En su edición 134, de mayo de 2007, la revista londinense Prospect alojaba un estimulante artículo de Julian Gough, quien el año anterior había ganado el Premio Nacional de Cuentos del Reino Unido con una narración publicada en la misma revista. El artículo en cuestión portaba el sugestivo título de Divina Comedia. La tesis de Gough destacaba que “…desde la Edad Media, la cultura occidental ha sobrevalorado lo trágico y desvalorizado lo cómico. Es ésta la razón por la que la ficción actual está tan llena de ansiedad y sufrimiento. Es hora de que los escritores regresen al serio negocio de hacernos reír”.
Al comienzo de su exposición Gough apunta con tino: “Hace dos mil quinientos años, en tiempo de Aristófanes, los griegos creían que la comedia era superior a la tragedia: la tragedia era meramente el punto de vista humano de la vida (enfermamos, morimos). Pero la comedia era el punto de vista de los dioses, desde las alturas: nuestro interminable y repetitivo ciclo de sufrimiento, nuestro horror de él, nuestra incapacidad para escapar de él. Los enormes, borrachos y lascivos dioses griegos nos contemplaban para entretenerse, como si fuésemos un grosero, divertido, violento y repetitivo dibujo animado. Y lo mejor de la vieja comedia griega trató de proporcionarnos esa perspectiva relajada y divertida de nuestros seres defectuosos. Con ella nos hacíamos como dioses, al reír de nuestras propias locuras”.
Si no fuera por la tragedia que significa la privación de libertad que los guerrilleros de las FARC imponen a más de cuatrocientas personas—de las que Clara Rojas, su hijo Emmanuel y Consuelo González son menos del uno por ciento—habría que reír con el papelón desempeñado por Hugo Chávez, a quien Marulanda & Cía. han dejado con los crespos hechos. Pero Chávez entiende poco del género trágico, pues el suyo es el épico, de modo que no puede aprovechar la lección de Gough. Su tránsito es distinto, pues no procede de lo trágico a lo cómico, sino directamente de la epopeya a la comedia, de la Ilíada a Las Moscas, de La Araucana a Pantaleón y las visitadoras. Con lo de su cacareado y fallido rescate ha terminado, literalmente, por poner la cómica.
………
En momentos cuando esto se escribe, está en curso la toma de muestras de ADN en la abuela y el tío del presunto Emmanuel, Clara González de Rojas e Iván Rojas, y el proceso de análisis bioquímico computarizado que determinará si un niño de alrededor de tres años, que todavía no se para solo y no logra pronunciar más que mamá y algunas sílabas, protegido por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, es el infante que las FARC habían prometido entregar, en prueba de su actitud “humanitaria”. Esta actitud dejó su huella en un niño que en julio de 2006 fue entregado al instituto con signos de tortura, una fractura mal reducida del húmero izquierdo, leishmaniasis, malaria, dolencia diarreica aguda y desnutrición, aparte de un síndrome de abandono social.
Si a la postre resultare que este niño es Emmanuel, no puede suponerse que fuera intención de las FARC engañar al mundo prometiendo su entrega para no cumplir. Las FARC no son la Mercedes Benz, y seguramente serían su desorden y su ineptitud general la causa de la confusión. Más probablemente, presumieron que el niño sería fácilmente obtenible de regreso en San José del Guaviare, donde quien en 2006 dijo ser su abuelo—ahora sostiene que es su padre—lo había entregado.
La hipótesis de que el niño cobijado por el ICBF es Emmanuel fue anunciada por Álvaro Uribe en horas de la tarde del 31 de diciembre, y rápidamente Hugo Chávez interpretó que el anuncio equivalía a “dinamitar” la tercera fase de la puesta en escena que tanto trabajo y parafernalia le había costado. Poco antes del discurso de Uribe, Chávez había leído un comunicado de las FARC donde éstas aseguraban que operaciones militares del gobierno de Colombia hacían imposible el suministro de las coordenadas del sitio de entrega de los tres rehenes. El gobierno presidido por Uribe negó enfáticamente que los movimientos de sus fuerzas armadas hubieran impedido nada, certificando que por más de dos semanas no había ocurrido combate alguno en la zona. A pesar de esto, Chávez decidió poner públicamente en duda las seguridades ofrecidas por el Presidente de Colombia y dar por palabra revelada, fidedigna, la explicación de las FARC. Con esta definición Chávez confirmaba que jamás fue un mediador, y que en cambio ha actuado todo el tiempo como representante de las FARC.
Hasta el polémico Ramón Rodríguez Chacín tuvo más respeto hacia el gobierno de Colombia. El 30 de diciembre declaró: “Debo reconocer el total apoyo que hemos recibido del gobierno colombiano, especialmente en la figura del Alto Comisionado para la Paz y todos los representantes que han sido designados”. (Agencia Bolivariana de Noticias). Él, que ha actuado más de una vez como enlace del gobierno venezolano con las FARC y como mediador para delicados rescates—el de Richard Boulton, por ejemplo—sabe de la importancia en estos asuntos de la discreción, virtud que no adorna al presidente Chávez.
