LEASeguramente una de las lecciones cruciales de la historia es que la perfección no es virtud de la persona, la sociedad, la naturaleza terrestre o el cosmos. Casi a cada momento conocemos de alguna conducta personal que debiera avergonzar al género humano, de algún desastre natural que destruye vidas, bienes y lugares. Nada es perfecto. A pesar de tan sobria conclusión, no es agradable el conocimiento de ciertas noticias; por ejemplo, que existe, al menos en Caracas, un circuito que explota comercialmente pornografía infantil que tiene su origen en instituciones educativas de la capital, aparentemente registrada con teléfonos móviles provistos de cámara de video.

El fenómeno es, lamentablemente, de alcance mundial. En los últimos años la noticia de la pornografía y la prostitución de los más pequeños es frecuente desde diversas latitudes, pero tampoco es nuevo el asunto entre nosotros. Durante la dictadura de Pérez Jiménez emergió el escándalo de un «ballet rosado» con adolescentes de un colegio privado de Caracas y funcionarios del régimen. La diferencia, medio siglo después, es la escala del mercadeo y el empleo de tecnología que debiera servir para mejores destinos.

Pero cosas como ésta no deben hacer que perdamos la esperanza en las próximas generaciones. Los niños, en general, no se dedican a una lujuria explotable por mercaderes desalmados. Uno ve, en cambio, cómo son una generación que emplea los medios digitales para aprender. Hace pocas semanas la televisión mostraba a niños de 8 o 9 años que aprendían a manejar el dinero con tino y prudencia, gracias a un juego administrado por computadoras. Los más jóvenes, por otra parte, han venido al mundo con mucho menos prejuicios que los nuestros, como se manifiesta en su natural y horizontal aceptación de toda raza o cultura. Los más jóvenes tienen ideas más claras acerca de lo ecológico y tienden a ser más democráticos y abiertos. Las nuevas generaciones harán más y mejores cosas, como debe ser.

Por esto, aunque ha sido amarga la noticia para concluir el año, uno debe esperar progreso en el año que está por comenzar. En 2007 será mejor Venezuela; no por un gobierno altanero y aspirante al totalitarismo, que probablemente iniciará purgas ejemplarizantes en sus propias filas porque sabe que el pueblo no está contento con su corrupción; no por una oposición que todavía continúa operando, poco imaginativamente y con prisa excesiva, en piloto automático, sino porque el enjambre ciudadano está ya compuesto por abejas más aprendidas. Será por el esfuerzo personal de cada uno que Venezuela será un poco mejor el año que viene.

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