El Vicepresidente Electo de los Estados Unidos, Joe Biden, predijo antes del 4 de noviembre que no pasarían seis meses sin que el liderazgo de Barack Obama fuera puesto a prueba por una crisis internacional. En su momento, esa declaración fue considerada un imprudente desliz típico de Biden—la campaña de McCain intentó hacer mucho del episodio—, pero ahora, con los dramáticos acontecimientos en India, parece que la prueba ha comenzado aun antes de la toma de posesión de Obama. Hawai, Bombay, dice la letra de una canción del grupo Mecano; en Hawai nació Obama, en Bombay (ahora conocida como Mumbay) pereció ayer al menos un centenar de personas y tres centenares resultaron heridos, como consecuencia de un racimo de ataques terroristas simultáneos. A diferencia de ataques anteriores, que usualmente afectaron en mayor medida a ciudadanos indios, los blancos preestablecidos eran nacionales estadounidenses y británicos. (Bush y Blair).
Los movimientos terroristas del siglo XXI han mostrado su plasticidad táctica; ya lo hizo con dimensiones épicas al Quaeda el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, cuando una impensable afrenta al orgullo de los Estados Unidos fue sentida del mismo modo insultante por la mayoría de los habitantes del planeta. La escala y la meticulosa planificación de los atentados contra el World Trade Center y el Pentágono fue una sorpresa mayúscula para el mundo entero.
En Mumbay, de nuevo, se pone de manifiesto una planificación detallada y una escala desusada. Aunque India ha sufrido, desde hace dos años, la terrible táctica de ataques simultáneos, el número de los de ayer, el arsenal desplegado por los atacantes y los blancos que éstos escogieron, dan cuenta de una cepa terrorista mutante. Una organización hasta ahora desconocida (Deccan Mujaheddin) se ha atribuido la paternidad de los atentados, y se presenta como jihadista, esto es, como islámica radical. Si antes se detonaba a distancia explosivos colocados en vehículos, el masivo ataque de ayer en Mumbay fue perpetrado por jóvenes terroristas suicidas.
India, naturalmente, pero también los Estados Unidos están siendo exigidos por una nueva ola terrorista, que incluye el secuestro de supertanqueros por eficaces piratas africanos. Los atacantes de Mumbay llegaron del mar, según explicó R.R. Patil, ministro de seguridad interna del estado indio de Maharashtra. La sofisticación de los terroristas se puso de manifiesto en la toma de rehenes en dos grandes hoteles—y un centro de judaísmo ultra ortodoxo (Chabad Lubavitch)—, en medio de los cuales está ubicada la sede de la Bolsa de Mumbay, ciudad que es el corazón y la capital económica de la India.
Hawai, Bombay. No le es fácil al mundo, sea occidental o hinduista, recibir horrores tan espantosos como el que conmoviera ayer al segundo país más poblado del mundo.
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