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«La imagen que proyectaremos del Presidente Chávez será fundamentalmente la del estadista. Cada pieza publicitaria que se use en la campaña se referirá al candidato como Presidente Chávez; del mismo modo se hará en cada discurso, cada declaración de prensa, etcétera. Así también la foto oficial de la campaña, que se usará en todas las piezas publicitarias y en el tarjetón electoral, mostrará al Presidente Chávez sonriente, con paltó y corbata, luciendo los símbolos del poder: banda presidencial, collar, Gran Cordón del Libertador. De idéntica manera se insistirá en los éxitos internacionales del Presidente Chávez, de modo que se le mostrará mucho en momentos de intercambio con otros jefes de Estado, presidentes o secretarios generales de organismos multilaterales. Por ejemplo, imágenes del Presidente Chávez en la toma de posesión de Evo Morales, en la Cumbre del MERCOSUR, etc.»


El párrafo precedente está tomado de un documento que lleva varias semanas circulando por las redes electrónicas, y ha sido presuntamente elaborado por el Comando Táctico Nacional del Movimiento Quinta República. En teoría, el texto contiene su «Plan de Campaña 2006» Su primera declaración establece el objetivo estratégico primario: «La estructura sigue a la estrategia. Este principio, clásico en la lucha política, comporta la pertinencia de definir el objetivo de la campaña como referencia estratégica central: derrotar a Bush reeligiendo al Presidente Chávez con 10 millones de votos como mínimo para acelerar y profundizar la construcción del proyecto de país contenido en la Constitución bolivariana, enrumbado por la vía definitoria del Socialismo Siglo XXI con especificidades venezolanas».

Chávez no ha ocultado su pretensión de hacernos entender que quien vote contra él vota a favor de George W. Bush. Así lo ha planteado desde que arrancó, una vez más ilegalmente, su campaña por la reelección. Quien ose competir contra él sería, en efecto, un traidor a la patria.

Por supuesto, tal cosa es una falsedad, como lo son centenares de otras especies puestas a rodar por el gobierno. No obstante, tiene su valor electoral, en el sentido que mucha gente pudiera creerla. Por esto no es una ayuda a la oposición la declaradera de Rice y Negroponte, o que pudiera pensarse en candidaturas sospechosas de vínculos con el gobierno norteamericano, o que se predique que, como Francia en 1944, no debiéramos tener escrúpulos ante una intervención de los Estados Unidos en nuestra actual circunstancia política. Hay quienes sostienen que la vía electoral es una ilusión, que de Chávez no se sale sino por la fuerza, y que hay que crear «una crisis de gobernabilidad» para que el gobierno caiga. Según ellos esta vez la crisis no sería un «carmonazo» o un paro petrolero, sino una abstención masiva, pues así lo habría demostrado el pasado 4 de diciembre. Como a la vez señalan que los militares venezolanos estarían totalmente controlados por Chávez, postulan que la puntilla debe venir de afuera.

Si el documento atribuido al MVR no es apócrifo, entonces su gente ve el asunto del modo siguiente: «El objetivo descrito comprende la necesidad de lograr que George Walker Bush no tenga margen de maniobra para instrumentar la estrategia de desconocer el resultado electoral. La ventaja del Presidente sobre quien ocupe el segundo lugar aunque sea la abstención debe ser abrumadora. De este modo Bush carecerá de pretextos para abrir un debate sobre Venezuela en la OEA o cualquier otro foro multilateral. Bush se ha planteado como objetivo estratégico internacional la toma de las riquezas (petróleo, gas, hierro, bauxita, oro, piedras preciosas, agua dulce, biodiversidad, ubicación geoestratégica) del Estado venezolano para lo cual es imprescindible la salida del presidente Chávez de Miraflores. El bushismo ha definido un plan de desestabilización del gobierno en el marco de la campaña electoral tratando de impedir que la misma transcurra y concluya con normalidad, a objeto de arrojar dudas sobre la legitimidad de la reelección e intentar someter el país a un tutelaje que conlleve nuevas elecciones bajo el control del bushismo».

¿Delirante paranoia? Por de pronto, ¿querrán allá arriba amarrar a sus locos, esos que ya han declarado que los Estados Unidos debieran considerar el asesinato de Chávez?

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