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Los churupos dan ahora sólo para estatizar plantas arroceras de mediano tamaño, ya no bancos de tamaño grande. A la gente del Banco Santander se le ha hecho saber que, por ahora, lo de comprarle el Banco de Venezuela está diferido. La masa no está para bollos.

Apenas concluida la tarea política de la apresurada enmienda constitucional, la Presidencia de la República expresó al fin preocupación por la situación económica del planeta, que al deprimir la demanda petrolera y los precios de nuestra principal fuente de divisas, cambia radicalmente las posibilidades de la revolución. Es difícil saber si en verdad era Montgomery mejor comandante de tanques que Rommel; lo cierto es que este último se quedó sin gasolina. Ya la revolución no es tan fácil. Ahora dice el Presidente del Metro de Caracas, poco antes de que algunos de sus trabajadores fuesen a protestar ante las oficinas de Chacao, que el Ejecutivo Nacional, no la mera compañía sino el gobierno entero, carece de los recursos requeridos para honrar el contrato colectivo firmado hace menos de seis meses.

Pero esta situación pudiera cambiar dentro de poco. La apuesta del gobierno es que la recesión mundial no llegue a convertirse en depresión, y que los precios del petróleo repunten antes de que sea demasiado tarde para el socialismo del siglo XXI. Mientras esto ocurre, las abundantes reservas de moneda extranjera pueden cubrir la brecha entre el descomunal gasto público venezolano y los ingresos fiscales. ¿Tiene tal esperanza algún asidero?

Hay ya algunos analistas que dibujan exactamente ese escenario. Los expertos en petróleo de Barclays Bank, por ejemplo, creen que la caída de la demanda petrolera dejará de ser tan acusada en los meses venideros, mientras que del lado de la oferta su contracción impulsará los precios hacia arriba. Bernstein Research fijó su atención en la reducción de la oferta no OPEP, la que estima pudiera caer en 2,5 millones de barriles diarios durante 2009. PFC Energy también pronostica, aunque con cifras menores, una contracción continuada de la oferta petrolera a corto plazo.

Esta reducción se suma, por supuesto, a la ya decidida por la OPEP, que ha retirado del mercado alrededor de tres millones de barriles diarios. La realidad de los costos se impone sobre las inversiones programadas en la industria petrolera como en la del arroz, y los proyectos de desarrollo son diferidos o cancelados cuando los números no dan.

En los últimos días los precios de petróleo han detenido su caída, e incluso han mostrado alguna recuperación. Quizás quienes esperaron que la solidez del gobierno venezolano se vería gravemente mermada del lado financiero se adelantaron en exceso. Aun así, es difícil que regrese para Hugo Chávez la posibilidad de financiar la revolución latinoamericana. Por ahora no tiene cómo sufragar la adquisición del Banco de Venezuela.

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