Cartas

Si Alfredo Keller no desmiente a Quinto Día ¿cómo explicar que este periódico publique cifras de una encuesta reciente—nota de J. Pabón en la edición del 14 al 21 de octubre—contratada por «un grupo muy limitado de empresarios independientes que quisieron saber por dónde andan los tiros»? O el encuestador obtuvo permiso de esos empresarios—¿independientes de quién o de qué?—para dar a la luz pública unos pocos pero llamativos resultados, o uno de los clientes permitió al periódico el conocimiento de los datos publicados, o la fuga se debe a que Quinto Día tiene una quinta columna en Keller & Asociados. (Consultado Keller por esta publicación, niega haber sido él mismo quien filtrara la información, pero certifica que las cifras publicadas son exactas, que es lo que al fin y al cabo importa. También indicó a doctorpolítico que el levantamiento de los datos ocurrió entre el 10 y el 23 de septiembre pasado).

Los primeros disparos anduvieron por los silos de Polar y las fincas intervenidas. Quinto Día publica cifras de aceptación o rechazo de estas medidas gubernamentales en cada una de seis clasificaciones sociales: Clase E, Popular Baja; Clase D-, Popular Alta; Clase D+, Media Baja; Clase C-, Media Media; Clase C+, Media Alta; Clase AB, Alta. Los resultados indican los porcentajes de rechazo y aceptación como sigue: E, 48 contra 31; D-, 44 contra 39; D+, 48 contra 36; C-, 53 contra 39; C+, 69 contra 24; AB, 90 contra 6. (A medida que se desciende en la escala social crece el porcentaje de indecisos: AB, 4%; C+, 7%; C-, 8%; D+, 16%; D-, 17%; E, 21%. Los segmentos D y E comprenden el 62% de la población).

Cualquier encuesta, por supuesto, es una impresión fotográfica instantánea. Lo que registra momentáneamente puede cambiar. Aun si se mantuvieran los porcentajes de rechazo observados, una propaganda hábil por parte del gobierno pudiera mover los indecisos a su favor, por lo menos en los tres estratos inferiores, que es donde está la mayoría. La suma de los porcentajes de aceptación e indecisión arroja los siguientes números: Clase E, 52% (contra 48% de rechazo); Clase D-, 56% (contra 44%); Clase D+, 52% (contra 48%). Es sólo en un 48% de la población (clases AB y C) donde se registra una mayoría absoluta de rechazo. Una cosa tal es para preocuparse.

En temática cercana la encuestadora ha conseguido que una mayoría cree que el «socialismo del siglo XXI» aumentaría la pobreza. Y todavía en el punto anterior, Keller dice que una mayoría de 43% de los encuestados en los llanos aprueba las intervenciones de instalaciones y de fincas.

Pero lo que destaca el periódico, quizás naturalmente, es lo registrado en materia de candidaturas y liderazgos. Estas preguntas fueron cerradas; esto es, que los nombres considerados no provienen de la libre mención de los entrevistados, sino de nombres sugeridos por los entrevistadores.

A la pregunta «¿por quién votaría usted si las elecciones fueran mañana?» los encuestados establecieron el siguiente orden (en puntos porcentuales): Hugo Chávez, 42; Julio Borges, 11; Henrique Salas Roemer hijo (Feo), 5; Manuel Rosales, 5; Enrique Mendoza, 5; Henrique Salas Roemer padre, 3; Diosdado Cabello, 3; Leopoldo López, 3; Francisco Arias Cárdenas, 2; María Corina Machado, 2; Oswaldo Álvarez Paz, 1; Teodoro Petkoff, 1; Antonio Ledezma, 1. (Esta lista incluye, aparte de Chávez, un buen grupo de ex candidatos presidenciales: Salas Roemer padre, Arias Cárdenas, Álvarez Paz, Petkoff. Son material ya probado, aunque sólo los dos primeros contra Chávez).

Es obvio que dentro de quienes son opositores en esta lista sobresale Julio Borges, duplicando las marcas de quienes le siguen, el «Pollo» Salas, Mendoza y el gobernador del Zulia. No es esperable de Rosales manifestación alguna de pretensión candidatural para 2006, como tampoco de Mendoza. Sobre ambos penden acciones judiciales: Rosales se ha acomodado en convivencia pacífica con el proceso desde el mismo día de su proclamación, mientras que Mendoza promete, por fin, demostrar un fraude del 15 de agosto de 2004 y reaparece como negociador con instancias como el Consejo Nacional Electoral. Salas pudiera hacer un movimiento a lo William Ojeda, a ver qué recoge para negociar. Y con estos resultados, no muy distintos de los registrados antes por Félix Seijas, ya debieron haber llegado a conclusiones renunciantes Salas Roemer, López, Machado, Álvarez, Petkoff y Ledezma. Ninguna de estas vacunas ha prendido.

