Hay algunas noticias que parecieran señalizar el alivio de ciertas tensiones. Por ejemplo, debe resultar en un descenso de la tensión en las filas opositoras al gobierno de Chávez, el anuncio del Centro Carter de que no será observador en las venideras elecciones municipales del 7 de agosto. Dada la matriz de opinión sembrada contra Jimmy Carter—que habría legitimado vilmente al gobierno con su dictamen sobre el referendo revocatorio del 15 de agosto—esa declaración debe contentar a muchos. El Centro Carter aclaró que su ausencia se deberá, simplemente, a que no ha sido invitado por el Consejo Nacional Electoral. La postura, sin embargo, debe entenderse formulada estrictamente para las elecciones de agosto, y abierta a la participación del centro en las de la Asamblea Nacional y la de Presidente de la República del próximo año. Después de que la Unión Europea hubiera ofrecido antes una explicación similar, sólo quedan la OEA y la ONU para este cometido. El papel de CAPEL (Centro de Asesoría y Promoción Electoral) es otro distinto al de observador. El CNE certifica ahora que el director de esa organización asesora opina que «la propuesta del CNE de incorporar observación de partidos políticos en el proceso de auditorías del registro electoral (RE) es inédito», y también que «garantizó a los actores políticos que los resultados de la auditoría serán 99% confiables». (La gente de CAPEL se reunió en el CNE con representantes del PCV, Izquierda Democrática, Primero Justicia, Proyecto Venezuela, Polo Democrático, Podemos, MVR, Bandera Roja y MEP. Ausentes notorios: MAS, PPT, AD, COPEI).
También alivia la cosa la retirada de los agresivos manifestantes bolivianos, que cesaron su militante presión contra las instituciones de su país. Un compás de espera abre una no muy ancha ventana para las acomodaciones electorales en Bolivia.
Y ahora Venezuela ha culminado la presentación formal de su solicitud de extradición de Posada Carriles por los Estados Unidos. La atención que Cuba concede al caso fue el pretexto esgrimido por Fidel Castro para no viajar a Katar, donde se escenifica una cumbre del Grupo de los 77 y China. He allí otro punto que de resolverse a favor de Venezuela contribuiría a un alivio de tensiones. Probablemente algún analista del Departamento de Estado haya ya recomendado conceder tácticamente el sacrificio del viejo combatiente anticastrista, con lo que se desinflaría significativamente la bullaranga retórica de Chávez. Pero lo más determinante en el caso es que en los Estados Unidos hay verdadera separación de poderes, y la decisión sobre Posada no es del ejecutivo norteamericano, sino prerrogativa de un tribunal. Si la solicitud está sólidamente argumentada y es tenida por legalmente correcta, no habría nada que Bush pudiera hacer para impedir la extradición. Aquí, paradójicamente, un triunfo del gobierno venezolano sería en sí mismo un mentís a sus denigraciones genéricas contra la potencia norteña.
Al regreso del caso Posada Carriles a primer plano, Venezuela y Cuba denunciaron su presencia en los Estados Unidos, lo que inicialmente fue negado por las autoridades de este país. Se trata de una conducta parecida a aquella ferviente y reiterada negativa del gobierno venezolano respecto de la presencia de Vladimiro Montesinos en nuestro territorio. ¿No se parecen los gobiernos de todo el mundo los unos a los otros?
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