Mi padre coleccionaba laboriosa y avaramente sus libros, a los que consideraba su verdadera fortuna. También tenía especial aprecio por su colección de Selecciones del Reader’s Digest, en la que podía encontrarse la propaganda de los fabricantes de armamentos, pues la había iniciado durante la Segunda Guerra Mundial. El Lightning P-38 de Northrop, el Corsair F4-U de Chance-Vought y el P-39 Airacobra de Bell estuvieron entre los aviones vendidos en las páginas de Selecciones, y no podía faltar en cada número algún reportaje épico de la guerra, en el que las fuerzas norteamericanas—en menor medida las inglesas—triunfaban heroicamente.
Siempre la continuó aumentando, así que pude leer números de la inmediata posguerra, con sus consabidas viñetas, anécdotas y chistes. Uno de ellos siempre me pareció ingenioso: cunde el pánico en la Casa Blanca, el Departamento de Estado y la Junta de Jefes cuando los Estados Unidos reciben un pedido de la Unión Soviética, por cien mil gruesas de profilácticos de doce pulgadas. Tras dos o tres días de desconcierto se decide cumplir el pedido fielmente. En cada envoltorio individual irá impresa, en destacadas letras, la palabra Medium. Eran cosas de la Guerra Fría.
Recordé el cuento al saber que el primer funcionario Chávez había amenazado a los Estados Unidos una vez más: después de denunciar que éstos entorpecían el suministro de repuestos a los Gavilán Combatiente (Fighting Falcon F-16 de Lockheed-Martin) venezolanos, sugirió que pudiera enviar (vender, prestar, donar) algunos aviones de ésos a Cuba o a China.
No es de esperar que haya cundido el pánico en ningún estamento gubernamental norteño con esa declaración de intención. Tan sólo un comentario del embajador Brownfield acerca de una obligación contractual de consultar con su gobierno el envío de F-16 a terceros países. Nuestro gobierno aduciría, probablemente, que también es una obligación contractual la de suplir los repuestos requeridos, así que lo que es igual, un incumplimiento de contrato, no es trampa. (Si China quisiera averiguar todo sobre los F-16 ¿no serían suficientes 900 mil millones de dólares en reservas internacionales para obtener la información sin ayuda de Venezuela?)
Tampoco es de esperar que ambos presidentes terminen de reunirse en Mar del Plata, para la Cumbre de las Américas. No sería muy cómodo exponer al Presidente de los Estados Unidos a reclamos en esa dirección, o tal vez a recriminaciones más duras. Chávez ya debe saber, como reporta anteayer William M. Arkin, lo siguiente:
«El Pentágono ha iniciado planes contingentes para un potencial conflicto militar con Venezuela, como parte de una amplia evaluación post Irak de las amenazas estratégicas contra los Estados Unidos. Esta planificación ha sido precipitada por instrucciones generales y específicas giradas por el secretario de defensa Donald Rumsfeld y sus asistentes civiles de política. Documentos internos asociados con la Revisión Cuadrienal de Defensa en 2005 (QDR) y la preparación del plan de defensa futura para los años fiscales 2008-2013, identifican cinco ‘países-amenaza’ específicos en tres grupos que requieren planificación de ‘pleno espectro’. El primer grupo incluye a Corea del Norte e Irán, ambos justificados porque estarían involucrados en el desarrollo de armas de destrucción masiva. A China se la clasifica como ‘creciente par competidor’ y amenaza de mañana. Siria y Venezuela aparecen como ‘naciones forajidas’.»
Chávez pudiera enrostrarle a Bush esa «comprobación» de que los Estados Unidos planifican una invasión a Venezuela, cuando a juzgar por la información pudiera tratarse de una clásica profecía autocumplida, dado que la planificación en ese sentido ha recién comenzado. Chávez habría inducido la materialización de lo que ha venido denunciando.
