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No hay ya ninguna duda; el gobierno ha sentido el devastador efecto causado por las recientes actuaciones del alcalde Barreto y se ha apresurado a distanciarse de sus ejecutorias. El demencial sujeto ha logrado rebajar en modo apreciable el atractivo electoral de su jefe último, y producir rechazo a su persona y sus decisiones en el seno mismo del chavismo. Tan evidente ha sido su locura que casi añorábamos la llegada de Chávez para que viniera a poner orden en su casa. El vicepresidente Rangel, en segura conexión y acuerdo con Chávez, optó por anticiparse con un comunicado urgente, en nombre del Gobierno Nacional, para expresar su desacuerdo con los decretos de expropiación de los terrenos destinados a la práctica del golf en la ciudad de Caracas. El costo político de Barreto se había hecho claramente excesivo.

La decisión expropiatoria, sin embargo, tenía tiempo preparándose. A escasas horas del primer ataque de Barreto contra los alcaldes López y Capriles, Mikel (antes de que llegara Chávez al poder se escribía Michael) Menéndez, Presidente del Instituto Metropolitano de Urbanismo, se complació en precisar que los estudios sobre el uso público de terrenos de La Lagunita Country Club, así como los del Caracas Country Club y los del Valle Arriba Golf Club, estaban en marcha. (El arquitecto Menéndez se busca unos jefes… A comienzos del octenio andaba empatado con Luis Vallenilla, el capo de Cavendes que huyó del país para evitar juicios en su contra por noticia críminis y por miles de demandas privadas que seguramente le caerían encima. Con él pretendía Menéndez ser contratado por el gobierno para encargarse ¡de la recuperación del estado Vargas!).

Así que todo estaba fríamente calculado.

Ahora bien, dirá Barreto, ¿no son sus actuaciones la más fiel de las aquiescencias a la ideología y el estilo del líder máximo de la revolución, por estos días ocupado en la altísima prioridad de firmar con Malasia un acuerdo contra la doble tributación?

Porque si a ver vamos, no ha sido otro que Chávez quien trajera a los discursos de la Primera Magistratura la procacidad más ramplona y agresiva, el chiste obsceno y la doctrina de que Venezuela—sus mejores haciendas y campos de golf especialmente—ahora es de todos. Y su mejor imitador había sido, hasta ahora que ha sido destronado por Barreto, justamente el vicepresidente Rangel, que ha perorado más de un discurso grosero y amenazante.

¿Cómo pudiera consistentemente castigarse a Barreto cuando no ha hecho otra cosa que arremeter contra representantes del imperialismo yanqui y la más rancia expresión de la oligarquía caraqueña? ¿No había dedicado la cloaca televisada que es «La Hojilla», una jocosa y aprobatoria entrevista a Barreto en el canal «de todos los venezolanos» para burlarse con él de los alcaldes de Chacao y Baruta? Si no se hubiera sentido la generalizada indignación ciudadana ¿habría habido contra Barreto la reconvención del Comando Táctico Nacional del MVR, la refutación de Calixto Ortega, la advertencia de Jesse Chacón y ahora el comunicado del vicepresidente como anticipación del juicio sumario del próximo Aló Presidente? ¿Es que no son los decretos de Barreto y Menéndez la más pura manifestación del socialismo del siglo XXI?

Rangel ha dicho que las expropiaciones decretadas por el antisocial alcalde sobre las bases proporcionadas por su asesor ni siquiera cuentan con financiamiento, y que probablemente coliden con disposiciones constitucionales respecto del derecho a la propiedad. Pero no hace nada que el ministro Giordani, que trabaja para la misma revolución de Rangel y Barreto, solicitara un ajuste de las normas constitucionales precisamente para adecuar la República al socialismo. (Artículo 2.021. Ser rico es malo).

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