………
En la familia del suscrito existió un personaje solterón, profesional, de buenos ingresos y disposición generosa. Eran proverbiales sus viajes al exterior, de los que regresaba con una maleta repleta de finos regalos para sus hermanos y sobrinos. A su llegada, organizaba una velada especial para la entrega de los obsequios. Con la maleta abierta sobre la mesa del comedor, iba sacando los regalos uno por uno, mientras convocaba en voz alta al pariente que recibiría el que extraía cada vez. Un corro de hermanos y sobrinos, reunidos en torno a la mesa, debía asistir a toda la larga secuencia de entregas y, sobre todo, aprobar elogiosamente con exclamaciones apropiadas la finura, la inteligencia y la esplendidez de cada obsequio. Concluida esta fase del acto, todavía había que aguantarlo cuando se acercaba a preguntar: “¿Te gustó lo que te traje? ¿Qué te pareció lo que le regalé a tu hermana? ¿Viste lo que les compré a tus primos? ¿No fueron estupendos mis regalos?” Una enorme inseguridad emocional atribulaba al neurótico pariente, la que sólo se calmaba a medias al convencerse de que se había hecho digno de grande admiración a causa de su demostrada largueza. Esa noche dormiría más tranquilo, agotado de la gran excitación de la velada.
Algo así procuró hacer Hugo Chávez con la “Operación Emmanuel”, que terminó siendo un aborto. Él, que tanto gusta de denunciar lo que se le oponga o le refute como manipulación “mediática”, organizó un espectáculo circense en el que descollara como el protagonista principalísimo, digno de grande admiración. (Mediático y además protagónico). Incapaz de discreción o mesura, invitó a compinches y cineastas, alojó a hoy frustrados familiares de las víctimas en Miraflores, convocó a la Cruz Roja y a la prensa internacional, y si no trajo a Fidel Castro fue porque este señor no puede ya moverse de su cama. Él mismo se buscó el papelón que acaba de representar.
Naturalmente, tiene sus defensores. No podía faltar sobre el incidente la palabra falaz y aduladora de Carlos Escarrá. Quien fuese el más obsecuente defensor de una dominación vitalicia de Chávez, derrotado irremisiblemente el pasado 2 de diciembre, ha salido a cuestionar los procedimientos y anuncios del gobierno colombiano, en la creencia de que así se hace útil a su jefe. Este otro Escarrá fue entrevistado en Venezolana de Televisión, y por este canal creyó astuto aducir que había “ irregularidades y anomalías… reflejadas en el argumento esgrimido por el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, para detener la Operación Emmanuel”. (Reporta El Universal). Dijo este otro Escarrá: “Uribe, de todas todas, queda mal. Imaginando el escenario de que ese niño es Emmanuel, ¿por qué no esperó que entregaran a las otras dos personas para hacer el anuncio? Y si es mentira, abortó una operación humanitaria que, a su vez, iba a constituir un puente para la paz de Colombia”.
La declaración de este otro Escarrá es un claro retorcimiento de los hechos. No fue Uribe Vélez quien “detuviera” la Operación Emmanuel. Las FARC, antes de la revelación que hiciera Uribe, ya habían hecho del conocimiento de Chávez (y a través de éste del mundo entero) que la operación de rescate había sido unilateralmente cancelada por ellas. Para cuando Uribe habló públicamente ya la cosa estaba detenida, y su intervención tuvo todo el sentido del mundo, pues las FARC habían ofrecido como excusa que su negativa a entregar los rehenes era culpa del gobierno de Colombia, cuyas fuerzas armadas habrían entorpecido las operaciones. Uribe, pues, estaba en todo su derecho de defender su actuación desmintiendo esta especie—que Chávez dio por buena—y sugerir que la real razón de la interrupción pudiera estar en que los guerrilleros terroristas y narcotraficantes, culpables de delitos de lesa humanidad, no podían cumplir enteramente su promesa porque no tenían al niño cuyo nombre sirvió para bautizar la abortada entrega.
Más aún: antes de anunciar el asunto a un mundo que antes había escuchado la acusación de las FARC, Uribe informó los datos que obraban en su poder al canciller Maduro y los representantes internacionales. Tanto Chávez como aquel otro Escarrá han puesto en tela de juicio la oportunidad de la hipótesis revelada por Uribe, insinuando que la ha podido manifestar luego de la entrega de los otros dos rehenes. ¡Pero es que ya no iba a haber entrega de ningunos dos rehenes, mucho menos de tres, por decisión unilateral de las FARC! Chávez, por su parte, se ha contradicho él mismo con esta débil crítica, pues su primera reacción fue preguntar por qué Uribe había “esperado” hasta el 31 de diciembre para revelar lo que sabía. Una vez que se dio cuenta de que Uribe recibió información del niño en discordia entre el 28 y el 31 de diciembre, y de que fue en esta tardía fecha cuando el Defensor del Pueblo de San José del Guaviare reportó que se le exigía perentoriamente la devolución de un infante, cuyas características se asemejan a las del que está bajo protección del ICBF, cambió su cuestionamiento para reclamar que Uribe no se hubiera callado. ¿No es éste el mismo Chávez que todavía está ardido porque alguien le preguntó por qué no se callaba?
