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El 9 de noviembre del año pasado—en el #211—se recitaba acá palabras del economista norteamericano Jeffrey Sachs, que en su The End of Poverty escribió: «De algún modo, la actual economía del desarrollo es como la medicina del siglo dieciocho, cuando los doctores aplicaban sanguijuelas para extraer sangre de los pacientes, a menudo matándolos en el proceso. En el último cuarto de siglo, cuando los países empobrecidos imploraban por ayuda al mundo rico, eran remitidos al doctor mundial del dinero, el FMI. La prescripción principal del FMI ha sido apretar el cinturón presupuestario de pacientes demasiado pobres como para tener un cinturón. La austeridad dirigida por el FMI ha conducido frecuentemente a desórdenes, golpes y el colapso de los servicios públicos. En el pasado, cuando un programa del FMI colapsaba en medio del caos social y el infortunio económico, el FMI lo atribuía simplemente a la debilidad e ineptitud del gobierno. Esa aproximación, por fin, está comenzando a cambiar».

Ahora nada menos que The Wall Street Journal certifica que Alan S. Blinder, profesor de economía de la Universidad de Princeton, que durante décadas argumentó, “junto a otros colegas que el libre comercio enriquece a Estados Unidos y sus socios comerciales, a pesar del daño que genera para algunos trabajadores”, ha cambiado drásticamente de opinión. El autorizado periódico reporta que Blinder, en compañía de “un creciente grupo de economistas y políticos argumenta que en la economía actual las desventajas del libre comercio son más grandes de lo que pensaba al principio”.

Hoy en día—se describe en The World is Flat, de Thomas Friedman—las tecnologías de redes de información permiten que ciertos servicios se entreguen electrónicamente desde cualquier parte del planeta, en un ciclo de producción que ahora dura las 24 horas del día. La declaración de impuestos de un ciudadano en Chicago, solicitada en la misma ciudad a su contador personal, puede ser desagregada y en verdad ser procesada en Bangalor. (En su “carpintería”, en el number crunching). Blinder—apellido que traducido al español significaría “cegador”—estima que este fenómeno pudiera representar que unos “40 millones de empleos en EE.UU. se trasladen al extranjero en las próximas dos décadas”.

Anota The Wall Street Journal: “Algunos críticos del libre comercio señalan que el desempeño económico de América Latina en general ha sido decepcionante desde que la región comenzó a reducir sus aranceles en los años 80 y 90. Al mismo tiempo, regiones más proteccionistas, como China y el sudeste asiático, han prosperado”.

Ya no queda en pie mucho, pues, de la “ortodoxia” económica que cristalizó en el tristemente célebre Consenso de Washington, recetario que gobernantes hoy desacreditados—como Pérez en Venezuela o Menem en Argentina—quisieron aplicar a rajatabla. Vienen cambios paradigmáticos en la ciencia y la terapéutica económica.

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