En el número anterior de esta Carta Semanal de doctorpolítico se daba cuenta de cómo las principales encuestadoras nacionales registraban una fuerte tendencia abstencionista (en el orden de 60%) de cara a las venideras elecciones municipales del 7 de agosto. Consultores 21, por ejemplo, ofrece una medición según la cual sólo 45,3% de los electores consultados en sus más recientes estudios tiene la convicción de que irá a votar. Datanálisis, por su parte, mide 60% que pudiera no ir a votar, y su Director, Luis Vicente León, habla de una «caída estrepitosa» del interés en lo político: ahora sólo 42% de los venezolanos estaría interesado en lo político, cuando hace apenas seis meses esta motivación estaba presente en las dos terceras partes de la población electoral. Estas cifras no son nada demasiado anormal, si se toma en cuenta elecciones realizadas cuando no había tanto descrédito asociado al organismo electoral. (Medido por Consultores 21 con un 45,6% de electores que cree habrá algún tipo de fraude el 7 de agosto y sólo 39,7% que espera elecciones limpias). En las elecciones municipales del 3 de diciembre de 2000 hubo una abstención considerablemente mayor: el 72,6% de los electores no votó.
Pero también confirman las encuestas otro rasgo que hace que las uvas electorales sean vistas como muy verdes por los ojos de la oposición. Mientras la suma de preferencias por Primero Justicia (9%), Acción Democrática (6,7%) y COPEI (1,5%) llega a 17,2%, la aceptación del Movimiento Quinta República se sitúa en 41,7%, para una ventaja de 24,5 puntos porcentuales. (Consultores 21). He allí el verdadero fondo del problema. Si se lleva el asunto a las perspectivas para 2006, la encuestadora mide 53,7% de confianza en Hugo Chávez, contra 22,6% a favor de líderes de oposición. Esto es, una ventaja actual de 31,1%. Es ésa la distancia a recortar para las presidenciales del año que viene.
De nuevo, salvo los líderes de los partidos opositores con candidatos a las elecciones del mes próximo, no muchas voces formadoras de opinión prescriben la asistencia a las urnas. La mayoría predica la abstención. El periodista Unai Amenábar, por caso, establece una analogía entre el voto y el ahorro, para argumentar que si un banquero le roba sus ahorros no le confiará más su dinero y del mismo modo no irá a votar para evitar el escamoteo de su sufragio, el que procederá a guardar bajo el colchón. (No hay otra banco distinto del Consejo Nacional Electoral).
Alianza Popular, por su parte, de modo muy coherente con su línea estratégica, arguye así: «La originalidad de Chávez ha sido, precisamente, conseguir que en Venezuela el acto de votar pierda este valor esencial de elegir y en esas condiciones no creemos en la elección. La triste experiencia del referéndum revocatorio es una demostración palpable de esta infamia. Violentando groseramente la Constitución y las leyes, se le arrebató al voto de los ciudadanos su sentido y razón de ser. Ahora, a pesar de las numerosas voces de alerta que desde hace tanto tiempo vienen advirtiendo sobre el montaje de esta nueva trampa sin precedentes, a pesar incluso de las 5 razones técnicas explicadas hasta la saciedad por la organización civil SUMATE, miles de candidatos de partidos de la oposición se presentarán a la farsa electoral del próximo 7 de agosto. Una opción que los venezolanos con conocimiento de la realidad política y con verdadero compromiso con los valores éticos de la política, de la democracia y de las elecciones de ningún modo podemos compartir. Los principios constitucionales de la libertad y la participación no se pueden negociar a cambio de unos pocos cargos burocráticos. Ni en los concejos municipales y las juntas parroquiales ahora, ni en la Asamblea Nacional en las elecciones parlamentarias de diciembre, ni nunca en cualquiera otra elección». (Alianza Popular, se recordará, es el movimiento fundado y liderado por Oswaldo Álvarez Paz, a quien la encuestadora CECA-CIFRAS atribuye 17,2% de intención de voto a su favor, muy cerca de Diosdado Cabello con 21,1%. En cambio, Consultores 21 mide 15,8% para el Gobernador de Miranda, no tiene a Álvarez Paz en su pantalla y registra 16,3% para Julio Borges. Cosas de encuestadoras).
Es así como todavía hay quienes creen que hace casi un año hubo más votos revocatorios que conservatorios de Chávez. Es una matriz de opinión que sembró con grandes eficacia e irresponsabilidad la Coordinadora Democrática, en la esperanza de salvarse. Esto último no lo logró, pero sí la castración de la fe política de buena parte de los opositores de Chávez.
Pero hay unas cuantas voces que se atreven a una argumentación diferente. Fausto Masó, por ejemplo, sale al paso de las actitudes que publican la crónica de una trampa anunciada: «El discurso abstencionista y la división de la oposición le garantiza al chavismo una victoria abrumadora. Además, hoy la oposición es minoría, lo cual cambiaría con facilidad con una buena campaña electoral. En las elecciones parlamentarias de diciembre, con observadores internacionales de los cinco continentes, el chavismo ganará sin hacer trampas».
