LEA, por favor
Entre los muchos expertos consultados o interpelados por el Senado de los Estados Unidos con motivo de la crisis económica, compareció ante su Comité de Supervisión del Comercio el legendario financista George Soros. La Ficha Semanal #222 de doctorpolítico reproduce un extracto de su testimonio, en el que hace referencia a sus propias nociones sobre las “burbujas” en los mercados de valores y discute el tema de los precios del petróleo, de obvio interés de nuestro país.
Soros ha escrito en plan teórico acerca del fenómeno de las burbujas. En este mismo año, la editorial Public Affairs, que ya había editado tres libros previos de su pluma, publicó The New Paradigm for Financial Markets: The Credit Crisis of 2008 and What It Means, que ataca el problema actual desde la idea de una “superburbuja” que estuvo preparándose durante veinticinco años y ahora ha estallado.
Más en general, y sobre tema geopolítico, Soros escribió en 2003 The Bubble of American Supremacy: Correcting the Misuse of American Power, igualmente publicado por Public Affairs. En esta obra Soros argumenta que la presidencia de George W. Bush ha llevado a los Estados Unidos a una situación tan comprometida que el ejercicio de su supremacía en el mundo toca a su fin. (Soros aportó grandes sumas de dinero en un vano intento por impedir la reelección de Bush en 2004). Ya esta opinión no es exclusiva de gente que, como Soros, han sido opositores de Bush; el National Intelligence Council, órgano del gobierno federal dedicado al pensamiento estratégico a mediano y largo plazo para la comunidad de inteligencia estadounidense (CIA, Agencia de Seguridad Nacional, FBI, etc.), ha puesto a la orden del público su estudio Global Trends 2025: A Transformed World, en el que se lee afirmaciones como ésta: “Aun cuando es probable que los Estados Unidos sigan siendo el actor individual más poderoso, la fortaleza relativa de los Estados Unidos—incluso en el reino de lo militar—declinará, y la influencia de los Estados Unidos estará más constreñida”. Igualmente reconoce que “Para 2025 el sistema internacional será globalmente multipolar”. Hugo Chávez puede estar contento. (La Ficha Semanal #223, de la semana que viene, contendrá una traducción del resumen ejecutivo de tan importante reporte).
En el corazón de la doctrina de Soros reside la idea de la “reflexividad” de los mercados, la noción de que hay una dinámica de mutua influencia entre las tendencias económicas fundamentales y la percepción de éstas. (El concepto de profecía autocumplida es una forma de reflexividad: quienes creen que los precios bajarán proceden a vender, con lo que en efecto deprimen los precios). Es interesante que Soros concede la existencia de una burbuja de este tipo con los precios petroleros, pero reconoce una tendencia fundamental al encarecimiento de los mismos, montada sobre factores económicos reales que describe en el texto reproducido aquí.
LEA
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Burbujas de amor
Aunque no soy un experto petrolero, tengo toda una vida estudiando las burbujas de inversión, como inversionista profesional. Mi teoría sobre las burbujas financieras, explicada en mas detalle en mi reciente libro, El nuevo paradigma para los mercados financieros, es considerablemente diferente a la visión convencional. De acuerdo con mi teoría, los precios de los mercados financieros no tienden necesariamente al equilibrio Simplemente, no reflejan pasivamente las condiciones fundamentales de la oferta y demanda; hay varias maneras en que los precios de mercado afectan los fundamentos que deben reflejar. Hay una doble vía, una interacción reflexiva entre las percepciones sesgadas del mercado y sus fundamentos, y esa interacción puede alejar al mercado del equilibrio. Cada secuencia de explosión y caída, o burbuja, comienza con algún cambio fundamental, tal como el alcance de Internet, y lo sigue una interpretación equivocada de la nueva tendencia de precios que resulta de ese cambio. Inicialmente, ese error de interpretación refuerza tanto la tendencia como la mala interpretación en sí; pero con el tiempo la brecha entre la realidad del mercado y su interpretación se hace tan amplia que ya no es sostenible.
Cada vez más, el error de interpretación se reconoce como tal, dando paso a la desilusión, y estos cambios de percepción comienzan a influir en las condiciones fundamentales en la dirección opuesta. Tarde o temprano, se revierte la tendencia de los precios en el mercado. A medida que los precios caen, declina también el valor de los colaterales empleados como seguro de los préstamos, provocando llamados al margen. Los tenedores de seguros se ven forzados a venderlos a precios de urgencia para alcanzar el requerimiento mínimo de efectivo o capital, y estas ventas hacen que el mercado se dispare frecuentemente en la dirección opuesta. La caída tiende a ser más corta y más aguda que la explosión que la precede.
La secuencia contradice la visión convencional, que sostiene que los mercados tienden hacia el equilibrio y las desviaciones de éste ocurren de manera aleatoria. Algunos instrumentos financieros sintéticos ampliamente usados—como los COD, que han jugado un papel tan importante en hacer de la crisis hipotecaria una crisis financiera mayor—se basan en esa visión.
