Fichero

LEA, por favor

Los Estados Unidos de Norteamérica son el país de los abogados y el derecho, de las demandas y los juicios. Por tal razón es también al país de las advertencias. (Caveat, del latín “que vea”).

Para nosotros, sobre todo en estos tiempos de Premios Oscar, es la más familiar de todas la que advierte: “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Y en verdad, esto puede afirmarse de un artículo publicado por El Universal el 13 de octubre de 1980 bajo el título “El verdadero vendaval” pues a menos que su autor, el ingeniero Ángel Graterol Monserratte, tuviese el don de la profecía, no podía suponer que mucho de su contenido sería enteramente aplicable a nuestra condición actual, a casi treinta años de distancia.

El artículo nació de la indignación que provocaban, en un espíritu apasionado, descaradas declaraciones de Carlos Andrés Pérez, que año y medio antes había entregado la Presidencia de la República a Luis Herrera Campíns. Graterol hace referencia textual a las críticas que por entonces tenía Pérez el tupé de enfilar contra Herrera. (Por esa época el mismo Herrera, poco característicamente, pues jamás censuraba directamente a las personas, endilgó a Pérez el calificativo de “caradura”).

La enumeración que hace Graterol de los problemas que trajo ese primer gobierno perecista, en cualquier caso, pareciera haber sido construida en tiempos de Hugo Chávez, el mismo que doce años más tarde que el artículo se rebelaría para intentar deponer a Pérez por la fuerza en su segundo gobierno. Chávez no es, entonces, excepción a la regla formulada por Jorge Guillermo Federico Hegel: que en el fragor de una lucha muy intensa, los enemigos más acérrimos terminan por parecerse.

El malestar causado por Carlos Andrés Pérez al término de su primer período se presentó precozmente en los comienzos del segundo, y ya para 1991 una mayoría nacional lo repudiaba. La esposa de quien escribe, inscrita en esa mayoría, solía decir que nada podía ser peor que el gobierno de Pérez. Ahora sabe que no debe formular cosa parecida y tiene a su evaluación de aquella época por pavosa.

El ingeniero Graterol se desempeñaba, para la época de su artículo, en la Dirección Comercial de la Compañía Anónima Venezolana de Cementos (Vencemos), a la que casi literalmente entregó su vida. (En un accidente en Pertigalete, sede de la mayor de las plantas de la empresa, estuvo a punto de perderla, pero la muerte se conformó esa vez con arrancarle un brazo). Más tarde, ascendería a la Vicepresidencia Ejecutiva y después llegaría a ejercer el cargo de Presidente. Hasta hace no mucho se desempeñaba como Presidente de la Junta Directiva de Lafarge-Coppée Cementos La Vega. Para fines de 1980, albergaba todavía la esperanza de que el gobierno de Herrera Campíns arreglara los estropicios dejados por Pérez. “Recibo un país hipotecado”, dijo Herrera al asumir su cargo; cinco años más tarde lo había hipotecado en segundo grado y lo ponía en manos de Jaime Lusinchi, para que éste vaciara la botija antes de regresarlo a Pérez.

La Ficha Semanal #230 de doctorpolítico reproduce el artículo de Ángel Graterol Monserratte.

LEA

Coincidencia profética

Hasta hace pocos días el señor ex presidente Carlos Andrés Pérez permanecía agradablemente silencioso y discreto en sus declaraciones públicas. Teníamos la impresión de que finalmente comenzaba a realizar su condición de ex Presidente de Venezuela y como tal a enmarcar sus discrepancias con la actual administración de la República dentro de lineamientos contribuyentes a solucionar sus vendavalescos problemas. Ha durado poco esta discreta actuación del señor ex presidente.

En gira política por el llanero estado Cojedes, ha recogido su peculiar estilo y seguramente, al sentirse a sabana abierta en época de invierno copioso. con ventisca agresiva sentencia: “El país está azotado por un vendaval”.

No cabe duda que el señor ex presidente posee extraordinaria habilidad para “voltear la tortilla”, como suele decirse en este país con ocasiones de difícil hacer.

Es oportuno el momento para recordar que hace seis años y medio, apenas, el ex presidente Pérez obtuvo el triunfo mas contundente que haya logrado político alguno en los anos de vida democrática de la nación. Todo el país recordará la mayoría absoluta obtenida en las Cámaras Legislativas. lo cual permitió al señor ex presidente se le otorgaran poderes extraordinarios para adelantar su gestión de gobierno.

Como si lo anterior fuera poco, la situación petrolera mundial. permite que el ingreso al fisco nacional por concepto de nuestra riqueza proveniente de la explotación de hidrocarburos, alcance, durante los cinco años de la administración Pérez, los trescientos mil millones de bolívares. Pues bien, ante el cuadro anterior de bonanza política y económica del país, se inicia el “verdadero vendaval” que hoy el señor ex presidente increíblemente nos recuerda.

Comienza en la nación una especie de delirio de grandeza. El señor ex presidente se siente presidente, legislador, magistrado, juez, diplomático. experto financiero, industrial, ingeniero en todas sus ramas, perito importador de todo tipo de bienes de primera línea, etc. Así, las Inversiones del Estado se canalizan hacia gigantescas ampliaciones de las industrias denominadas básicas, acero, aluminio, etc. El gasto público, la inflación, la escasez de alimentos y productos básicos de todo tipo, el costo de la vida, los decretos y leyes propiciadores de la inestabilidad laboral, el bandolerismo, con sus asaltos y robos, el río crecido de indocumentados y pescadores en río revuelto de distintas nacionalidades, el deterioro de la mística y empeño por el trabajo y lo que es mas grave, el derrumbe de los valores éticos y morales del venezolano, comienzan a galopar a ritmo, ya no de vendaval, sino de huracán, llegando a extremes lamentables.

Los problemas fundamentales de la población, quo con tanta esperanza se pensaba que finalmente, con los enormes recursos del Estado. serían resueltos o por lo menos mejorados, por el contrario; se agudizan aún más y el gigantismo reinante se olvida totalmente de ellos.

De tal manera que la recolección de basura. la confiabilidad del sistema telefónico, el transporte colectivo, la vivienda, el agua, la seguridad personal, la educación de la familia, etc., son víctimas de un deterioro alarmante. Al final del período constitucional parece como si todo lo mencionado ha sido arrastrado por una creciente de inmundicias y arrinconado en el peor recodo del cauce de deterioro colectivo a que se condujo el país.

Para rematar su faena Ilanera, el señor ex presidente, haciendo uso del actual estilo y refiriéndose al quinto aniversario de la nacionalización de nuestra eficiente Industria petrolera expresa: “Se recuerda el milagro pero no al Santo”. Realmente el ex presidente tiene voluntad. Para él todos los señores legisladores, de su partido o no, y todos los expertos que ofrecieron sus valiosas opiniones en tan delicado asunto nacional, además de la colectividad venezolana. no estaban presentes cuando Ie entregaron la ley respectiva debida y exhaustivamente discutida para que estampara su firma. Sólo su agradable figura estaba presente.

Pasarán, posiblemente, todos los años del actual período y quizás más, para reorganizar este país que durante cinco anos fue sometido al mas increíble vendaval de nuestra montaña andina, que nación latinoamericana alguna haya soportado y siga en pie.

El pueblo venezolano dio el primer paso hacia esta reorganización en las pasadas elecciones de 1978. El señor ex presidente Carlos Andrés Pérez sabe esto bien.

Ángel Graterol Monserratte

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