Cartas

Estimada suscritora, estimado suscritor: con gran amabilidad y clase Roberto Smith Perera, apreciado suscritor de esta publicación, envió una nota al suscrito en la que sugiere que yo no había leído la oferta programática de su candidatura, antes de emitir las opiniones contenidas en la Carta Semanal #188 de doctorpolítico. De paso adjuntó el archivo de la oferta para mi lectura, solicitando mis comentarios.

La amable reconvención tiene pleno fundamento. En efecto, desconocía el documento en cuestión, y proferí juicio irresponsable limitado a evaluar lo que trasciende de la actividad candidatural de Smith a los medios de comunicación. (Que, dicho sea de paso, son muy selectivos a la hora de informar sobre los candidatos y sus respectivas campañas. Algunos, de hecho, confieren mayor espacio a candidatos muy menores en comparación con el que abren a los aspirantes principales).

Es así como escribí en el #188 (1º de junio de 2006): «…su oferta se desgrana en eslóganes repetitivos—full empleo/delincuencia cero—y la venta de una marca—Venezuela de Primera—con resonancia clasista: una Venezuela que viaja en primera clase, que pertenezca al ‘Primer Mundo’. Seguramente será capaz de mostrar un vistoso manojo de megaproyectos sugestivos, que sugieran que un presidente con cualidades de ejecutivo disciplinado y exitoso, como él, es justamente lo que se necesita». Igualmente opiné: «En términos escuetos: Petkoff tiene el mejor programa al compararlo con los de Borges y Smith».

Una vez leído el programa de Smith, debo revertir esta última opinión. Un examen detenido de ese programa—»Hacia una Venezuela de primera: el camino que todos queremos»—pone de manifiesto que está incomparablemente más desarrollado y es más completo que lo que hasta ahora se conoce de la oferta de Borges y Petkoff. Es decir, lo correcto es afirmar que en términos escuetos Smith tiene el mejor programa al compararlo con los de Borges y Petkoff. No por nada insistía en que debía hacerse unas «primarias programáticas».

A pesar de esto, la evaluación general que hice de su oferta no dista mucho de la nueva impresión que tengo. La proposición-lema-movimiento «Venezuela de Primera» sigue pareciéndome inadecuada, por las razones expuestas, y el resto es un conjunto de programas bastante bien pensados, «un vistoso manojo». Como procuraré explicar en el #191 de pasado mañana jueves 22 de los corrientes, la legitimación programática está muy bien y es tanto necesaria como debida. Pero en las circunstancias actuales, cuando se enfrenta a un presidente «incumbente» que vende una concepción general del mundo y de la historia, la legitimación candidatural eficaz debe ser de orden paradigmático.

En este punto cabe ofrecer mis sentidas excusas a Roberto Smith Perera y a los suscritores de la Carta Semanal de doctorpolítico, por la ligereza de las afirmaciones contenidas en el #188. Es una de las estipulaciones contenidas en mi código personal de ética política (compuesto y jurado en septiembre de 1995) la siguiente:

«Consideraré mis apreciaciones y dictámenes como susceptibles de mejora o superación, por lo que escucharé opiniones diferentes a las mías, someteré yo mismo a revisión tales apreciaciones y dictámenes y compensaré justamente los daños que mi intervención haya causado cuando éstos se debiesen a mi negligencia».

Con un cordial saludo

Luis Enrique Alcalá

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