Nada menos que en Ecuador, patria de su aliado Rafael Correa, ha sido vapuleado Hugo Chávez recientemente por Lech Walesa, ex Presidente de Polonia y Premio Nóbel de la Paz. En entrevista concedida al canal Ecuavisa, Walesa describió a Chávez como “un demagogo y populista que engaña a la gente pobre”. Luego explicó: “La última vez que vine a América Latina había una oferta para que fuera a Venezuela, para entrevistarme con el presidente Chávez, pero yo la rechacé porque no me gusta encontrarme con gente de este tipo”. Lenguaje claro y raspado de obrero portuario polaco.
Bueno, Chávez no está precisamente buscando alianzas estratégicas con Polonia (que no tiene bicicletas nucleares que ofrecer). Más bien parece prepararlas ahora, según frescas declaraciones, con los Estados Unidos, país que está en el proceso de procurarse un nuevo presidente.
Un poco más abajo de Ecuador, el periódico chileno El Mercurio publicó una entrevista a quien asoma como el más probable sucesor de George W. Bush: el candidato demócrata Barack Obama. Prácticamente todas las respuestas de Obama tuvieron que ver con América Latina, gracias al foco de Jorge Ramos, su entrevistador.
Así, expresó su deseo de viajar a nuestro continente por primera vez, aun antes de las elecciones de noviembre en su país, e indicó que finiquitada la guerra de Irak la atención preferencial de los Estados Unidos debía fijarse sobre América Latina. A juzgar por la postura que Obama reiteró a El Mercurio, Chávez encontraría en él una mayor disposición a aceptar otro de sus propósitos de enmienda: la reconstrucción de las relaciones de Venezuela con los Estados Unidos. Obama dijo: “Iniciaría conversaciones con nuestros enemigos en Cuba y Venezuela”.
Obama tampoco se chupa el dedo. Refiriéndose a Chávez indicó: “Sabemos, por ejemplo, que pudo haber estado involucrado en el apoyo a las FARC, perjudicando a un vecino. Ése no es el tipo de vecino que queremos. Creo que es importante, a través de la Organización de Estados Americanos (OEA) o de las Naciones Unidas (ONU), iniciar sanciones que digan que ese comportamiento no es aceptable”.
Quizás haya sido más humillante para Chávez la respuesta que dio a una pregunta específica de Ramos: “¿Y Hugo Chávez? ¿Es una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos y del resto del continente?” Obama contestó de este modo: “Sí, creo que es una amenaza, pero una amenaza manejable”.
Es decir, Chávez reducido al status de niño travieso, disminuido desde su pretensión de liderazgo mundial contra el neoimperialismo norteamericano. En una sola entrevista, Obama lo llamó amenaza y lo llamó enemigo. Eso sí, de ligas bastante menores.
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