El 2 de febrero de 2006 se reportaba en el #175 de esta publicación: “No hace mucho que algún encuestador respetable reportaba que sólo un 16% de la población se había beneficiado directamente de alguna de las ‘misiones’, a pesar de haberse gastado en ellas, hasta comienzos de 2005, probablemente 5 mil millones de dólares. (El asunto no es mera transferencia monetaria: la representante de la UNESCO declaró, el día que Chávez proclamaba a Venezuela ‘territorio libre de analfabetismo’, que nuestro país era el único en el mundo que había alcanzado las metas que se había fijado a este respecto”).
Ahora es Edouard Matoko, representante de la UNESCO para Bolivia, Ecuador y Venezuela, residenciado en Quito, quien declaró ayer que “Venezuela es uno de los países que tiene ‘más oportunidades’ de alcanzar los objetivos de ‘Educación para Todos’ (EPT), acordados por la UNESCO para 2015, si mantiene sus inversiones y políticas en este campo”. (Reporta El Universal). Matoko opina que Costa Rica es otro país bien posicionado para alcanzar el mismo logro.
Matoko destacó entre otras cosas la matrícula de la educación primaria en Venezuela, con 95% de escolaridad, y estima que nuestro país “ha dado un salto cualitativo muy importante en los últimos años”, en términos comparativos con otros países de la región. Cree que ha habido buenos avances en capacitación de docentes e infraestructura.
En general, es protocolo automático de cierta oposición desconocer cualquier logro del gobierno, que un examen más serio y sosegado tendría que admitir. Por fortuna, es cada vez más frecuente conseguir cabezas opositoras de mayor inteligencia, capaces de reconocer las bondades de ciertos programas gubernamentales.
En educación, debe reconocérsele al gobierno un ingente esfuerzo, al que dedica 7% del Producto Interno Bruto. No puede combatirse, a pesar de las prédicas homeopáticas, mezquindad con mezquindad.
La oposición a los programas educativos del gobierno debe fundarse, obviamente, en otro terreno, definitivamente más importante. Éste es el de los contenidos de su enseñanza, el de la distorsión adoctrinadora de los “currículos bolivarianos”. El terreno de la libertad de educación, tanto para impartirla como para recibirla.
Pero esta claridad estratégica no debe intentar la ocultación del Sol con un dedo. El gobierno, a pesar del abuso del adoctrinamiento ideológico, ha logrado cotas muy significativas en educación. Para tener autoridad con la que rechazar frontalmente el equivocadísimo planteamiento central del gobierno, conviene reconocer sus logros con la mayor tranquilidad. Ya son dos veces que la agencia de las Naciones Unidas especializada en educación encuentra algo bueno que decir de los programas educativos del actual Estado venezolano.
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