Más aún, las instituciones financieras, las agencias clasificadoras y las autoridades reguladoras tomaron en cuenta la posibilidad inicial de autorreforzarse con el auge y luego autodestruirse con la subsiguiente caída.
Sus cálculos de riesgo fueron construidos sobre premisas equivocadas. Cuando la burbuja subprime, no óptima, se rompe, los CD AAA y otros instrumentos sintéticos pierden inmediatamente gran parte de su valor. La crisis subprime contagió los otros mercados con alarmante velocidad, y la solvencia de las instituciones financieras más merecedoras de crédito fue puesta en duda,
Actualmente, estamos viviendo la ruptura de una burbuja de crédito que ha involucrado a todo el sistema financiero y, a la vez, un auge y caída inevitable del precio del petróleo y otras materias primas, commodities, que han tenido las mismas características que una burbuja. Creo que ambos fenómenos se conectan en lo que llamo la superburbuja, que ha evolucionado a través del último cuarto de siglo. La tendencia fundamental de la superburbuja ha sido el creciente uso del apalancamiento—tomar prestado para financiar consumo e inversión—, y el concepto errado de esa tendencia fue lo que llamé el “fundamentalismo del mercado”, la creencia de que el mercado asegura una mejor distribución de los recursos.
Basta de burbujas en general. Con respecto al mercado petrolero en particular, creo que hay cuatro factores principales en juego, los que se refuerzan mutuamente. Dos de ellos son fundamentales y los otros dos son “reflexivos”, en el sentido de que describen las tendencias del mercado que ellos mismos afectan junto con las supuestas condiciones fundamentales de la oferta y la demanda.
Primero, el costo de descubrir y desarrollar reservas nuevas está aumentando, y se acelera la tasa de agotamiento de los campos petroleros más viejos. Esto se ha llamado, erróneamente, “crudo cumbre” (peak oil)—es decir, que nos habríamos acercado o habríamos llegado a la tasa máxima de producción mundial. Se trata de un concepto errado, ya que los precios altos permiten desarrollar económicamente fuentes de energía mas costosas. De todos modos, la idea contiene un elemento veraz importante: algunas de las fuentes mas accesibles y prolíficas de petróleo, en lugares tales como Arabia Saudita y México, fueron descubiertas hace más de cuarenta años y su rendimiento está cayendo rápidamente.
Segundo, hay una tendencia “reflexiva” a que el suministro de petróleo caiga a medida que sube el precio, invirtiendo la forma normal de la curva de suministro. Típicamente, mientras sube el precio los productores ofrecen más. Para los productores de petróleo que esperan que el precio suba más, sin embargo, hay menos incentivo para transformar las reservas de petróleo subterráneo en reservas de dólares en la superficie. Los productores de petróleo calculan que estarán en mejor situación si explotan sus reservas más lentamente. Esto puede ser descrito como una curva de suministro descendiente. Por otro lado, los altos precios del petróleo ha permitido que regímenes políticos ineficientes y hostiles a Occidente se sostengan en el poder, como Irán, Venezuela y Rusia. La producción petrolera de estos países está en decadencia.
Tercero, los países cuya demanda crece—los mayores productores de petróleo—, junto con China y otros exportadores asiáticos, mantienen artificialmente bajos los precios domésticos de la energía mediante los subsidios. Por consiguiente, una elevación de los precios no reduce la demanda, como ocurriría en condiciones normales. Tal cosa puede ser considerada como uno de los fundamentos del mercado, aunque las presiones presupuestarias están cambiando gradualmente políticas gubernamentales como ésas.
Finalmente, la demanda es reforzada por la especulación, que tiende a amplificar las tendencias del mercado. He aquí es un fenómeno esencialmente reflexivo. Además de los fondos compensatorios y los especuladores individuales, los inversionistas institucionales, tales como los fondos de pensión y fideicomiso, se involucraron fuertemente en la indexación de las materias primas, y no sólo el petróleo, sino también el oro y otros materiales en bruto. En realidad, esos inversionistas institucionales se han convertido en el “elefante en la cristalería de los mercados de futuros. La materia prima, o commodity, se ha convertido en un renglón de activos para los inversionistas institucionales y éstos han aumentado sus participación en ese rubro, al seguir una estrategia de inversión en índices de materiales en bruto. En la primavera y el comienzo del verano de 2008, los precios spot del petróleo y otros artículos subieron anticipadamente sobre los costos marginales de producción, y los contratos far out subieron más rápido que los precios spot. Los esquemas de costo han asumido la forma de una curva parabólica, cosa que es característica de la formación de burbujas.
Entonces, ¿es esto una burbuja? La respuesta es que hay una burbuja superpuesta a la tendencia al alza del precio del petróleo, una tendencia que tiene un fundamento basado en la realidad. En la actual recesión, es un hecho que la demanda crece mas rápidamente que el suministro de reservas disponibles, y esto persistirá aunque se eliminen el índice de compras de materias primas y la especulación.
George Soros
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