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El domingo 2 de octubre de 1994 se celebraba en la Sala 6 del Parque Central un evento de gran interés y posibilidades futuras. Unos setenta dirigentes no tradicionales, provenientes de diversos lugares del país, se reunieron a discutir las líneas generales de una opción política diferente a las que hasta ese momento habían sido presentadas a los Electores venezolanos. Los organizadores del evento fueron el movimiento Sociedad Civil Para La Gente, el partido Factor Democrático y la agrupación BREA, aunque asistieron también representantes de otros movimientos, como el Grupo Asesor Comunal de Baruta. Abrió el acto Lenín Aquino, dirigente social aragüeño, quien expuso los objetivos de la reunión y dio la palabra a un panel en el que destacaba Diego Bautista Urbaneja, el principal dirigente de Factor Democrático. Urbaneja presentó el concepto básico de su partido y declaró enfáticamente su convicción de que la reunión llegaría a ser «histórica».
El editor de esta publicación fue invitado a la reunión, y habló para exponer la descripción general del proyecto de la Sociedad Política de Venezuela (1985), en el que Urbaneja había tenido alguna participación antes de abandonarlo.
El tiempo se encargó de desmentir al líder de Factor Democrático. El esfuerzo jamás llegó a nada concreto y la reunión nunca adquirió el pretendido carácter histórico.
La Ficha Semanal No. 4 de doctorpolítico registra extractos de una relación inicialmente publicada, bajo el título Una especie política diferente, en el número 8 (19 de octubre de 1994) de referéndum, publicación que también tenía por editor al suscrito. Contiene unas pocas prescripciones que aún consideramos con vigencia, las que fueron en su momento debidamente desatendidas por los promotores de la reunión de Parque Central. Tal vez la seriedad y responsabilidad que exigían a una nueva organización política representaron un precio excesivamente caro para los que recibieron entonces el planteamiento.
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Otro código genético
Es muy probable que el proyecto de la Sociedad Política de Venezuela, superando sus carencias y aceptando modificaciones, se integre en este nuevo esfuerzo. Es probable que algunas de las ideas expuestas en esta publicación sobre el tema de la organización política que puede aventajar a los esquemas tradicionales puedan encontrar su inserción cooperadora en la organización que surja a partir de las próximas deliberaciones. Queremos por tanto resumir acá lo que consideramos deben ser los rasgos esenciales de lo que, a nuestro juicio, sería una organización política viable y exitosa.
En primer lugar, toda organización política que quiera ejercer una presencia eficaz deberá integrarse alrededor de tres componentes funcionales distintos, no sin parecerse a la estructura que exhibe la corteza cerebral del sistema nervioso de la especie humana. Un primer componente o sección de tal organización deberá dedicarse al registro veraz y oportuno del estado de la opinión de los Electores. Se contraerá, así, al registro sensorial, a la celebración de referenda, sobre todo de consultas a los Electores acerca de lo que piensan sobre tratamientos concretos a los problemas de carácter público en los distintos niveles de la estructura política nacional. Es la función primaria.
Un segundo componente vendría dado por un centro elaborador de políticas y tratamientos, de soluciones a los problemas que puedan ser presentadas por el componente anteriormente descrito al juicio de los Electores. Probablemente este centro deberá ocuparse igualmente de un programa de educación política de los miembros de la organización y de los Electores en general.
Finalmente, un último componente debe estar dedicado a las operaciones propiamente dichas. Las operaciones electorales, por una parte, atendiendo a la normativa esbozada en el proyecto de la Sociedad Política de Venezuela, en el sentido de postular solamente a aquellas personas que hayan reunido un grupo de Electores que desean esa postulación. Las operaciones políticas no electorales, por la otra, siendo una operación típica la recolección de firmas para introducir proyectos de leyes por iniciativa popular, según lo permite la vigente Constitución.
Cada uno de estos componentes debe estar al mismo nivel jerárquico y gozar de importante autonomía funcional, para evitar la subordinación típica de los partidos tradicionales, en los que el conocimiento se supedita al poder. Naturalmente, será necesario disponer de una junta integradora de la acción de los tres componentes esbozados.
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Estas cosas son los problemas que debe acometer una nueva organización política si sus miembros desean trascender verdaderamente, y otra cosa les conduciría a la insignificancia. Es posible conseguir presencia puntual y episódica con acciones vistosas, microscópicamente valientes. Pero si lo que se desea es transformar a Venezuela, normalizar el nivel de vida de sus habitantes, expandir su democracia hasta sus límites tecnológicos, insertarla dignamente en la comunidad planetaria, es preciso acometer el problema con seriedad y responsabilidad.
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Entre los programas prioritarios de la nueva asociación deberá encontrarse el relativo a la educación política de los miembros de la asociación y de los Electores en general. Muchas buenas intenciones en política, mucho altruismo social, llegan a ver corrompido su impulso original porque recaen en el cauce muy atractivo de la política tradicional, de la Realpolitik. Es preciso escapar a ese sino cuasitrágico, y para lograr tal cometido no hay otro camino que el aprendizaje responsable. Nadie tiene la verdad definitiva en política. Nadie tiene nunca toda la razón. Con humildad, con alegría de estudiante, las personas que quieran construir una opción trascendente en la política venezolana deberán dedicar un tiempo apreciable al estudio y al análisis, tanto de los problemas públicos como de los nuevos enfoques que ahora están disponibles para su comprensión y su superación.
Ninguna otra aproximación haría legítimo un intento por obtener el poder político en Venezuela. La política consiste en entrometerse con la historia, en interferir en la vida de un pueblo. No puede tolerarse la irresponsabilidad a este respecto. Si el diseño de una nueva asociación política se parece demasiado al de las organizaciones convencionales, no habría razón para preferirlo a lo que tantas veces criticamos.
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