Por boca de su Secretario General, Henry Ramos Allup, el partido Acción Democrática se ha sumado al pescueceo de los apresurados irresponsables que, a partir de la situación creada por el referéndum del 2 de este mes de diciembre de 2007, procuran provocar la falta absoluta inmediata del actual Presidente de la República. (Antes, el general reencarnado, Raúl Isaías Baduel, había terminado por revelar sus verdaderos propósitos: luego de adelantar razones diversas para prescribir la realización de una asamblea constituyente—analizadas acá la semana pasada—dijo anteayer que una constituyente podía destituir al Presidente de la República. Es éste el desenlace que procura para sucederlo, antes de que su recién adquirida popularidad se esfume. De allí su prisa).
Es aquél el mismo Ramos Allup que se sumó, gracias a Dios tardíamente, a la invitación a votar en el reciente referéndum, luego de mantener una persistente posición abstencionista y cuestionadora del Consejo Nacional Electoral. Es el mismo Ramos Allup que lideró la estampida de las candidaturas de oposición a fines de 2005, cuando se retiraron a última hora para entregar al oficialismo todos los puestos de la Asamblea Nacional. (Expediente preparado con más de un mes de anticipación—según consta a quien escribe—al evidenciar las encuestas que toda la oposición reunida no lograría alcanzar más de quince por ciento de la votación esperada). Es el mismo Ramos Allup que, ante la renuencia de Enrique Mendoza a enfrentar las cámaras de televisión en la madrugada temprana del 16 de agosto de 2004, asumió el podio de la Coordinadora Democrática para vocear falsa e irresponsablemente que el referéndum revocatorio del día anterior había sido un fraude, creando así la derrotista matriz de opinión que a duras penas pudo vencerse el pasado 2 de diciembre, para derrotar por mínima diferencia el proyecto de “reforma” constitucional de Hugo Chávez.
Ahora sale Ramos Allup, basado en reedición del “criterio Mejía-Ugalde”, a recomendar que “el sector del país que aboga por sostener la democracia” eche “mano de todos los recursos institucionales para sacar a Chávez del Gobierno sin esperar hasta las elecciones presidenciales de 2013”. (Reporta Elvia Gómez en El Universal). Al enumerar tres posibilidades—referéndum revocatorio, exigencia de renuncia y enjuiciamiento del Presidente—, dijo Ramos Allup que si se sumaba los votos negativos del día 2 con las abstenciones se obtenía que más de siete millones de venezolanos no habían aprobado el proyecto Chávez-Flores. José Amando Mejía Betancourt y Luis Ugalde habían ya propuesto esta suma. Ugalde había escrito el 25 de octubre: “…el día del referéndum el rechazo se expresará de dos maneras, ambas con fuertes razones y motivos: por la abstención y por el no. No será posible acordar una única forma de rechazo. Millones (opositores y chavistas) lo harán con la abstención y otros millones con el voto por el no. Ambas formas de rechazo sumarán más de 70% (ya 60% sería un triunfo) y dejarán en evidencia que, con minoría de 30%, el Gobierno quiere imponer como obligación constitucional un régimen autoritario y un modo de vida rechazado”. La suma repropuesta ayer por Ramos Allup, por supuesto, puede hacerse enteramente al revés: de la misma forma puede decirse que más de siete millones de venezolanos no rechazaron la proposición, pues no votaron por el NO.
La proposición expuesta por Ramos Allup incluyó, además, referencia a dos salidas adicionales: la declaración de incapacidad mental permanente del Presidente de la República, y la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Una vez planteada la proposición, y como si no hubiera dicho la enormidad acabada de decir, Ramos Allup cambió de tema para advertir que quedaban diez meses para lograr candidaturas unitarias en las pendientes elecciones de gobernadores y alcaldes, “como ya se hizo en 2005”. Es decir, cuando se hizo para retirarlas luego.
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Antes de este aporte de Acción Democrática—Ramos Allup habló en rueda de prensa acompañado por otros miembros de la dirección nacional de su partido—hubo una preparación escenográfica, y ésta fue proporcionada por el editor Rafael Poleo, en artículo del pasado domingo 16 en El Nuevo País. En el sumario de la página “A sangre fría”, Poleo inocula el veneno que busca neutralizar un juicio más sensato de la actual situación política. Así pone (mal escrito): “Lo que impide a la Oposición unirse son las ambiciones de políticos que cada uno de ellos prefiere mantener a Chávez en el poder hasta que él esté en capacidad de sucederlo, aunque sea en el 2021”.
