Una noticia del comienzo justo de esta semana, sobre el desempeño reciente de PDVSA, ha suscitado titulares y comentarios no sólo en nuestra prensa local, sino en más de un medio del exterior. Además de nuestros principales diarios, puede enumerarse incompletamente a servicios como Data Processing y COMTEX, a The Miami Herald, el International Herald Tribune, el Houston Chronicle, Globe & Mail, Forbes, Business Week, Diario Financiero, Cronista Comercial y, a través de las agencias Associated Press y Reuters, que comentaron el hecho, muchos otros diarios extranjeros importantes. Nuestros periódicos, por cierto, construyeron mayormente sus notas con base en el artículo de AP. Lo que se destaca es: “Caen las ganancias de PDVSA”.
En efecto, para el ejercicio 2006 la ganancia neta alcanzada por la empresa fue de 4.770 millones de dólares, o 1.710 millones menos que la del año anterior, que fue de 6.480 millones. El descenso del último año equivale a 26,4% de la ganancia neta obtenida en 2005.
La explicación—destacan todas las publicaciones enumeradas—parece residir en un hecho simple: la inversión social de PDVSA—que se contabiliza como deducible para efectos de impuesto sobre la renta—pasó de 6.900 millones de dólares en 2005, a 13.260 millones en 2006, para prácticamente duplicarse. (Un aumento de 92,2%).
La implicación estándar de las notas aparecidas en los medios enumerados es, sencillamente, que tal desempeño es señal de un preocupante y muy serio deterioro de PDVSA. El sitio web www.vcrisis.com, por ejemplo, lleva una nota firmada por Aleksander Boyd, bajo el inexacto titular “PDVSA pierde dinero bajo la gerencia socialista de Chávez” (es inexacto porque PDVSA no perdió dinero: ganó 4.770 millones de dólares), en la que luego de citar la información proporcionada por AP comenta: “¿Pero es una sorpresa que PDVSA esté perdiendo dinero bajo una gestión revolucionaria? ¿Choca a alguien que a pesar de precios altos récord de petróleo PDVSA puede ser la única gran compañía petrolera cuyos beneficios estén disminuyendo? Pero, más importante, ¿qué dice esto acerca de la producción real de PDVSA? ¿Cómo es que una compañía que supuestamente está produciendo 3,3 millones de barriles diarios ve caer sus beneficios en 26%?”
¿De dónde obtuvieron Reuters y Associated Press estas cifras? Pues del propio sitio web de PDVSA, que ha puesto a la disposición de cualquier internauta un informe operativo (2005) y financiero (2006) que da cuenta de sus ganancias, su inversión social y muchos otros rubros y actividades.
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El 13 de abril de 2005 contestaba el suscrito un amable requerimiento de ayuda, expuesto por una profesora de la Universidad de los Andes. La profesora explicaba: “Yo estoy haciendo un trabajo sobre la juridicidad del chavismo, y necesito especialmente la gaceta donde se publica la reforma del Código Penal, la del decreto 3.444 y ésta, si es que existe. Me propongo demostrar, entre otras cosas: el origen ilegítimo de la constitución del 99 (para lo cual necesito la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, de fecha 19 de enero de 1999), y la sistemática violación de esa Constitución tanto en la elaboración de las leyes como en su aplicación”.
Luego de dirigirla a fuentes en las que podría obtener la información solicitada—el mismo sitio web del Tribunal Supremo de Justicia le proporcionaría el texto, del 19 de enero de 1999, de la decisión sobre recurso de interpretación del Artículo 181 de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, que abrió la puerta a la consulta sobre la conveniencia de elegir una asamblea constituyente—le ofrecí mi propia opinión: “Por lo que respecta a la juridicidad de la Constitución de 1999 me temo que es inatacable. En particular considero plenamente acertada la decisión de la Corte Suprema de Justicia del 19 de enero de 1999, que se obtiene en el sitio del TSJ. El año antes yo había escrito a favor de la interpretación que fue sustentada por la Corte; esto es, que el pueblo, en su condición de Poder Constituyente Originario, tiene carácter supraconstitucional… Por otra parte, debemos ponernos de acuerdo. Si la Constitución es nula entonces no tendría importancia que se la viole. Para poder argumentar que ha sido violada habría que admitir que es válida”.
