LEA, por favor
John Brockman es un neoyorquino describible como empresario de la modernidad, a quien conocí en 1974 gracias al contacto establecido por el poeta y experto en multimedia Gerd Stern, un estupendo amigo entonces basado en Cambridge, Massachusetts. No me refiero a un empresario moderno, sino a alguien que ha hecho de la modernidad su territorio. Autor él mismo—The late John Brockman, Conversations with John Brockman, The Third Culture—estuvo asociado con The Whole Earth Catalogue, una publicación que representó, al decir de Steve Jobs, el fundador de Apple Computers (hoy Apple Inc.), una especie de Google en papel en la década de los setenta.
Brockman fundó también The Reality Club, una asociación dedicada a la búsqueda intelectual que se reunía a escuchar a poetas como Stern, actrices como Ellen Burstyn o científicos como Stuart Kauffman, Murray Gell-Mann o Benoit Mandelbrot y discutir con ellos las ideas más radicales y avanzadas. (El suscrito fue hecho miembro honorario del club, y posee una chaqueta negra de lanzador de béisbol, con el nombre del club a la espalda y el propio sobre el pecho. Su hija mayor había secuestrado la prenda, pero ya hace un tiempo que la ha devuelto).
Por último, Brockman es el editor de Edge, un sitio web (www.edge.org) que ha extendido las funciones del club—de hecho lo contiene ahora—y es en sí mismo un hervidero de debates de avanzada. Una de sus secciones, el World Question Center, estimula el debate sobre preguntas extraordinariamente sugestivas. La revista inglesa Prospect acaba de publicar la respuesta de cien de sus colaboradores—filósofos, historiadores, periodistas, políticos, educadores—a una pregunta sugerida por el curioso “centro” de Edge, es decir, por John Brockman. La pregunta es ésta: “Izquierda y derecha definieron el siglo XX, ¿qué viene ahora?” Puesta así, la cuestión suscita una reflexión predictiva acerca del siglo XXI.
La Ficha Semanal #134 de doctorpolítico traduce algunas de las respuestas obtenidas por Prospect, cada una muy interesante. La revista reporta: “El pesimismo de las respuestas es sorprendente: casi nadie espera que el mundo mejore en las próximas décadas, y muchos esperan que se pondrá mucho peor”. Tal vez se deba este resultado a que la mayoría de quienes contestaron son del Viejo Mundo, ingleses por su mayor parte, pues la pregunta para el debate de 2007 propuesto por Brockman orienta contrariamente: “¿Sobre qué es usted optimista? ¿Por qué?” Y explica: “Como actividad, como estado mental, la ciencia es fundamentalmente optimista. La ciencia resuelve cómo funcionan las cosas y así puede hacerlas funcionar mejor. Muchas de las noticias son o buenas noticias, o noticias que pueden hacerse buenas, gracias a un conocimiento cada vez más profundo y eficiente y a herramientas y técnicas poderosas… ¿Sobre qué es usted optimista? ¿Por qué? Sorpréndanos”.
LEA
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¿Qué viene ahora?
Necesitamos una alternativa a la democracia que salve el planeta. La humanidad se ha propuesto agotar los recursos del planeta. Los votantes de las naciones ricas no querrán ceder nada; los votantes (o dictadores) de las naciones en desarrollo procurarán lo que tienen los ricos. Dado que las democracias deben reflejar lo que quieren las mayorías, no podrán detener este proceso. (A las dictaduras no les importa). La ciencia no afrontará el reto. Puede que renazcan viejas ideas sobre filósofos-reyes y dictaduras benignas. Puede que emerjan ideas completamente nuevas. De cualquier manera, la democracia como hoy la conocemos no sobrevivirá al siglo.
Don Berry, periodista.
Cosmos vs patriotas. Los cosmopolitanos vienen en dos sabores: para los cosmos de izquierda, la necesidad apremiante será la de tratar los problemas mundiales, como el calentamiento global, la proliferación nuclear y la injusta distribución de la riqueza y el ingreso. Para los cosmos de derecha, será la de romper las barreras al comercio mundial. Cosmos de todos los colores exigirán un fuerte crecimiento en el poder de las instituciones mundiales, y una disminución de las soberanías estatales. Para los patriotas locales, los cosmos representan un nuevo imperialismo del hombre de Davos y sus asistentes. Los pats de izquierda insistirán en la protección de los trabajadores locales de la competencia externa y de las culturas locales de la McDonaldización. Los pats de derecha querrán proteger a los nativos de étnicas extrañas y se involucrarán en ataques preventivos contra potencias extranjeras amenazantes. Pats de todos los sabores insisten en que el Estado-nación seguirá siendo la mejor y última esperanza de la democracia contra las pretensiones meritocráticas de los cosmo-elitistas.
Bruce Ackerman, académico.