Antonio Pasquali, por su lado, esboza esta tesis: «Hay señales agoreras para las administrativas de agosto próximo. Sin embargo, si la oposición votara masivamente se le desafinaría a la autocracia el epinicio que piensa entonar. Eso daría ánimos a la oposición para diciembre. Si en diciembre ésta ganara más terreno con otra votación masiva, una victoria en diciembre de 2006 comenzaría a perfilarse como algo nada irreal. Al ritmo al que avanza la descomposición del régimen y del país, y con una oposición compactada alrededor del civil más apto para llevarse un 20% del voto chavista, esa victoria sí pertenece al reino de lo posible».
Pero ahora hay un desarrollo más preciso en el campo abstencionista. Hasta ahora pudo criticarse a éste que no pasaba de una formulación meramente negadora, de postular un ayuno, una anomia, un forfeit que entregaría todo al régimen de Chávez. Ya no más. El ingeniero Alejandro Peña Esclusa ha propuesto acciones más específicas, según lo registra el semanario digital «El Informe Cifras». (Asociado a la encuestadora CECA-CIFRAS que fue objeto de análisis en esta publicación la semana pasada).
Peña Esclusa receta la aplicación descentralizada de una desobediencia civil: la formación—son los números que usa a título de ejemplo—de cinco mil focos de desobediencia activa con doscientos ciudadanos cada uno, dispersos por todo el territorio nacional. El pintoresco líder garantiza que, primero, el gobierno no podrá reprimir o reducir una desagregación tal de la desobediencia y que, segundo, tal situación «provoca inevitablemente una factura militar». Es como una carambola imperdible en un universo newtoniano clásico.
Además indica que esta gran operación—cada foco deberá tener «un jefe, encargados de propaganda, encargados de organización, operaciones, grupos de legítima defensa, logística»—tendrá que ser emprendida «preferiblemente este mismo año y antes que el régimen haya materializado su milicia paralela, bien entrenada y equipada».
El esquema es totalmente iluso. Si se tratara sólo de provocar esta guarimbada por franquicias antes de que la milicia de cien mil efectivos esté lista, por más inmadura que ésta sea se encuentra en mayor apresto que cualquier avispero cívico por construir. Por otro lado ¿quién dijo que el gobierno se chupa los dedos en esta materia? ¿Quién dijo que le entraría con ejército regular o aun milicia uniformada y entrenada a un esquema asimétrico? ¿No es justamente el gobierno el gran organizador de la asimetría? ¿No lleva también ventaja en esto de organizar unidades y células a escala de barrios, urbanizaciones y parroquias? ¿No lo acaba de demostrar al oponer a los manifestantes de la Universidad Santa María ante la Asamblea Nacional, no ya efectivos de la Guardia Nacional que tendrían—gracias a Dios y a Jesse Chacón—instrucciones de no dispararles, sino una turba de «simpatizantes» del gobierno que les atacaron con palos, sillas y vasos? (Donde algo se bebía, como es protocolo obligado en cualquier aglomeración de partidarios del régimen).
Todo un libro escribió Peña Esclusa sobre la nueva táctica, a la que califica orgullosamente como «totalmente constitucional». Claro, después olvida esta virtud al describir un «consejo de regencia» que sucedería a Chávez luego de que se creara con la aplicación de su récipe la «crisis político-militar»: «Los candidatos para ese consejo de regencia o junta cívico militar serán los militares valientes que se dignen a hacer cumplir la constitución y en el lado civil, pues aquellos individuos que hayan demostrado su capacidad y una trayectoria impecable en los gremios donde pertenezcan, como educación, derecho, salud. Individuos reconocidos como hombres honestos y que se hayan ganado el aprecio de la población. Que ellos acompañen a los militares que decidan hacer valer la constitución. Después de estabilizar el país los partidos políticos podrán lanzar sus candidatos y participar en elecciones». Como se ve, ya no tan constitucional.
Hay que recordar que Peña Esclusa fue probablemente el más denodado proponente del paro, como la única salida eficaz a la terrible inconveniencia de Chávez. Debe reconocérsele que proponía tal cosa tan temprano como a comienzos de 2002, antes incluso de los acontecimientos de abril. Y en aquella época, como ahora con las franquicias de guarimba, también indicaba una fecha límite para hacerlo, porque después no causaría efecto. Había que pararse antes de que Lula fuese electo Presidente del Brasil; una vez que esto ocurriera ya no podríamos jamás salir de Chávez.
Parece que ya no es así. Parece que sí hay esperanza. Como lo pone «El Informe Cifras» con la pluma del Sr. Orián Jaramillo Mejías: «cada día que pasa su propuesta [la de Peña Esclusa] se ve como la más viable para salir de esta crisis y vacío institucional que atraviesa el país». Estamos hechos. La salida es la esclusa. LEA
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