A la manière de Chávez, George W. Bush ha interpretado su reelección como un plebiscito que le habría conferido un mandato para extender su propia revolución. Así, acelera su agenda doméstica en materia de seguridad social, expande el déficit sin miramientos y coloca sin pestañear a sus más connotados halcones en puestos clave. Bush también tiene sus Izarra, sus Otaiza y sus Rodríguez Chacín.
Después de poner a la cóndor Condoleezza al frente del Departamento de Estado, y de enviar a otro de sus halcones, John Bolton, a Nueva York para encargarse de la Embajada de los Estados Unidos ante la ONU, ahora Bush ha escogido a su Subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, uno de los principales arquitectos de la guerra en Irak, para que sirva como ¡Presidente del Banco Mundial!
Según reporta Reuters, la candidatura de Wolfowitz no ha sido muy bien recibida mundialmente, con la esperable excepción del Reino Unido. Críticos de la postulación dentro de los Estados Unidos destacan que esta decisión de Bush no se condice con su publicitado propósito de reparar sus desencuentros con Europa, donde el tema de Irak separa la política norteamericana de las preferencias europeas. (Ya hasta Berlusconi acaba de declarar que se hace necesaria una estrategia para que las tropas de ocupación salgan de Irak). De acuerdo con fuentes europeas, la candidatura de Wolfowitz había sido circulada hace unas semanas y suscitado rechazo en el viejo continente. Una de ellas, no identificada, observó: «La nominación del Sr. Wolfowitz nos indica hoy que a los Estados Unidos les importa un comino lo que piense el resto del mundo».
La costumbre estipula que los Estados Unidos nombran, de facto, al Presidente del Banco Mundial, mientras que es decisión europea la designación del Director del Fondo Monetario Internacional. Por esta razón el desagrado de Europa probablemente no impida a Wolfowitz ejercer el cargo que Bush le encomienda, y el actual Director del FMI, Rodrigo Rato, ha elogiado la «impresionante trayectoria» del candidato norteamericano y su dilatada experiencia en Asia y el Oriente Medio. Pero la altiva (para no decir soberbia) decisión de Bush será debidamente anotada en la libreta de agravios del liderazgo de Europa.
Por estos lares ya debiera Chávez ordenar a su Ministro de Finanzas que revisara el status de nuestros negocios con el Banco Mundial, y el de otros sobre los que tan poderosa institución puede influir. Seguro que no pela uno de sus agresivos comentarios para referirse al hecho en el próximo Aló Presidente.
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