Poleo da por sentado que es posible salir de Chávez a corto plazo, y que esta ansiada bendición es impedida por la acción concertada de Teodoro Petkoff, Manuel Rosales y Julio Andrés Borges. El título de su artículo es, precisamente: “La conducta de Petkoff, Rosales y Borges compromete los resultados de octubre 2008”. O sea, el mismo vínculo establecido por AD, con saliva de loro, entre la perentoria salida de Chávez y las elecciones estadales y municipales.
Al comienzo de la aviesa pieza, Poleo dogmatiza una falsedad: “Según todas las encuestas menos la llamada ‘Misión Seijas’, este bloque opositor es numéricamente superior al chavismo en proporción de 6 a 4, independientemente de que un CNE manejado por el régimen puede reducir esa diferencia incluso hasta extinguirla”. Aparte de la reiteración de la desconfianza en el sistema electoral—Poleo se niega a encajar el hecho de que el CNE acaba de declarar una importantísima derrota de Chávez, a pesar de una diferencia realmente exigua—allí coloca como premisa mayor de su retorcido argumento lo que a todas luces es una mentira: que las encuestadoras miden que el chavismo es minoría y la oposición la mayoría. No hay absolutamente ninguna encuestadora que rinda esa “información”.
Pero el papá de Patricia tiene un real objeto más insidioso: desacreditar los esfuerzos de quienes más contribuyeron al magnífico resultado del 2 de diciembre, al que ni él ni su hija aportaron la menor contribución. (Todo lo contrario, aún durante todo el día del referéndum, Patricia Poleo aseguraba refugiada en Miami que su furibunda prédica abstencionista era lo único correcto. Su papá tiene el tupé de escribir que las recomendaciones de Petkoff, de que aceptáramos los resultados electorales de diciembre de 2006, provocaban “la abstención de su electorado y la desbandada de los testigos de mesa opositores, facilitando las operaciones fraudulentas de un adversario inescrupuloso”). En su acostumbrado tono maledicente, Poleo expone: “La conducta de Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia obliga a pensar que su estrategia es demorar el tránsito de Chávez hasta que ellos estén en capacidad de heredarle como partidos hegemónicos al modo de lo que una vez fueron AD y Copei”.
Lo que la gente políticamente responsable hace es tratar de leer correctamente la situación. Con característico estilo, Teodoro Petkoff escribió al suscrito el 3 de diciembre: “Administremos bien esta victoria y esperemos que los brutos hayan aprendido una lección, aunque lo dudo… por algo son brutos”. La concatenación del escenógrafo Poleo y el actor Ramos Allup pone claramente de manifiesto que no han aprendido nada.
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Es sumamente peligroso colegir de los resultados del 2 de diciembre que Chávez está caído. Está en graves dificultades, no hay duda, tantas o más que las que confrontara al aproximarse el fatídico mes de abril de 2002, cuando también la oposición barajaba modos de salir de Chávez. (Los que ayer enumerara Ramos Allup más la idea de una constituyente, una enmienda para recorte de su período y un referéndum consultivo que preguntara: “¿Está Ud. de acuerdo con solicitar al Presidente de la República, ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías, que de manera inmediata renuncie voluntariamente a su cargo?” Estas dos últimas ocurrencias fueron propuestas, en sucesión, por Primero Justicia. En febrero de 2003 Súmate las reuniría todas en un combo presentado a la consideración de los ciudadanos signatarios de un “reafirmazo”, luego de que el CNE accidentalmente presidido por Alfredo Avella se viera impedido, por decisión del TSJ, de celebrar el referéndum propuesto por aquel partido, que lo vendía, si no como vinculante, sí como “fulminante”).
