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Las bolas de cristal de los economistas procuran por todos los medios atisbar el futuro de Venezuela. Analistas locales, pero también muchos internacionales, mantienen una estrecha atención sobre el desempeño económico del país.

Así por ejemplo, la Unidad de Inteligencia del Economist prevé una desaceleración en el crecimiento del producto nacional bruto en el período 2007-2008. Su más reciente reporte sobre Venezuela, actualizado en el mes de julio, señala: “Deficiencias en el ambiente decisional y una estabilización del ingreso fiscal se combinarán para producir una desaceleración del crecimiento del PNB en el período del pronóstico. Ya en 2007 se ha hecho esto evidente, con el crecimiento más lento del primer trimestre en los últimos cuatro años: 8,8%. … El gasto fiscal creció marcadamente en la segunda mitad de 2006 ante la pendiente elección presidencial, y el estímulo a los gastos de los consumidores que esto proveyó continúa, amplificado por una fuerte reducción de la tasa del IVA y otro aumento grande en el salario mínimo nominal. Pero a medida que progresa el período del pronóstico, se hará más difícil al gobierno mantener una postura fiscal expansionista ante un debilitamiento del ingreso fiscal. Al propio tiempo, el crecimiento del salario real se hará negativo, y el desempleo crecerá a medida que el ambiente se haga más difícil para los negocios. El resultado será una ulterior desaceleración del crecimiento del consumo privado, aun cuando los subsidios directos del gobierno, los controles de cambio (que canalizan el consumo hacia la compra de activos fijos), y una alta inflación (que promueve el consumo contra el ahorro) debiera proveer un piso para el crecimiento del gasto de los consumidores. …prevemos un crecimiento más lento del PNB, de cerca de 6% en 2007 y 4% en 2008”.

Los ojos de los zurdos, naturalmente, ven la cosa de otro modo. Un think tank izquierdista de Washington, el Center for Economic and Policy Research, ha emitido en julio un reporte del que son autores su Co-Director, Mark Weisbrot, y el economista Luis Sandoval. El informe—La economía venezolana en los años de Chávez—sostiene que las evaluaciones estándar sobre el desempeño económico de Venezuela están equivocadas. Así pone: “Venezuela ha experimentado un crecimiento muy rápido desde el piso de la recesión de 2003, y creció 10,3 por ciento el año pasado. La visión más frecuente de esta expansión es que es un ‘boom petrolero’ alimentado por altos precios del petróleo, como en el pasado, y que se dirige a una ‘ruptura’. Se presume que el inminente colapso resultará de una eventual declinación de los precios petroleros o por causa de una mala gerencia gubernamental de la política económica. Hay mucha evidencia que contradice esta sabiduría convencional”.

El estudio es profuso en datos, tablas y gráficos, y destaca indicadores de estabilidad y progreso. Por ejemplo, apunta: “El gobierno ha planificado conservadoramente con respecto a los precios del petróleo: por ejemplo, para 2007 el presupuesto prevé el barril de petróleo a US$ 29, o 52% por debajo del promedio de US$ 60,2 que obtuvo el crudo venezolano el año pasado”. Asimismo nota: “… Venezuela tiene un gran cojín de reservas de las que tomar antes de que una declinación de los precios petroleros comience a apretar sus finanzas. Una declinación de los precios del petróleo de 20 por ciento o más pudiera ser absorbida de las reservas internacionales oficiales, las que, a US$ 25,2 mil millones son suficientes para pagar casi toda la deuda externa venezolana. Esto no incluye otras cuentas gubernamentales offshore, las que se estima en el rango de otros 14 a 19 mil millones de dólares. Con su baja deuda externa (14,6 por ciento del PNB), el gobierno pudiera también recurrir a los mercados de crédito internacional en la eventualidad de una declinación de los precios del petróleo. Más aún, no parece probable un colapso de los precios petroleros en el futuro previsible. El pronóstico a corto plazo de la Agencia de Información de Energía de EEUU del 10 de julio proyecta precios del petróleo de US$ 65,56 por barril para 2007 y de US$ 66,92 para 2008”.

Aunque los fragmentos escogidos de ambos informes hablan de cosas diferentes, es obvio también que el punto de vista y las conclusiones de ambos son igualmente distintas. Dicen los izquierdistas: “Esta favorable situación macroeconómica también ha dejado al gobierno con mucha flexibilidad para tratar la inflación y el desequilibrio relacionado de la tasa de cambios. Puesto que el gobierno está comprometido a mantener un crecimiento sólido, no parece probable que frenará drásticamente el crecimiento económico para reducir la inflación, como se hace comúnmente. Esto es especialmente cierto porque no ha agotado otras alternativas. Por tanto, en los momentos no parece que la actual expansión económica vaya a concluir en algún momento del futuro próximo. Lo que se ha ganado en reducción de la pobreza, empleo, educación y salud en los años más recientes probablemente continuará dándose junto con la expansión”. Y esto sí contradice la predicción del Economist, cuya Intelligence Unit ya había pronosticado, erróneamente, un precio promedio de US$ 55,3 en 2007 y uno de US$ 48 en 2008 para el crudo Brent. Y eso que lo tienen enfrente, en el Mar del Norte.

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