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Hace dos días una modesta mayoría de los electores de El Salvador escogió a Mauricio Funes como su nuevo presidente. Con sólo 68 mil votos de ventaja, Funes se impuso al rival postulado por Arena, la formación de derecha, con 51,3% ante el 48,7% de Rodrigo Ávila. Comoquiera que Funes fue postulado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), organización marcadamente izquierdista que intervino en la sangrienta guerra civil de El Salvador, es perfectamente natural que su triunfo suscite intensas preocupaciones. Entre éstas ocupa un lugar destacado la posible relación de Funes con el presidente venezolano.
La Ficha Semanal #233 de doctorpolítico presenta la traducción de una nota—El Salvador election: Is this a referendum on Chávez?—de Sara Miller Llana, periodista de planta en The Christian Science Monitor, en la que se ponen de manifiesto esas tensiones certificando, de paso, cómo gravitó la figura de Chávez en la campaña electoral del país centroamericano. El reportaje fue publicado el mismo día de las elecciones.
De lo encontrado por Miller Llana pareciera desprenderse que no es automática la asociación de Funes y Chávez. Funes se perfila como un moderado líder de izquierda, a pesar de la propaganda de Arena.
Más aún: las primeras declaraciones de Funes evocan mucho más a Obama que a Chávez. Por ejemplo, Funes se apresuró a declarar que Arena será “respetada y escuchada”, evidenciando una disposición muy diferente a la que ha exhibido siempre Chávez ante su oposición. Más todavía: Funes dijo que no era el tiempo de la revancha, sino el tiempo del entendimiento político. “Tendremos que ser un gobierno en permanente negociación, en busca del consenso, donde el consenso deje atrás la intolerancia y la exclusión que han caracterizado los últimos veinte años de ejercicio [del gobierno]”. Y añadió: “Nada traumático va a pasar aquí. No habrá ninguna confiscación. No revertiremos ninguna privatización. No pondremos en riesgo la propiedad privada. En este momento no hay motivo ninguno para el miedo”.
Claro, está por verse si Funes es hombre de palabra o, como Chávez, es capaz de engaño descarado. Ya una vez, con ocasión de aceptar un premio a su labor periodística y cenar en la casa del presidente Armando Calderón Sol, solicitó autorización para registrar el acto, con el pretexto de mostrar la grabación a su madre. Llegado el momento, Funes desató una feroz filípica contra lo que consideraba abuso y corrupción del gobierno de su anfitrión.
Pero esta descortesía no equivale a su alineación con los poco urbanos procedimientos de Chávez. En un reportaje sobre Funes, la agencia de noticias AFP enfatiza cómo Funes se cuidó especialmente de ser identificado con nuestro presidente durante toda la campaña, y en cambio destaca su apertura hacia los Estados Unidos, país con el que espera tener las mejores relaciones y trabajar especialmente el tema migratorio y el control del tráfico de drogas. Por su parte, el gobierno estadounidense saludó el triunfo de Funes en lo que llamó una elección particularmente transparente.
Mauricio Funes, a diferencia de Ireneo, será de izquierda, pero no es chavista.
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Funes el izquierdoso
Los salvadoreños van hoy a las urnas para votar en una elección histórica que pudiera darle a la nación su primer presidente izquierdista, casi dos décadas después de que las guerrillas marxistas y militares financiados por los EEUU depusieran sus armas para terminar una guerra civil de doce años.
Esta elección presidencial, desde su arranque, ha sido señalada como el más nuevo frente en la batalla de ideologías conservadoras y liberales en América Latina.
El conservador partido gobernante, la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), ha advertido que, de ganar la izquierda, El Salvador pasaría a ser el siguiente peón del “socialismo del siglo XXI” del presidente Hugo Chávez, que busca un mundo multipolar menos dependiente de los EEUU.
El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que surgió de las filas rebeldes durante la Guerra Fría, hace una campaña de cambio con un candidato moderado. Repone que una continuación de los líderes de derecha significa más del neoliberalismo al estilo de los EEUU que afecta a los salvadoreños más pobres, forzando hasta un tercio de ellos a la migración en busca de trabajo.
Durante meses, el candidato del FMLN, Mauricio Funes, un ex periodista de televisión, ha mantenido la ventaja en las encuestas. Pero para este domingo este margen ante Rodrigo Ávila, un antiguo jefe de policía, se ha estrechado.
Ha sido una campaña manchada por la difamación y la evocación del miedo del pasado, en una nación profundamente dividida y todavía con las cicatrices de una guerra civil que cobró 75.000 vidas. Sin embargo, no importa quien gane, el hecho de que un partido de oposición tenga su mejor oportunidad en dos décadas—lo que pudiera introducir una alternación en el poder por primera vez desde que la guerra concluyera en 1992—ya es un paso positivo para la democracia, dicen algunos observadores.
¿Voto por el cambio?
Aun cuando abunda el temor al fraude en ambos lados y la campaña ha sido conducida con fiereza, aquí pudiera darse un momento importante de maduración política. “La gente está votando por el cambio”, dice Roberto Rubio-Fabián, director del think tank Funde en San Salvador. “El apoyo al FMLN se ha extendido bastante más allá de la militancia de izquierda”.