La estimada académica caía, como muchos otros críticos bien intencionados, en la inconsistencia. Primero se proponía comprobar que la Constitución vigente no es válida. Una vez hecho esto, se quejaría amargamente de que se la violaba a cada rato.
Exactamente lo mismo puede aducirse del informe publicado por PDVSA. Si se emplea cifras contenidas en él, respecto de su ganancia neta y su inversión social, y se les da por ciertas para opinar que la empresa se encuentra en serísimo declive, entonces, en aras de la consistencia argumental, uno debe dar por cierto el resto de la información que contiene.
Por ejemplo, habría que dar por cierto que PDVSA ha venido aumentando sus ingresos brutos de manera reiterada y consistente. El informe publica los datos—en un Estado de Resultados—desde 2001 hasta 2006, ambos años inclusive. Las siguientes son las cifras en millones de dólares estadounidenses para este rubro: 2001, 46.250; 2002, 42.580; 2003, 46.589 (el último trimestre de 2002 y el primero de 2003 se vieron afectados por el paro petrolero); 2004, 64.757; 2005, 85.730; 2006, 101.838. (En cuanto a estos ingresos, la mayor parte proviene del core business; la venta al exterior de petróleo y sus productos arrojó, para los mismos años, e igualmente en millones de dólares, la siguiente serie: 42.682, 39.875, 44.178, 60.972, 81.105, 96.676). En cinco años, pues, y naturalmente por efecto del incremento sostenido de los precios del petróleo, PDVSA duplicó el valor de sus exportaciones del año 2001.
El petróleo producido en el país, sin embargo, no fue suficiente para satisfacer la clientela de la empresa. En el mismo lapso se duplicó asimismo las compras hechas por PDVSA precisamente de petróleo y sus productos, al siguiente ritmo: 2001, 18.228; 2002, 17.956; 2003, 21.016; 2004, 24.649; 2005, 32.799; 2006, 38.331.
¿Qué otras cosas experimentaron duplicación? Pues los costos y gastos operativos; de 38.249 millones de dólares en 2001, se pasó a 78.907 millones en 2006. Pero la ganancia operacional—que el Estado de Resultados denomina “Ganancia antes de gastos para el desarrollo social e impuesto sobre la renta”—excedió la duplicación. Este rubro pasó de 8.001 millones en 2001 a 22.931 millones en 2006. El incremento supera el 100%, al expresarse como 186,6% de la ganancia operacional de 2001, es decir, una vez que los costos y gastos de operación del negocio han sido descontados de los ingresos brutos.
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Para adquirir autoridad con la que alarmarse de la caída, en términos absolutos y porcentuales, de la ganancia neta de PDVSA, afincándose en el informe publicado el lunes pasado, 26 de marzo de 2007, por la empresa, habría que dar crédito a otros componentes del mismo.
