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Al igual que Hugo Chávez, George W. Bush se caracteriza por una gran terquedad. Sin reparar en lo representativa de la opinión norteamericana que puede ser la ley aprobada en la Cámara de Representantes, y que fija el mes de octubre de este mismo año para el inicio de un retiro de tropas estadounidenses actualmente en ocupación de Irak, ha anunciado que vetará esa pieza de legislación. Hoy será discutida la ley en el Senado, y es de esperar que la correlación de fuerzas que favorece a los demócratas arroje un resultado similar al de la cámara baja. La mayoría de los demócratas, no obstante, es insuficiente para sobrepujar el veto avisado—que sí matará soldado. Para anular el veto presidencial se requeriría una mayoría de dos tercios de la cámara.

Como era de esperarse, los republicanos pretendieron enmarcar la decisión de los representantes como un grave error. Para una guerra que ya lleva más de cuatro años, el representante Harold Rogers, republicano por Kentucky, considera que la decisión significaría huir de «la lucha contra Al Qaeda».

A pesar del previsible resultado, es claro que Bush pierde apoyos por minutos. Ayer relanzó sus esfuerzos candidaturales hacia la presidencia en 2008 el senador republicano por Arizona John McCain, que hasta hace nada procuraba proyectarse como el lógico sucesor de las politicas de Bush. Aunque sin referirse a éste directamente, esta vez McCain procuró distanciarse de su gobierno, al aludir a «muchos errores» en Irak, al mal manejo de la crisis suscitada  por el huracán Katrina y al calificar al gasto del gobierno federal como dispendioso. Mc Cain llegó a sugerir que lo mejor que podría hacer el fiscal Alberto Gonzales, en beneficio del gobierno que le diera tan alto cargo, es la renuncia a su cargo.

Esto por lo que atañe al frente doméstico. Internacionalmente acaba de sufrir un importante insulto. El Parlamento Europeo ha tomado, por mayoría significativa, la resolución de exigir la renuncia de Paul Wolfowitz a la presidencia del Banco Mundial. El escándalo protagonizado por éste al descubrirse que había abogado directamente por una reubicación y un sustancioso aumento de sueldo para su compañera sentimental, ha servido de pretexto para reeditar el malestar con la imposición de Wolfowitz por parte de Bush.

Crece, pues, el desafío a la actual administración de los Estados Unidos, y todavía quedan muchos meses antes del cese oficial del segundo período de Bush. Si continúan agriándose sus circunstancias políticas, el gobierno presidido por George W. Bush pudiera verse ante rechazos más definitivos: un impeachment, por ejemplo. La probabilidad de un desenlace tan drástico iría en aumento de continuar sucediéndose defecciones como la que ahora parece ser la nueva posición de McCain, su antiguo y leal aliado.

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