El fin de la guerra fría eliminó el filo de la división derecha/izquierda, y dejó el problema de la dirección del liderazgo político. El sesgo político llenó ese espacio, pero los doctores del sesgo se volvieron confiados en exceso, lo que dio pie a escándalos y ocultamientos. La verdad se afirmó a sí misma, y la gente se desilusionó. Ella ve un país que tiene problemas reales: terrorismo, cambio climático, una administración pública tumefacta que ni gobierna ni analiza críticamente la operación del gobierno. Por sobre todo, un país lobotomizado por el fracaso de la educación secundaria, y las fracasadas teorías de la educación comprehensiva y la llamada enseñanza centrada en el niño.
La división en el futuro no será entre la izquierda y la derecha, sino entre los intereses creados de la incompetencia gubernamental, por un lado, y la urgencia democrática por reformas, por el otro. Tarde o temprano los políticos descubrirán la oportunidad de reafirmar la honestidad y la integridad, acometer los problemas y alcanzar la popularidad.
Michael Axworthy, escritor.
En el siglo 21 habrá un énfasis nuevo sobre los derechos del grupo, en oposición a la preocupación del siglo 20 acerca del individuo. Entretanto, la relación entre lo humano y lo no humano (principalmente los animales, aunque también las plantas y quizás incluso el paisaje) se hará importante a medida que se manifiesten las consecuencias del cambio climático. El Islam político, que luce ahora tan amenazante, será contenido y derrotado, puesto que es un movimiento negativo, nostálgico y reactivo. Grandes progresos ocurrirán en las ciencias biológicas, en especial en neurociencias. El primer desafío será el de comprender los nexos entre la mente y el cerebro, y una vez que éstos hayan sido explicados, los científicos de la medicina y la biología avanzarán hacia una nueva comprensión de la fisiología de una mente y un cuerpo unificados. Esto tendrá profundas consecuencias, no sólo para el cuidado de la salud, sino para el derecho e incluso para la filosofía y la religión.
Robin Banerji, periodista.
Estado-Nación vs. Estado-mercado. El orden constitucional del Estado-nación veía su papel como el de regular y revertir los resultados de los mercados. Los Estados-mercado, en contraste, tratan de usar el mercado para obtener sus metas gubernamentales. En relación con esto, los Estados usaban la ley como un modo de imponer los códigos morales del grupo nacional dominante—usualmente, pero no siempre, un grupo dominante étnico, cultural, lingüístico y racial. Los partidos políticos de los Estados-nación veían la ley como el medio de lograr sus objetivos morales. Los partidos de los Estados-mercado, sea desregulando industrias o la reproducción en las mujeres, tratan de maximizar las opciones de los ciudadanos sin dar por sentado demasiado respecto del modo de acordarse sobre objetivos comunes. Entre otras consecuencias, este nuevo orden constitucional generará una nueva forma de terrorismo.
Philip Bobbitt, escritor político.
La izquierda y la derecha fueron y son una distinción nominal entre dos cepas de la misma postura totalitaria. El problema real del siglo 20 fue que las presiones demográficas y económicas que fracturaron los imperios dieron lugar a los estados nacionales con liderazgos mal equipados para confrontar el reto nihilista. El vacío fue llenado por regímenes totalitarios, cuyas ideologías incendiaron Europa y el mundo. Recuérdese que Hitler fue un arquitecto fracasado, que Stalin había estudiado para el sacerdocio y Mussolini era un maestro de escuela. Los herederos de los nihilistas del siglo 19 y el 20 son los terroristas de hoy basados en la fe. Si las democracias actuales no son capaces de ganar contra los nuevos nihilistas en los niveles intelectuales y de comunicación, no tendrán oportunidad de ganar en el espacio de la seguridad y crearán otro peligroso vacío, listo para ser llenado. Las naciones-estado comprobaron ser un experimento político desastroso en los siglos 19 y 20; puede que se revelen como desastrosos en el siglo 21, a causa de la proliferación nuclear. No obstante, espero que el siglo 21 vea una reducción sustancial de las infraestructuras políticas. Si un conglomerado es por su mayor parte malo o indiferente, sus accionistas lo forzarán de regreso a sus competencias básicas. Todo lo demás debe irse. ¿Por qué debiera ser diferente con los gobiernos? No hay ni izquierda ni derecha; lo que hay es sentido común. Los políticos de los países grandes aman despreciar las democracias directas de los países pequeños. ¿Por qué? Porque temen su ejemplo y su agilidad. Los sistemas políticos heredados del siglo 20, sean democráticos o totalitarios, son neo-feudales, incompatibles con un siglo 21 en el que los electores voten una vez cada cierto número de años, pero los consumidores votan y los bloggers “bloguean”.
Rudi Bogni, banquero y director corporativo.
