía quedaría el poder del enjambre. Lo mataríamos inevitablemente, porque Chávez habría africanizado estas abejas.

LEA

Share This: