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Impeacheney. The action of charging the holder of the Office of Vicepresident of the United States with misconduct. (El acto de acusar al titular del Oficio de Vicepresidente de los Estados Unidos de conducta indebida). No es probable que la anterior definición aparezca, en años futuros, en el Diccionario Webster del idioma inglés porque prosperasen los presentes amagos de acusación formal de Dick Cheney por abusos diversos de su cargo. El año pasado, el representante Robert Wexler (demócrata por Florida), quien copreside la campaña de Barack Obama en su estado, intentó introducir una resolución de impeachment contra Cheney, y acaba de sumar su apoyo a la introducida por Dennis Kucinich (representante demócrata por Ohio) contra el propio presidente Bush esta semana. Entre los treinta y cinco cargos enumerados en la moción de Kucinich, figura prominentemente el Artículo II: “Falsa y sistemáticamente, y con intención criminal, mezclar los ataques del 11 de septiembre de 2001 con una representación tergiversada de Irak como amenaza de seguridad, como parte de una justificación fraudulenta de una guerra de agresión”.

Por su lado, la senadora demócrata Bárbara Boxer (California), quien preside el comité senatorial del Ambiente y las Obras Públicas, se propone recabar, judicialmente si es necesario, información pertinente al alegato de Jason Burnett, antiguo funcionario de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos. Según supo primeramente por carta de Burnett del 6 de julio, la oficina del vicepresidente Cheney había presionado por la supresión de más de seis páginas en el testimonio preparado por la jefa del Centro de Control de Enfermedades y Prevención, que detallaban las consecuencias del calentamiento global sobre la salud de la gente. Esto es, Dick Cheney, en su destacado rol de cabildero de corporaciones petroleras, procuró que se dejara al pueblo norteamericano en la ignorancia de los efectos de los gases de invernadero sobre la salud general. Ese testimonio, fuertemente editado, fue presentado al Senado estadounidense. La senadora Boxer declaró: “Este encubrimiento está siendo dirigido desde la Casa Blanca y la oficina del Vicepresidente”.

A pesar de tales enormidades, no es probable que los intentos de impeachment contra ninguno de los dos personajes prosperen. (Para destituir de su cargo a algún funcionario impeachable, la Cámara de Representantes debe aprobar la moción, que iría al Senado para una convicción que requiere una mayoría calificada de las dos terceras partes).

El propio Barack Obama no está de acuerdo con la iniciativa. El año pasado declaró: “Creo que si comenzamos los procedimientos de acusación seremos tragados por la política que ha hecho que Washington funcione mal. Una vez más, en lugar de atender los asuntos de la gente, nos ocuparíamos en un circo incesante de ojo por ojo, de mutua retaliación”. Pareciera a primera vista, sin embargo, que son “asuntos de la gente” el enorme gasto de la guerra de Irak que sale de los bolsillos de los contribuyentes y los efectos nocivos a la salud del calentamiento global, que la Administración Bush ha desconocido de modo contumaz.

Pero la política convencional es la política que tenemos, y Obama, que ha prometido cambio, bien pudiera convertirse en decepción. Por eso no se escuchará el grito de “iImpeach Cheney!” y menos aún se formará en inglés el vocablo imbushment.

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