LEA, por favor
El día viernes 13 de febrero, cuarenta y ocho horas antes del referéndum del domingo pasado, el Dr. Luis Alberto Machado me confiaba su impresión de que el presidente Chávez ganaría la contienda constiuyente. Así podía inferirlo de las más responsables evaluaciones que había conocido.
Pero el Dr. Machado no se detuvo en eso. Su propósito, en cambio, era infundirme su interpretación anticipada de lo que serían los resultados, los que a su juicio incluirían asimismo una mitad casi del país que negaría su apoyo a la enmienda constitucional propuesta a consulta popular. Me dijo, entonces, que esta última circunstancia era un signo extraordinariamente saludable, admirable más bien, pues tal cosa mostraba inequívocamente que después de diez años de detentar el poder, de haber dispuesto de todos sus resortes, incluso de poderes que no le corresponden, de cuantiosos recursos, y luego de haberlos empleado con agresividad y ventajismo sin precedentes en nuestra historia, la mitad del país no se había doblegado a su voluntad. Esto, me dijo, le parecía una realidad de importancia descomunal, digna de ser valorada y celebrada.
El Dr. Machado, en consecuencia, no se llevó una sorpresa con los acontecimientos posteriores. Menos aún se deprimió al conocerlos.
Tampoco serían sorprendidos dos autores completamente separados y distantes el uno del otro, el ex embajador Sadio Garavini di Turno y el articulista afiliado al Washington Post que firma como Edward Schumacher-Matos. Ambos escribieron antes de que la votación del domingo tuviera lugar; ambos dijeron cosas atinadas. Sus dos artículos son reproducidos, uno tras otro, en esta Ficha Semanal #229 de doctorpolítico.
Esta publicación no comparte la gama total de matices en ambos análisis, pero ve en ellos una coincidencia de puntos de vista que habla mucho de una maduración en el tratamiento interpretativo del fenómeno chavista. Ambas piezas, además, forman familia con el constructivo y justificadamente optimista juicio del Dr. Machado.
En el artículo de Garavini es de resaltar su acertada lectura de la erosión continuada del apoyo a Chávez y su convocatoria al trabajo político. Schumacher adelanta una sensata recomendación a la nueva administración estadounidense: que no se meta en nuestra política local y deje el problema Chávez a los venezolanos.
A partir de estas lecturas puede inferirse que el país y el mundo no cesan de aprender de sus errores. El futuro siempre podrá ser, por eso, mejor que el pasado en términos generales. Con uno que otro doloroso retroceso, la humanidad crece en conciencia.
LEA
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Dos plumas
La lucha sigue
Escribo estas líneas antes del 15 de febrero, por tanto desconozco, obviamente, el resultado del referéndum. Pero, cualquiera haya sido el desenlace de la votación, la lucha política seguirá.
De acuerdo a todas las encuestas serias, el país está dividido en dos grupos más o menos equivalentes. Sin embargo, recordemos que el Presidente Chávez obtuvo en las elecciones presidenciales del 2006 casi el 63% de los votos, mientras que en las recientes elecciones regionales el chavismo logró escasamente el 52%, perdiendo en la capital y en los estados más poblados y relevantes del país.
Todo esto lo logró la alternativa democrática a pesar de sus divisiones y de no contar, por ahora, con un liderazgo claro y consolidado. Además, el resultado obtenido por el NO, ganando o perdiendo, hay que subrayarlo, se habrá logrado no obstante que los demócratas venezolanos se enfrentaron al uso y al abuso ilegal de todo el presupuesto nacional y de todas las instituciones del Estado en la campaña electoral.
A esto habría que agregarle la descarada intimidación de los empleados públicos. Todo lo cual significó el más obsceno “ventajismo” que gobierno alguno haya utilizado desde la caída de Pérez Jiménez.
Además, cualquiera haya sido el resultado, se obtuvo al final de la época de oro del chavismo, cuando se disfrutó de los más altos y sostenidos ingresos fiscales de la historia de Venezuela. Si con ese dineral un gobierno, con todo el poder del Estado a su disposición y diez años de tiempo, logra sólo obtener el apoyo de más o menos la mitad del país, es evidente que ha sido de una incapacidad y una ineficiencia descomunales. Podemos imaginarnos cómo gobernará en la época de “vacas flacas”, que se avecina.
El sol está a las espaldas de Chávez. El caudillo, ya no puede ocultar su vocación totalitaria, de clara matriz castro-comunista. San Agustín decía que los humanos tenemos tres clases fundamentales de deseos: la “libido sentiendi”, la “libido cognoscendi” y la “libido dominandi”. La “libido dominandi”, la concupiscencia por el poder de Chávez es espantosamente patológica. Con todos los problemas que tiene el país, lo que se le ocurrió a Chávez es llamar a un referéndum inconstitucional, que implicó el gasto inmoral de centenares de millones de dólares y una enorme cantidad de horas de trabajo y de clases perdidas, así como la suspensión de inversiones y una baja considerable de la actividad económica. Todo esto para satisfacer la insaciable “libido dominandi” del caudillo”.
Si el NO ganó, la lucha sigue, porque Chávez inventará, en un futuro más o menos cercano, algún otro mecanismo (Asamblea Constituyente, otra enmienda etc.) para reproponer su obsesiva pasión por el poder, pero lo tendrá que hacer “herido en el ala”, con la magia carismática en crisis. El sedicente Mesías y “salvador del pueblo” requiere, para mantenerse en el poder, de un abrumador apoyo popular, que ya no existe.
