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Tanto nadar para ahogarse en la orilla. En el día de ayer el embajador venezolano ante la Organización de las Naciones Unidas, el invertebrado Francisco Arias Cárdenas, anunció que había un acuerdo entre Guatemala y Venezuela para retirar sus respectivas candidaturas al Consejo de Seguridad del organismo. Ante el hecho, y aunque una vocera de la representación guatemalteca no pudo confirmar inicialmente la declaración de Arias, fue suspendida la que habría sido la cuadragésima octava votación para elegir al miembro latinoamericano del Consejo.

Nicolás Maduro se había reunido dos veces con Gert Rosenthal, el canciller guatemalteco, en predios de la delegación de Ecuador ante la ONU en Nueva York. (Que a su regreso procure Nicolás tener esta vez todos sus papeles de identificación a mano). Diego Cordovez, el embajador ecuatoriano, no sólo confirmó la declaración venezolana, sino que anunció que ambos competidores propondrán hoy a los 34 países del bloque de América Latina y el Caribe la candidatura de Panamá.

No tardaremos en escuchar a Chávez, Rangel, Maduro, Arias y Valero asegurando que la cosa fue un triunfo total: que Venezuela—mejor dicho, la revolución «bolivariana»— una vez más ha derrotado al imperialismo norteamericano, presidido por el diablo Bush, al impedir que su candidato «títere» se hiciera con el puesto.

La verdad es que Venezuela, salvo una ocasión en la que logró un empate de votos, perdió la elección en cuarenta y seis de cuarenta y siete votaciones. (98% de derrotas). La verdad es que, después de terquear cuarenta y siete veces, después del cabildeo planetario que el mismo Chávez llevó ilusamente a cabo, y el gasto de considerables sumas de dinero (sin contar los nuevos compromisos que adquirió), tuvo que retirarse con el rabo entre las piernas. Y la verdad es que el mismo Chávez enterró las escasas posibilidades del país por deslenguado y baladrón.

Si en Venezuela, todavía, cree poder engañar a los electores con una pieza publicitaria en la que se describe a sí mismo como amorosísimo presidente, en el exterior se le están poniendo las papas duras. Los más recientes asuntos en los que ha puesto interés han resultado, claramente, contrarios a sus épicos designios. Humala derrotado, López Obrador ídem, el apoyo de Chile inexistente, los aviones españoles cancelados, el Consejo de Seguridad lejanísimo, su pana Fidel caduco y más moribundo que la Constitución de 1961. Tal vez aún no esté contenido en nuestro país, pero internacionalmente le están reduciendo el espacio.

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