………
Todavía después de todos estos incidentes, que incluyen una apresurada cura en salud de Chávez—viendo la solidez de la información aportada por Uribe señaló que si resultaba ser cierta las FARC quedarían como mentirosas—y la admisión de expertos colombianos para tomar en Caracas las muestras de ADN a Clara de Rojas e Iván Rojas, el Alto Comisionado para la Paz en Colombia, Luis Carlos Restrepo, declaró: “Las FARC tienen que cumplir su palabra. El gobierno ha dicho que sigue ofreciendo todas las garantías para que la misión culmine, y quienes deben cumplir son las FARC, que jamás le entregaron al gobierno de Venezuela la información sobre el sitio donde liberarían a los secuestrados, y esa fue la razón por la cual la misión humanitaria nunca pudo completarse con éxito”. (Por vía telefónica a Globovisión).
Hasta el diplomático José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, ha dicho: “Yo creo que aquí lo principal es no confundir, en ningún caso, dónde están los verdaderos culpables de esto. Aquí los responsables no son ni el presidente Álvaro Uribe ni el presidente Hugo Chávez… Los responsables son los secuestradores, los que tienen a esta gente”.
Pero quienes se aprestan a cobrar esta payasada a Hugo Chávez son sus alebrestados críticos internos. Informaciones recibidas por doctorpolítico hablan del nuevo malestar, causado por la enorme cómica puesta por el Presidente de la República, en las propias filas de su partidarios. Allí hierve un descontento que emergió poco antes del frustrado referéndum del 2 de diciembre, se agudizó después de esta fecha y más todavía cuando Chávez escapó al desagrado interior ausentándose de nuevo al exterior. Hay hasta quejas de su decisión—buena en sí—del indulto que decretó al término del reciente año pasado para unos cuantos presos políticos, porque la medida no habría sido consultada, mucho menos discutida.
Por esto Chávez actúa ahora cómicamente. Impedido de epopeya, ahora anuncia que devolverá la revolución a su cauce, y que 2008 será un año de revisión, rectificación y revitalización de la misma. ¿Qué lo mueve a este cambio de foco? Pues dijo que había tenido que llamar al vicepresidente Jorge Rodríguez para que convocara una reunión de emergencia en atención a la crisis de la basura capitalina. Como si fuera un observador no comprometido (reporta Reuters), preguntó retóricamente: “¿Cómo es posible que un gobierno no pueda recoger la basura?” Comicidad pura. También indicó que se ha dado cuenta de que en la población hay preocupación por la criminalidad, y hasta se quejó amargamente de que a TVes no lo ve nadie. Más cómico todavía.
La comicidad no le va a durar mucho. Dentro de cuatro días se reanudará el juicio contra los detenidos en Miami por el caso del maletín lleno de dólares transportado por Guido Antonini Wilson. Ya no cuenta con el espectáculo que había armado—quién sabe a qué costo—para proyectarse como candidato al Premio Nóbel de la Paz y tapar la luz que caerá persistentemente sobre el affaire Antonini.
Es Hugo Chávez, él mismo, quien escoge sus amistades. En todo el asunto de los rehenes secuestrados por la guerrilla colombiana ha preferido, imprudente e indiscretamente, simpatizar abiertamente con ella. Y ésta es una organización criminal que nunca ha querido acogerse a la pacificación. El antecesor de Álvaro Uribe, el presidente Andrés Pastrana, comenzó su gobierno con esperanzadoras ofertas y la concesión territorial de una zona de distensión, mientras buscaba afanosamente una solución negociada que pacificara a Colombia. La guerrilla despreció el generoso ofrecimiento, y si ahora parecía presta a un gesto «humanitario» es porque la tenacidad de Uribe la ha puesto contra la pared y llevado a una situación perdida. (Apunte de Luis Alberto Machado).
Ahora ha dinamitado ella misma su promesa de devolver a sólo tres de los cientos de rehenes en su poder, dejando muy deslucido al presidente Chávez. Ni éste ni el otro Escarrá han atinado a pronunciar—por ahora—una sola palabra de conmiseración con un niño de bracito fracturado, pero todavía esperan que un milagro les traiga, tal vez para el 6 de enero, al menos dos rehenes. Si dos rehenes cuestan lo que han costado hasta ahora, todo el presupuesto de PDVSA no alcanzaría para sufragar la libertad de los restantes y, por los vientos que soplan, estos rehenes tendrían que ser verdaderamente unos magos para aparecer, algún día, sanos y salvos.
LEA
intercambios