La gran división de las próximas décadas será entre la “comunidad basada en la realidad” y la “comunidad basada ideológicamente”. Se observó a menudo en el siglo 20 que la extrema derecha y la extrema izquierda daban la vuelta tras el espectro y se encontraban—algo así como Hitler y Stalin compartiendo una cerveza en el infierno. El terreno común que comparten los grupos extremos es una firme resistencia a los hechos, sea la resistencia de Bush a los datos del cambio climático o que Brezhnev rehusara aceptar que invertir el flujo de los ríos siberianos no era una buena idea. Hay ahora una clara división entre quienes están preparados para enfrentar verdades incómodas y aquellos que persisten en insistir que sus puntos de vista acerca de lo que debe ser triunfarán sobre lo que es.
Joe Boyd, productor musical.
Seremos gobernados por una suerte de creencias populistas, ideas y políticas que surgen consensualmente en los blogs, sitios web, focus groups y similares. (Tanto Barack Obama como Hillary Clinton anunciaron sus candidaturas por Internet). Esto tiene su atractivo. También es aterrador, como hallase Tocqueville acerca de la democracia norteamericana, pues conduce a la tiranía de la mayoría. Funciona con vastas cantidades de información no totalmente exacta—Wikipedia es espléndida y enloquecedora.
AS Byatt, novelista y crítico.
Liberalismo vs. autoritarismo se está convirtiendo rápidamente en la división filosófica en las sociedades desarrolladas. El 11 de septiembre y otras atrocidades terroristas han destacado una sensación de ansiedad acerca de la seguridad en un mundo crecientemente globalizado. La respuesta de los gobiernos ha sido la de tratar de obtener cada vez más conocimiento y control de las vidas y actividades de sus ciudadanos. El gobierno británico es uno de los peores al respecto. Cédulas de identidad, los excesos de la base de datos de DNA, y un incesante impulso hacia la extensión del período de detención sin juicio son todos síntomas de sus tendencias autoritarias.
El terrorismo es visto hoy como un mayor peligro que requiere una respuesta más fuerte que la de los setenta o los ochenta, porque lo entendemos menos que lo que entendimos nuestras amenazas domésticas. Pero no hay “guerra” contra el terrorismo. El terrorista es un criminal y debe ser tratado como tal. El poder invasor del Estado es el orden del día, pero el terrorismo prospera donde las libertades civiles son negadas. Los liberales deben enfatizar ese punto con fuerza, y revertir la tendencia al autoritarismo.
Menzies Campbell, político.
El argumento de la izquierda era que el pobre puede serlo menos si el rico se hace menos rico. Ya no más. Sin embargo, queda una pregunta. ¿Puede el pobre serlo menos sólo si el rico se hace más rico, o es que el pobre se empobrece cuando el rico se enriquece? El más débil argumento de la izquierda de hoy dice que el rico no puede hacerse más rico si el pobre debe hacerse menos pobre. Este debate continuará conformando el mundo del siglo 21.
La más dramática expansión de la economía del pobre, sin embargo, vendrá ahora de la religión. Habrá aquellos para los que el propósito humano será explicable sólo en términos de religión, y aquellos para los que será entendido puramente en términos de procesos científicos.
Todas las religiones principales se verán envueltas, enfrentando la resistencia secular. Esta profunda división se hará evidente en debates acerca de cómo dar alivio a aquellos que se sientan desempoderados y desesperanzados.
Un modo de este debate se dará sobre las tecnologías que cambian la vida, desde terapias genéticas hasta el entretenimiento. El agónico desafío liberal-secular al alcance de estas tecnologías será exprimido, a medida que los puntos de vista no religiosos de la naturaleza humana se lancen a la ilimitada exploración de los horizontes tecnológicos, y choquen con una oposición religiosa asertiva basada en parte en la sospecha de los retos a la fe, pero también sobre la convicción de que los avances tecnológicos están sesgados a favor del beneficio de los ricos.
Ram-Prasad Chakravarthi, filósofo.
La historia, decía Hegel, es la creciente idea de la libertad. En el siglo 19, la libertad vino del imperio de la ley y el Estado. En este siglo, la libertad provendrá del derecho internacional, pero no tenemos un Estado internacional. Cuando Hegel escribía, los asuntos vitales del día—la salud pública, los derechos de los trabajadores, la educación, el voto—eran problemas que provenían de la industrialización. Éstos fueron resueltos a través del estado nacional, que dio una identidad a gente dislocada del país, un marco legal para la industria y soluciones a los problemas que creaba. En el siglo 21, las nuevas formas de comunicación nos han traído un mundo nuevo y necesitamos también una nueva forma constitucional. La gran pregunta es cómo organizar este mundo en el que la política y la identidad son nacionales, pero en el que sólo podemos sobrevivir y prosperar si actuamos internacionalmente. Está muy bien hablar sobre “la comunidad internacional”, pero ¿qué es ella y cómo puede funcionar?
Robert Cooper, funcionario de la Unión Europea.
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