Ahora bien ¿representan 11% de preferencias, el segundo lugar tras Chávez y la duplicación de sus más cercanos competidores, un significativo crecimiento de Borges tras cuatro meses del lanzamiento de su candidatura? A juicio del suscrito no. Como se razonara en anteriores entregas de esta publicación, si Borges hubiera sido percibido como el líder necesario, hace tiempo que se hubiera producido una estampida de opinión a su favor, y las cotas alcanzadas por su candidatura hubieran debido ser mayores. Borges puede seguir creciendo, evidentemente, pero sus rasgos—conservador, ajeno al viejo bipartidismo—le asemejan bastante a Salas Roemer en 1998, candidatura que nunca pudo rebasar las marcas que Chávez establecía en ese año de campaña y elecciones. Pareciera que el techo de Borges está por debajo del piso de Chávez.

Más interesante, tal vez, es una pregunta que presenta nombres para identificar cuáles de ellos corresponden a personas percibidas como líderes, ya no considerar su participación electoral. De nuevo en términos porcentuales, ésta es la ubicación en orden descendente de reconocimiento: Hugo Chávez, 61; Diosdado Cabello, 42; Julio Borges, 40; José Vicente Rangel, 39; Leopoldo López, 39; Manuel Rosales, 39; Marcel Granier, 31; Teodoro Petkoff, 25; María Corina Machado, 23; William Ojeda, 13; Roberto Smith, 6.

Aquí son de notar varias cosas. En primer lugar, que Borges baja del segundo al tercer lugar y es superado por Cabello, que ciertamente sería visto como una suerte de delfín del Presidente, condición que conoció otrora y muy bien Eduardo Fernández. Luego, que a pesar de que no es candidato, una aparente mayor asertividad de parte de López le coloca muy cerca de Borges, su copartidario, con sólo un punto de diferencia.

Sorprende, quizás, la fortaleza del reconocimiento de Granier, quien supera por tres puntos a la fuerte figura de Petkoff. Si se percibiera el asunto candidatural como un terreno en el que los que se han tenido como candidatos «naturales» no parecen entusiasmar, y por tanto requerido de un tratamiento de urgencia con un outsider; si el factor mantuano, controlador de importantes recursos financieros y comunicacionales, sintiera que tiene que poner un candidato en circulación, esa significativa ubicación de Granier le haría imponerse sobre Machado, a quien lleva una marcada ventaja en puntos, en redondez y en experiencia.

Finalmente, los dos líderes colistas no se habían manifestado antes de la realización de las entrevistas. Ojeda no había anunciado su candidatura y Smith no había lanzado «Venezuela de Primera». Pudiera esperarse que en registros posteriores señalaran algún repunte, sobre todo Smith, sobre todo porque las opciones más consideradas al inicio por los asignadores de recursos—Borges y Petkoff—no parecen carburar.

El territorio, por tanto, continúa abierto a la emergencia de nuevas figuras, y los «empresarios independientes que quisieron saber por dónde andan los tiros» y contrataron a Keller para que les contara, deben estar algo escamados, si es que su «independencia» se inclina al antichavismo. (Pudieran estar más bien considerando anotarse a ganador con Chávez, que le lleva a Borges nada menos que 31 puntos). En este caso puede servir la más famosa prescripción de Sherlock Holmes: «Cuando se ha eliminado todo lo imposible, lo que resta, por más improbable que sea, debe ser cierto».

Y aquí todo lo «imposible» son estos candidatos o protocandidatos que conforman la lista de Keller, entre los que Luis Vicente León, su colega, ha distinguido como «los cuatro fantásticos»: Borges, Salas (o el «Gallo» o el «Pollo»), Petkoff y Smith. (Todavía puede darse a este último el beneficio de la duda, en virtud de su relativa novedad). Por esto cabe una vez más la fórmula de Stafford Beer: «Nuestro problema es que los hombres aceptables ya no son competentes, mientras los hombres competentes no son aceptables todavía».

Acá no es cuestión de crecimiento gradual de una candidatura tanto como un asunto de reconocimiento prácticamente instantáneo. Lo que se parece al fenómeno cuántico del efecto fotoeléctrico: si se necesita un haz de luz verde para excitar una cierta celda fotoeléctrica, podríamos alimentar con toda la potencia del sistema hidroeléctrico del Guri un haz de luz roja sin lograr el efecto. Hasta ahora, los más obvios protagonistas del pescueceo candidatural hacia las elecciones presidenciales de 2006 no le han hecho tilín al alma venezolana, no han desatado el nudo gordiano de nuestra política, ni han sacado la espada de su piedra.

LEA

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