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Willian Lara, Ministro del pomposo «Poder Popular» para la Comunicación e Información, se ha visto forzado a apelar a un viejo argumento de perdedores, al sugerir que la presencia en la calle de los estudiantes partidarios del gobierno, en su marcha de ayer, es la verdadera medición electoral, y no las encuestas de opinión. Así dijo: “La guerra de encuestas que se ha desatado en las últimas semanas queda invalidada con la expresión popular que ha tomado las calles”. Como que no ha notado que otra expresión popular, enteramente contraria, ha tomado otras calles. Es una expresión que no asiste en autobuses o con viáticos pagados por PDVSA.

Lara procuraba sin éxito controlar el daño infligido a las pretensiones absolutistas de Chávez por la divulgación de los más recientes estudios de opinión. Tan sólo la prestigiosa encuestadora Datos ha revelado el cataclismo de los últimos treinta días, cuando la intención de voto a favor del proyecto oficialista de «reforma» constitucional disminuyera doce puntos. (De 42% a 30%). Prácticamente en la misma proporción ha aumentado el rechazo. (De 30% a 41%). También ha anunciado Datos que decrece la propensión a abstenerse en el referéndum previsto para el 2 de diciembre.

A esta metamorfosis de la opinión pública han contribuido, sin duda, voces sensatas y respetadas, como las de Monseñor Roberto Luckert o Freddy Muñoz, que se han sumado a las de muchos que han llamado a votar No. Una adición contundente ha sido la del movimiento estudiantil, que de modo igualmente inequívoco lanzó ayer la misma invitación, luego de que un reciente parlamento estudiantil aprobara abrumadoramente esa línea. Hoy remata la faena Olga Krnjajsky (www.elgusanodeluz.com) invitando a los abstencionistas a que se abstengan de predicar: “Absténganse.  Absténganse. Vale. Pero  absténganse  también de intentar convencernos que su abstención es el camino y no nos roben ese valiosísimo tiempo que nos es vital y escaso”. Como medición de la voluntad heroica del abstencionista militante, «Olga K» ofrece: “A modo de despedida, no puedo dejar de compartir el siguiente cuento: estaba en una reunión cuando escuché a una señora, de esas militantes de H. Escarrá, preguntándole con honesta candidez a otra amiga: ‘¿Y a qué hora crees tú que termine la Marcha del No retorno?’”

Crece, pues, la ola popular que puede frenar en seco la pretensión de Hugo Chávez de convertir su gobierno en dominación absoluta y vitalicia. Esta vez se ha equivocado garrafalmente. Dentro de sus propios partidarios aumenta la tendencia a rechazar su monstruoso proyecto constituyente. El pueblo venezolano, el verdadero soberano, se apresta a mandarlo a callar, como ya lo hiciera, en representación de la inmensa mayoría de los presidentes de Iberoamérica, el Rey de España.

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