Si ganó el SI, la lucha sigue, porque de todos modos, Chávez habrá bajado su votación considerablemente, desde su reelección en el 2006. Su “curva” va bajando, mientras la de la alternativa democrática seguirá subiendo. Por eso, tuvo prisa en llamar a este referéndum. Si no se cruzaron las curvas esta vez, será en un futuro bastante cercano. La alternativa democrática tiene, desde ya, que empezar a trabajar en las candidaturas unitarias para las próximas elecciones de concejales y, sobretodo, para las cruciales elecciones parlamentarias del año que viene. La lucha sigue, pero la alternativa democrática es el futuro.
Sadio Garavini di Turno
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Cercando a Chávez
El comienzo del fin está llegando para Hugo Chávez.
El autoritario presidente venezolano escenificará mañana un referéndum sobre un cambio constitucional que le permitiría postularse indefinidamente a la presidencia. Los encuestadores dicen que Chávez tiene una pequeña ventaja, pero la elección es en mayor medida irrelevante. A menos que ocurra un milagro petrolero, el antiguo paracaidista del ejército está siendo minado lentamente por su mal manejo económico y la corrupción, como unos cuantos hombres fuertes populistas antes que él.
Puede que los precios petroleros se recuperen algo de su actuales niveles bajos de alrededor de cuarenta dólares por barril, pero no pronto y no cerca de los más de ochenta por barril que Chávez necesita para eludir una devaluación importante que atizaría la inflación rampante y la escasez de alimentos. La suya es la crónica de una muerte anunciada, una vieja historia que terminara en la mayor parte de América Latina en los ochenta pero que Chávez y demasiados venezolanos han escogido visitar de nuevo.
Hay aquí una lección para la nueva administración de Obama. No debiera engancharse con Chávez en una disputa pública y ciertamente no debiera trabajar privadamente en su contra dentro de Venezuela. Ambas aproximaciones son tontas, las mismas que los guerreros atávicos de la Guerra Fría impusieron a George W. Bush durante su primer período. El astuto Chávez hizo verbalmente de Bush un hazmerreír en el sur, y la cofianza hemisférica en los Estados Unidos fue seriamente dañada cuando la administración Bush pareció avalar un golpe en 2002 contra Chávez que fracasó.
Obama debiera meramente ignorar a Chávez y dejar que los venezolanos se ocupen de él. Se habla mucho de cómo Chávez es un pendenciero que ha reclutado a Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras y Cuba en una alianza izquierdista antinorteamericana. ¿A quién le importa? Ninguno de estos pequeños países es una amenaza o quiere serlo. No hay Unión Soviética que los use como plataforma, y la inmersión china en el hemisferio es puramente comercial.
La historia es también una guía. Dos dictadores venezolanos hicieron también cambios constitucionales similares para ser reelegidos, y ambos fueron depuestos al año siguiente, el último en 1958, al comenzar el ciclo democrático que condujo a Chávez. En diez años como presidente, sin embargo, Chávez ha sido el anunciante de una “democracia iliberal” con el voto de la mayoría, principalmente de los pobres y los no educados, para destripar la Asamblea y los tribunales del país, clausurar medios independientes y nacionalizar muchas industrias.
Chávez perdió un referéndum similar hace catorce meses. Para la votación inminente, ha recurrido a la táctica fascista de los treinta: fomentar la inseguridad para subir en las encuestas. Partidarios suyos han lanzado bombas lacrimógenas a los hogares de adversarios (e incluso en la misión del Vaticano), atacado a manifestantes y señalado líderes estudiantiles como judíos, creando un clima en el que una sinagoga fue profanada hace dos semanas. Ahora Chávez hace campaña como la alternativa a este caos.
En verdad, Chávez tiene apoyo genuino. Ha reducido a la mitad la tase de pobreza extrema en un país desde hace tiempo mal manejado y maldito por la irresponsabilidad popular común a muchos países petroleros. Con largueza petrolera, Chávez construyó escuelas y hospitales para los pobres y condujo al país a un boom de consumo. Pero también crecieron el crimen y la corrupción, y no ha construido nada que sea económicamente sustentable.
Como ha dicho Cristopher Sabatini, de la Sociedad de las Américas en Nueva York: “La economía global está dejando atrás a Chávez, y tristemente para él y todos los izquierdistas que vieron en él un antídoto contra la globalización, sus sueños bolivarianos están a punto de concluir con el colapso de su única fuente de poder: el petróleo”.
La inflación en Venezuela anda por 31 por ciento, con mucho la más grande en América Latina, y se espera que alcance este año 45 por ciento. La tasa de cambio oficial es de 2,15 bolívares por dólar, pero la del mercado negro supera los 5 bolívares, lo que es una brecha tan grande que el gobierno no tendrá otro remedio que devaluar la moneda, lo que a su vez elevará los precios locales todavía más. El gobierno tiene suficientes reservas para continuar subsidiando los alimentos por el año próximo, pero esto ha generado escasez de alimentos. Y el gobierno está tan atrasado en sus pagos a los contratistas petroleros que muchos han dejado de trabajar, recortando la producción de la gallina de los huevos de oro. El petróleo representa 95 por ciento de las exportaciones de Venezuela.
Esto es un cuadro ya visto. Ha conducido a caos y golpes en América Latna. Los oponentes de Chávez, muchos de ellos jóvenes, dicen querer derrotarlo limpiamente en las próximas elecciones, programadas para 2012. Puede que no tengan el lujo de que dure tanto tiempo.
Edward Schumacher-Matos
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