Probablemente tal cosa dependa de si Chávez asiste no sólo a las sesiones de la cumbre oficial de mañana y pasado mañana sino a las de la paralela «cumbre de los pueblos», a la que ha sido anunciado junto con Evo Morales y Diego Maradona. Quizás dependa de si sólo tiene un encuentro fugaz con Bush en algún pasillo o el patio de fotografías. Si Chávez se atiene al protocolo de un presidente convencional, puede que se conforme con su objetivo estratégico fundamental: el «entierro» del ALCA. Pero si Chávez no aguanta la tentación teatral de hablar en el acto de protesta, y la cancillería de Kirchner no es capaz de «amarrar al loco», podemos tener la seguridad de que aprovechará para meter el dedo en las llagas de Bush, que no son pocas.
Para empezar, Bush va a territorio emocionado en su contra. El diario bonaerense Página 12 dio cuenta de una encuesta con 60% de argentinos que desaprueban la visita de Bush y la diseminación del American way of life, sobre todo «después de las imágenes de pobreza y discriminación racial vistas durante la destrucción que el huracán Katrina causó en Nueva Orleáns».
Por otra parte, Bush llegará seriamente averiado a Mar del Plata—y con no mucha plata que ofrecer—después de la pesadilla de su más reciente semana. Casi no hay medio de comunicación en el planeta, especialmente en los Estados Unidos, en el que no se enumere la baja número 2.000 en Irak, la renuncia de Harriet Miers y la acusación a Lewis «Motoneta» Libby, el conspicuo asistente del vicepresidente Cheney por asuntos que en último término tienen que ver con las razones aducidas por el gobierno estadounidense para justificar su invasión de Irak. Desde el Christian Science Monitor hasta el Wall Street Journal, los grandes periódicos norteamericanos analizan la viabilidad de la presidencia de George W. Bush. Horas antes de su partida hacia el sur, habrá leído en el Washington Post el descubrimiento de centros secretos de detención de gente calificada como terrorista operados por la CIA, en países democráticos de Europa oriental, Afganistán y Tailandia. (Unos treinta prisioneros en estos «sitios negros» en un total de ocho países, son mantenidos en aislamiento, no tienen representación ni gozan de derechos legales reconocidos ni pueden comunicarse con personas que no formen parte del personal de la agencia de inteligencia norteamericana).
Si tales cosas no fueran suficientes, los senadores demócratas llamaron la atención del mundo sobre el creciente cuestionamiento a Bush en torno a la guerra en Irak, al convocar a una sesión a puertas cerradas del Senado para molestia de los senadores republicanos, que no pudieron impedir la táctica. Los mismos senadores demócratas le han organizado una despedida calurosa, al señalar que su negligencia hacia América Latina y sus necesidades habría dejado un vacío que Chávez no ha tardado en llenar con sus ofertas petroleras a la región, que hace no mucho fueran elogiadas por Dominique De Villepin. (Quien ahora no sabe que hacer para controlar serios y crecientes desórdenes—seis días llevan ya—en las zonas parisinas de mayor densidad de musulmanes).
El mismo Bush ha debido admitir en una entrevista concedida la víspera de su partida que las negociaciones a favor del tratado continental de libre comercio se han «estancado». Por su lado, el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, ve difícil algún progreso en esa dirección durante la cumbre en tierras argentinas, lo que significará la ausencia de una postura americana unificada para la inminente cita en Doha de la Organización Mundial del Comercio. La agencia cubana Prensa Libre se atreve a más, al aludir a fuentes cercanas a la reunión sureña que ven peligrar incluso su objetivo ostensible: la creación de «empleos decentes» para enfrentar la pobreza y fortalecer la «gobernabilidad democrática».
No parece, pues, escampar para el atribulado presidente Bush, a quien ya se le ofrecen tres consejos para salvar su asediada administración: reconocer errores, cambiar su gabinete—¿Rice por Greenspan?—y rectificar políticas. Está por verse que esto sea política o psicológicamente transitable para el mandatario más poderoso del planeta.