Por ejemplo, que PDVSA tiene planes de llevar la producción de petróleo al nivel de 5,8 millones de barriles por día en 2012, mediante una inversión total de 77.000 millones de dólares. Estas cifras, que no parecen desnutridas, serían alcanzadas mediante la combinación de 20.000 millones de dólares en inversión privada y 57.000 millones por parte de la misma PDVSA. Es para estos fines que se predica la emisión de bonos—hasta ahora de colocación muy exitosa—por 5.000 millones de dólares. El Ministro-Presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, explicó varias cosas en torno a esta iniciativa: primero, que para cubrir las necesidades de inversión—redondeó la cosa en 60.000 millones de dólares—PDVSA está acudiendo al crédito externo y ahora, por primera vez en su historia, al mercado financiero nacional; segundo, que no se contempla ulteriores emisiones de bonos para el mercado local; tercero, que las gestiones crediticias por el total requerido llevarían a PDVSA a una relación deuda/patrimonio de 22,8%, “lo cual está mucho mejor que los niveles de endeudamiento de otras empresas como Shell, BP, o Exxon Mobil”. (De hecho, esta nueva relación regresaría las cosas al nivel del año 2002, cuando fue de 22%, luego de haber estado en 23% el año anterior. La relación había mejorado significativamente en los últimos años: 2003, 18%; 2004, 9%; 2005, 7%; 2006, 6%). Ramírez destacó mucho la participación de los nacionales venezolanos: “por primera vez se está ofreciendo la posibilidad a los venezolanos que inviertan en nuestro propio desarrollo, para que los recursos no sólo provengan del exterior, sino también de nuestra propia economía, que estén garantizados de una manera efectiva, con el respaldo de la primera empresa del país, Petróleos de Venezuela”.
La producción actual de crudo (no incluye gas), por cierto—de tener consistentemente por verdaderas todas las cifras del informe—es, nacionalmente, de 3.274.000 barriles diarios para 2005. Boyd ponía en duda esta cifra luego de dar por verídicas las relativas a la ganancia neta y la inversión social, incluidas en el mismo informe, y además atribuía erróneamente el monto a PDVSA. Como lo explica el documento, sólo 2.906.000 barriles diarios correspondieron a PDVSA, y la diferencia de 368.000 barriles diarios debe atribuirse a la participación de terceros en la Faja Petrolífera del Orinoco. (La Gaceta Oficial con fecha de ayer publica una estimación del Ministerio de Finanzas, que coloca la producción de PDVSA esperada para 2007 en 2.966.000 barriles diarios en promedio).
Hablando de la Faja, el informe de PDVSA—¿deberemos creerle todo?—expone: “El área de la Faja Petrolífera del Orinoco (18.220 km2) ha sido dividida en 27 bloques cuyas reservas serán certificadas. PDVSA considera que el proceso de certificación incrementará las reservas de la Faja Petrolífera del Orinoco en unos 236.000 millones de barriles (‘mmbls’)… Como consecuencia de la antedicha certificación, Venezuela pasará a tener las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo”. ¿Es esto un signo de grave y preocupante declinación del negocio petrolero venezolano? Bueno, esto depende de que creamos la veracidad de las afirmaciones de PDVSA al respecto, empresa a la que se cree para restregarle que su ganancia neta ha disminuido en 26%. N’est-ce pas?
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Es verdad, parece, que la ganancia neta de PDVSA experimentó una disminución de 26% entre 2005 y 2006. Pero ¿cuál es el significado político de esto? ¿Cómo puede interpretarse en un barrio este desempeño?
No faltará en la propaganda del régimen la siguiente explicación: la ganancia neta de PDVSA corresponde al enriquecimiento del accionista; esto es, del Estado. La inversión social de PDVSA corresponde a un enriquecimiento del Pueblo. Y resulta que en el mismo lapso el accionista consintió en disminuir su enriquecimiento en 26%, con tal de aumentar el enriquecimiento del Pueblo en 92%. ¿Habrá descontento en los “sectores populares” de Venezuela por este resultado?
