La palabra escenario se ha generalizado, sobre todo, en el lenguaje político. En el sentido usual se entiende por escenario alguna situación futura; en el sentido técnico un escenario se considera incompleto si no existe especificación de la secuencia de pasos que llevan de la situación actual hasta la futura. Es en este sentido que describimos aquí un escenario, que por supuesto no ignora la existencia de una multiplicidad de otros escenarios factibles.

Tiene que ver con iniciativa de esta publicación en su anterior entrega, cuando decíamos: «Desde que comenzó el actual período constitucional el aparato público venezolano cuenta con la innovación de la figura del Vicepresidente Ejecutivo de la República. Comoquiera que pudiéramos estar ante una inminente elección presidencial, y ésta involucrará con toda seguridad un cambio de Vicepresidente, conviene refrescar cuáles son las atribuciones de este peculiar funcionario… tal vez un desplazamiento de la atención hacia la figura del Vicepresidente contribuya a destrancar el juego por los predios de la oposición institucionalizada en la Coordinadora Democrática. Tanto porque pudiera generarse más consenso sobre el Vicepresidente que sobre el Presidente, como porque, en efecto, las capacidades de un Vicepresidente moderno pudieran compensar un perfil más convencional en el Presidente… El número uno es importante, ciertamente, pero pudiera ser que la clave del momento estuviese en encontrar un acertado número dos».

El escenario parte de lo siguiente: en pocos días más, aun con un retraso que exceda el Día de los Enamorados, el Consejo Nacional Electoral procederá a convocar, con tiempo suficiente para que se escenifique antes del 19 de agosto, un referendo revocatorio del mandato del Presidente de la República.

Por estas fechas habrá culminado para Súmate el compromiso más importante de su exitosa trayectoria cívica, bajando así la presión sobre María Corina Machado y Parisca. Su nombre pudiera entonces asomarse como magnífica opción para la Vicepresidencia Ejecutiva de la República. Vistas las atribuciones constitucionales de este cargo, podríamos estar muy tranquilos si en un futuro próximo la Vicepresidencia pasara a manos de la ingeniera Machado, joven, moderna, independiente, seria, eficiente, responsable, tenaz y serena. Cualquier Presidente de la República contaría en ella con una Vicepresidenta de lujo. Tanto es así que su designación en el puesto pudiera ser objeto de acuerdo preelectoral de los que pretendan la Presidencia de la República. He allí un pacto sencillo.

La figura de María Corina Machado refrescaría de inmediato el tráfico político nacional. Una mujer joven, carismática, profesional, que ha dirigido la organización ancla de la sociedad civil con gran tino, eficacia y equilibrio, con imparcialidad que quisiera para sí el CNE, sería una contrafigura ideal a la perniciosa gestión de José Vicente Rangel, y probablemente crearía entusiasmo y un foco positivo hacia el futuro, cosa que nuestros nobles «Ni-ni» esperan con angustia.

Si llegare a ser ineludible que unas elecciones primarias fuesen la instancia que determinaría un candidato unitario a la Presidencia, todavía Súmate podría ser el organizador indicado del evento (preferible a la Coordinadora Democrática) aun cuando la ingeniera Machado ya estuviese en lides vicepresidenciales, pues Súmate ha sido por su buen criterio una organización que no depende para subsistir de su excelente gerencia. Veinte ediciones atrás (Nº 53, 11 de septiembre de 2003) esta carta adelantaba: «…allí está Súmate, lista, técnicamente suficiente, claramente imparcial, para organizar esas primarias. Después del segundo y último firmazo, ésa será la tarea que le tocará realizar. A Súmate, todo nuestro apoyo».

En todo caso, María Corina Machado puede ser un brillante número dos, que daría un benéfico impulso y una oxigenación inestimable a un proyecto político de transición con alto grado de consenso.

La Presidencia es otra cosa. En nuestro criterio, dentro de la lista informal de candidatos que se manejan para la presidencia de transición, Teodoro Petkoff sería probablemente la opción preferible. Con suficiente experiencia política, hoy independiente, con carácter y energía suficientes, Petkoff es un presidente con quien todos podríamos vivir, incluso los chavistas.

Estatura de estadista tiene, ciertamente, y experiencia concreta de gobierno, a la que aportó además de su trayectoria política su formación de economista. No es esta condición algo que pueden exhibir, por mencionar algunos casos, Américo Martín, Alejandro Armas, Cecilia Sosa, Manuel Cova o Alberto Quirós Corradi, aunque este último puede mostrar indudable capacidad ejecutiva.

Pero aquí se trata no sólo de gerenciar, sino de proveer una visión de Estado. Acoplado este capital a los evidentes talentos de la directora de Súmate, Petkoff y Machado pueden convertirse en dupla invencible. Anunciada con anterioridad al revocatorio mismo puede generar entusiasmo suficiente como para compensar la tendencia a la abstención en un importante segmento de Electores.

El CNE pudiera objetar que se hiciese campaña para la Presidencia, pues no hay aún resultado revocatorio y por ende no hay seguridad de elecciones presidenciales posteriores. Pero ¿cómo podría objetar una campaña centrada en la Vicepresidencia Ejecutiva de la República cuando este cargo no está sujeto a elección y por tanto sale de su ámbito?

La secuencia completa del escenario: convocatoria a referendo revocatorio, emergencia de María Corina Machado como candidata de consenso a la Vicepresidencia, campaña de futuro centrada en ella, obtención de un candidato unitario idóneo para la Presidencia (ojalá por primarias, ojalá Petkoff), revocación del mandato presidencial, cierre del período constitucional en magníficas manos. Inshallah. LEA

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