Entretanto, su ambiente no cesa de enrarecerse, tanto en el flanco doméstico como en el internacional. Esta debilidad creciente es lo que habrá percibido el Chávez iraní, el presidente Mahmoud Ahmadinejad, que en retórica tan agresiva como la que atizó la Guerra de los Seis Días en 1967, declaró que Israel debía ser borrado del mapa, atreviéndose a tal gravedad justamente en momentos cuando Irán arriesga sanciones por su terca independencia en materia nuclear. (No es que el atronado presidente iraní represente la opinión unánime de sus compatriotas. Una pieza satírica producida en Irán encontró espacio en Internet: «En un golpe estratégico maestro nuestro presidente ha roto el nuevo orden mundial unipolar y creado un mundo bipolar. Ahora está Irán de un lado, y Europa, América, Asia, África y Oceanía del otro en nuestra contra».)
Para nuestra propia circunstancia nacional un importante descalabro del gobierno estadounidense en la Cuarta Cumbre de las Américas nos reportará un Chávez más locuaz y presuntuoso que nunca. Regresará con cenizas del ALCA en un puño, desenlace nada improbable que marcaría la tercera derrota norteamericana en el dominio de la diplomacia continental, luego de que fracasara sucesivamente al tratar de imponer un candidato distinto a Insulza en la OEA y luego un mecanismo de «monitoreo de la democracia», visiblemente pensado para lidiar con el «problema Chávez».
El semanario canadiense Embassy percibe como inevitable la confrontación Bush-Chávez: «Los dos más divisivos, y en consecuencia los dos más acaparadores de atención entre los asistentes serán el Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, y el de Venezuela, Hugo Chávez. Ambos estuvieron presentes en la Cumbre de Québec en abril de 2001, pero mucho ha cambiado desde entonces. El Sr. Bush, ahora en su segundo período, ha conducido una política exterior estadounidense que ha exacerbado extendidos sentimientos antinorteamericanos en todas partes, y en gran medida olvidado o descuidado a América Latina. El Sr. Chávez, con su inflamatoria retórica, ha capitalizado estos sentimientos y se ha posicionado como el líder de los desposeídos, mientras militariza su país y erosiona las instituciones democráticas». Es decir, la clásica pelea de perros de la que Canadá preferirá mantenerse distante.
Después de Mar del Plata el presidente Bush recalará en Brasilia y Panamá, pero es difícil que cualquiera de estas dos visitas pudiera disimular un sonado fracaso en Argentina. Regresará entonces a su país, donde toda cábala opositora estará exacerbada. Esta carta decía en su edición número 117 del 16 de diciembre de 2004: «Por ahora George W. Bush parece tan firmemente atornillado en el poder como Hugo Chávez, pero ¿quién sabe? Tal vez un país tan especial como los Estados Unidos encuentre a la vuelta de unos meses alguna razón para enjuiciarle (impeachment), quizás con ayuda de la FOIA». (Freedom of Information Act).
Pero si Bush es capaz de aguantar el chaparrón que le espera en el sur del continente, y logra evitar su descalabro interno, habrá que quitarse el sombrero. Ha anunciado que hará proposiciones concretas para la creación de un número significativo de empleos en América Latina—con un ingreso per cápita promedio de 3.000 dólares por año, contra 40.000 en Estados Unidos—pero no le bastará proponer maquilas para la producción local de millones de preservativos de talla regular. El único ALCA viable sería el de un acuerdo bilateral entre dos bloques más proporcionados: el norteño agrupado en NAFTA (EEUU, Canadá. México) ante el sureño que Chávez llama ALBA. Si los Estados Unidos quisieran retomar su extraordinario aporte civilizatorio, no tendrían mejor opción que propiciar, no impedir, la integración de América del Sur.
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