En verdad, la ganancia neta de PDVSA, su ganancia operativa (antes de la inversión social y el ISLR) aumentó en 19,4% en 2006. Esta ganancia, de 22.931 millones de dólares, se distribuyó del siguiente modo: 9.670 millones (42%) para el accionista—ganancia neta de 4.774 millones más 4.896 millones de impuesto sobre la renta—y 13.261 millones (58%) para el Pueblo. Casi 60-40 a favor del Pueblo. ¿Tendría base la oposición formal venezolana para pensar que una cosa así no tendrá efecto político favorable al gobierno? ¿Deberá ella insistir en rasgarse las vestiduras porque la ganancia neta de PDVSA ha disminuido? ¿Caerá en la trampa de intentar el descrédito gubernamental por el desempeño de su industria fundamental? Si se cree uniformemente la información suministrada por la empresa estatal de petróleo, y ésta es capaz de aumentar ingentemente su producción y sus reservas, al punto de establecerlas como las mayores del planeta, con un endeudamiento que le lleva a una relación deuda/patrimonio no peor que las de las más prestigiosas petroleras privadas, ¿no tendrá el gobierno, en contra de una lectura parcial, selectiva y sesgada de una oposición precipitada, un argumento de oro ante el mundo y frente a los pobres del país?
Hace exactamente una semana, el diario Tal Cual publicaba la segunda y última parte de muy agudas impresiones del escritor colombiano Gustavo Bolívar. Su análisis no tiene pérdida. Entre otras cosas decía: “Así las cosas, la Venezuela inconforme se enfrenta por estos días a un dilema difícil. Seguir con los brazos caídos y dejar que Chávez gobierne, legisle, imparta justicia, eduque a sus hijos bajo el esquema revolucionario, y maneje el presupuesto de la nación con auditores amigos o volver a levantar la frente, llenarse de nuevos bríos y conquistar el lugar que le corresponde a la oposición de cualquier nación decente del mundo. Pero ese respeto que se requiere para ser tenido en cuenta como una fuerza opositora no se logra cantando joropo con letras ridículas en los programas de televisión mañaneros, ni agrediendo al gobernante, ni tratándolo de payaso. La oposición se gana un lugar y un respeto entre la gente y entre el mismo gobierno con propuestas. Gobernando en la sombra. Uniendo los capitales de los ricos y haciendo obras sociales en aquellos lugares a los que el Estado no ha llegado. Investigando con seriedad. Protestando con respeto, paz y obstinación como lo hizo Gandhi. Haciendo propuestas objetivas. Alabando con honestidad y desprendimiento las cosas buenas que hace el gobierno, porque las hace”.
Y todavía añadió: “Fortaleciendo la democracia con foros donde se estudien reformas urgentes, como la electoral, por ejemplo. Estudiando al contradictor, desnudando sus falencias y debilidades. Encomendando el liderazgo a personajes con talla de estadistas, muy carismáticos como no lo fue el candidato Rosales durante la última campaña y con mucha credibilidad, algo de lo que pocos miembros de la oposición gozan por el sectarismo, el odio y la subjetividad como enfrentan a diario a su contendor. Pero lo más importante: Preparándose para gobernar cuando le llegue el turno porque, como reza el adagio, no hay rey que dure cien años ni pueblo que lo resista”.
Así concluyó: “Por eso, si lo que quieren sus opositores, por el cansancio que les produce seguir luchando, es matar a Chávez, deben saber que a Chávez no se le mata con un rifle de mira telescópica y largo alcance, entre otras cosas, algo indebido y sucio. A Chávez se le mata con argumentos, ideas y un tesonero, incansable, sano y buen ejercicio de la resistencia civil. Y lo tienen que empezar a hacer ya o tendrán que acostumbrarse a convivir con su exótica, ruinosa y altanera manera de gobernar, porque si de algo han de servirle las facultades otorgadas por la ‘Ley habilitante’ es para elevar a rango constitucional la reelección inmediata y vitalicia de los presidentes, es decir su perpetuación en el poder. Sin democracia no hay libertad, sin libertad no hay felicidad y sin felicidad no hay paraíso. Resistencia civil y pacífica”.
Cuidado, pues, con la algazara automática que cree ver blanco para la puntería opositora en cosas como la disminución de la ganancia neta de PDVSA. En una cosa tan complicada como nuestro proceso político de hoy, el éxito no puede conseguirse con argumentos superficiales, sólo pretendidamente contundentes. Lo primero que tendría que hacer una oposición que quiera ser eficaz, es usar mejor el cerebro.
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