Desde el 2 de diciembre, claro, los grados de libertad de Chávez se han reducido visiblemente. 2007 ha sido un año malo para Chávez. La medida contra RCTV que no contó con el apoyo de la mayoría nacional, los estudiantes que emergieron para hacerle sentir el rechazo juvenil y poner en ridículo a Cilia Flores, el intento de hacer un partido único del “proceso” que hasta ahora ha fracasado, una serie de incidentes internacionales—la pregunta regia de Juan Carlos de Borbón, la refutación del rey de Arabia Saudita en la OPEP, la molestia de Bachelet y el Senado chileno, la cesantía impuesta por Uribe—que le ha estrechado el ámbito, la defección de Baduel que influyó en militares y chavistas, la activa campaña de su ex esposa que se opuso a sus designios hegemónicos, y una creciente y más atrevida crítica a su persona dentro de sus propias filas, precedieron a la derrota que él mismo anticipó como la reducción a cero de la velocidad de sus motores revolucionarios.
A pesar de esto, logró articular un eficaz discurso en la madrugada del 3 de diciembre, por el que reconoció la victoria opositora y ofreció un mentís a quienes le acusaban de no ser demócrata. Pero a continuación regresó al modo más agresivo, cobrando deudas al pueblo de Caracas y el del estado Miranda y adelantando calificaciones escatológicas—DRAE: escatología. Tratado de cosas excrementicias—dirigidas a desvalorizar el triunfo de sus adversarios. Hay ya mediciones de opinión que sugieren que esta pataleta le ha costado siete puntos de popularidad. (Las razones de esta malacrianza, en compañía del alto mando militar han sido analizadas en los oráculos de La Florida y Los Palos Grandes. Los arúspices señalan, primero que nada, que la nota de Hernán Lugo Galicia, asegurando en El Nacional que los generales le habían conminado a reconocer los resultados de la consulta, le robaba precisamente el mérito del talante democrático dolorosamente adquirido. Luego, que en Venezuela, cuando se huele que el Presidente de la República ya no cuenta con el respeto del estamento armado y no puede usar la fuerza, se le pierde mucho si no todo el respeto. Sería este peligro el que salió a conjurar en compañía de los jefes militares, con el empleo de groserías que, en cualquier caso, son de uso frecuente en el lenguaje de cuarteles).
Pero de allí a suponerle inútil hay mucho trecho. Si como pareciera, ha aumentado considerablemente la probabilidad de la falta absoluta del Presidente a breve plazo, no es por ninguna de las vías expuestas por Ramos Allup como se obtendrá ese resultado. La declaración de insania de Chávez sólo tendría viabilidad si fuera promovida desde el chavismo. Son los de su entorno quienes tendrían que amarrar a su loco.
La otra posibilidad es la de una renuncia de Chávez asumida personalmente por él como decisión autónoma, jamás por presión opositora. Si se viera reducido del papel épico de líder revolucionario continental y jefe omnímodo de los venezolanos, al de mero administrador convencional de un gobierno emproblemado, pudiera rechazar este deslucido papel, y se retiraría para preparar un retorno cuando estuviera fortalecido.
Por lo demás, Chávez fuera del gobierno no se retiraría a pastar y escribir sus memorias. Seguiría siendo un factor enormemente perturbador, hiperactivo local y continentalmente. Por ahora pudiera ser preferible tenerlo en el gobierno que en la oposición.
Pero quienes, como Poleo o Ramos Allup, avivan el fuego de la inestabilidad—la “crisis de gobernabilidad” tan buscada por los más radicales opositores—pudieran estar haciendo trabajo de cachicamo para una lapa paracaidista. Pasado ya el momento de Alfredo Peña, Pedro Carmona, Juan Fernández, Guaicaipuro Lameda, Carlos Ortega, Cecilia Sosa, Herman Escarrá y tantos otros que se imaginaron sucesores de Chávez, la actual ventana de oportunidad está prácticamente abierta sólo para Raúl Isaías Baduel a brevísimo plazo. Esto es lo que él huele, así como los oportunistas que ahora procuran acercársele.
Es observación de Argelia Ríos—en opinión del suscrito autora consistente del mejor análisis político de la prensa nacional—que Baduel no está en realidad hablando a la oposición sino al chavismo con su propuesta de constituyente. En efecto, si bien habló primero de la constituyente como reconciliación, en saludo al atinado discurso opositor serio, luego ha dicho que es para desarrollar como se debe el “socialismo del siglo XXI” y ahora para destituir a Chavez. ¿Estarán buscando el Secretario General de Acción Democrática y el Editor de El Nuevo País despejar el terreno para el continuismo de un militarismo marxista?
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