Hace nada que Evo Morales, nuestro reciente visitante, era recibido con grandes honores en Cuba, país al que este gobierno ha enviado como embajador a un hermano del presidente Chávez, Adán. Es así como Fidel Castro se encontraba entre Adán y Evo.
En el Paraíso Terrenal sólo dos inteligencias podían colarse entre Adán y Eva: la del Creador y la de la satánica serpiente. El Creador ha dado el origen a la primera pareja del Génesis, la serpiente la ha unido en pecaminoso pacto. ¿Qué manzana habrá aceptado Adán de Evo en la isla del Mar de la Felicidad?
Morales ha venido a Caracas, de donde se lleva una buena conversación con el Presidente de Venezuela y un convenio de asistencia petrolera por producto agrícola. Se ha retratado con Chávez y con el general retirado Ollanta Humala, candidato presidencial peruano, la más reciente incorporación a la ola izquierdista en América del Sur. ¿Puede esperarse de Evo Morales una conducta idéntica a la de Chávez?
No parece creer tal cosa Álvaro García Linera, quien es tenido por la eminencia gris del equipo de Morales. Con suave claridad ha declarado a la BBC: «Evo Morales, esta candidatura, este partido, ve con simpatía lo que pasa en América Latina en términos de gobiernos progresistas. Pero más allá de eso, no hay la búsqueda de imitar a nadie. Evo Morales no es chavista ni lulista, es evista. Aquí está surgiendo un proyecto distinto con fuerte contenido indígena. Estamos ante el surgimiento del ‘evismo’ como un fenómeno político continental, que así como recibe enseñanzas de otras partes de América Latina, seguramente va a enseñar, de manera humilde».
Igualmente, no parece ser un denunciador a ultranza del capitalismo salvaje, pues enumera así la oferta a las inversiones extranjeras de parte del nuevo gobierno boliviano: «Tres cosas: reglas duraderas, necesitan certidumbre y me parece correcto. Les garantizamos recuperación de sus inversiones. Pero inversiones certificadas, no inventadas. Y les garantizamos un ganancia promedio para sus accionistas».
Claro, no deja de observar: «Cuando Bolivia explotaba solita—sin inversión extranjera—sus propios recursos, en el año 95, le entregaba al Estado US$ 390 millones. Luego vinieron once empresas petroleras, dicen que invirtieron US$ 3.000 millones—veremos si lo han invertido—descubrieron 37 trillones de pies cúbicos, exportaron gas al Brasil, a la Argentina, y hasta enero de este año entregaban US$ 20 millones más que lo que entregaba el gobierno boliviano hace diez años. Que no nos vengan tampoco con cuentos».
Y corona—al descartar un culto a la personalidad de Evo Morales—con una observación sorprendente que refutaría la habitual caricatura de Bolivia: «No, los cultos a la personalidad surgen en sociedades con un tejido social relativamente débil, y si ustedes conocen un poco de Bolivia, ven a la sociedad más organizada de América Latina. Todo es organizado aquí, todos tienen gremio, sindicato, federación. Eso es muy bueno porque habla de un tejido social muy activo, muy autónomo. Esta pluralidad de la sociedad civil limita la formación de caudillismos excesivamente centralistas. Si bien hay el ‘evismo’ en términos de un liderazgo continental fuerte, nadie lo está imaginando como un caudillo en torno al cual hay que hacer un culto a la personalidad. Quizás aquí, con el tiempo, surgirán otros líderes indígenas con la capacidad de continuar la posta de lo que vaya a hacer Evo Morales».
Si García Linera tiene razón y no habla falazmente, quizás Morales termine ofreciendo una lección o dos a Hugo Chávez.
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