Los problemas domésticos motivan a la mayoría de los votantes, especialmente los económicos. Empleos viables es lo que la mayoría de los electores dice querer de su gobierno, especialmente los jóvenes (entre las edades de 19 y 34), que sufren una tasa de desempleo tan grande como de 12%. La tasa general de desempleo es de 7%.
“Necesitamos empleos, y no hay”, dice Werner Antonio Alvarado, quien está en sus años veinte y limpiaba las calles para el gobierno municipal en las afueras de San Salvador. Ahora está sin trabajo.
Otros problemas acechan. Las remesas del exterior componen cerca del 20% del producto nacional bruto de la nación centroamericana, y se hacen más cruciales cada año, pasando de 1.700 millones de dólares en el año 2000 a 3.700 millones el año pasado. No obstante, el dinero enviado a casa pudiera disminuir en 5 por ciento este año, dice Manuel Orozco, director de remesas y desarrollo del Diálogo Interamericano en Washington. Las exportaciones del país a los EEUU pudieran también caer en 10 por ciento.
El partido Arena sostiene que está en mejor posición para ayudar a que el país capee la inminente crisis económica. “Arena ha demostrado su capacidad para gobernar, para atraer inversión y para generar industria”, dice Luis Mario Rodríguez, un abogado que ayudó a redactar el programa de gobierno del Sr. Ávila.
“Toda la inversión pudiera ser ahuyentada con un triunfo del FMLN”, añade, refiriéndose a una relación entre ciertos miembros del FMLN y el Sr. Chávez, que ha progresado en la nacionalización y expropiación de las industrias clave de Venezuela durante su diez años en el gobierno.
Todo Chávez, todo el tiempo
Arena, que es apoyado por los principales medios de comunicación en El Salvador, colocó vallas en la ciudad que muestran al Sr. Funes con Chávez y otros jefes de Estado izquierdistas. De hecho, el líder venezolano aparece por estos días en la televisión salvadoreña tanto como los mismos candidatos.
El FMLN descarta estas cosas como tácticas para atemorizar, y dice que la lucha real no es entre las ideologías, sino entre la creación de una economía que sólo beneficia a los privilegiados y una que beneficie a todos. “El de ellos es un modelo que expulsa a su propia gente”, dice Gerson Martínez, un miembro del FMLN de toda la vida que coordinó el programa de gobierno de Funes. “Durante veinte años vivimos en una sociedad de posguerra, y Arena se benefició del miedo. Pero esto no funciona con Mauricio”.
De muchos modos, las condiciones parecen darle la ventaja al FMLN. Arena ha estado tanto tiempo en el poder que naturalmente carga la peor parte de las críticas, tanto en lo económico como en lo criminal, otra preocupación principal en un país que está entre los más violentos de América Latina.
“Hay una fatiga del partido político”, dice el Sr. Orozco. En un estudio del último otoño por la Universidad de Centroamérica, más del 80% de los entrevistados dijo que el país necesitaba un cambio de dirección.
Pero el FMLN no estaría en ventaja de no haber evolucionado como partido. Durante los últimos veinte años, dice el Sr. Rubio-Fabián, el FMLN tuvo como candidatos a izquierdistas de línea dura, lo que ahuyentó a muchos salvadoreños cuyos recuerdos de la guerra civil todavía están vivos. “No fueron capaces de cambiar su imagen ni de tranquilizar a la gente que teme la guerra”, dice Rubio-Fabián.
Después de veinte años, un izquierdista moderado
Luego de dos décadas de derrotas políticas, sin embargo, el partido se dio cuenta de que debía expandir su base electoral. Es así como Funes, que convoca desde fuera del partido y nunca peleó en la guerra, y que se ha pintado a sí mismo como un izquierdista moderado en el molde del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, se convirtió en el candidato del FMLN. Rubio-Fabián dice que su base de apoyo viene de los electores de clase media y clase media baja, así como de los votantes urbanos, jóvenes y varones.
Los partidarios de Ávila contienden que, aun cuando Funes mismo es moderado, todavía tiene que lidiar con un partido de línea dura que vería la mano de Chávez en el país con buenos ojos. Dice el Sr. Rodríguez: “El problema no es Mauricio Funes. Aun con buenas intenciones, tiene a todos los comunistas de antaño en su esquina”.
Luis Gustavo Cruz, un elector estudiante, mueve la cabeza cuando otro comercial con Chávez aparee en una pantalla de televisión. “Esto es una manipulación total”, dice el Sr. Cruz, quien alega no considerarse de izquierda pero votará por Funes para el cambio. “Debieran dar a alguien distinto la oportunidad de manejar el país”, dice.
Otros dicen que se preocupan por la dirección que tome el FMLN, y que esto pudiera significar que El Salvador se encontrara formando parte de un nuevo eje izquierdista. Julia Ester Cuéllar, una vendedora de alimentos en San Salvador, susurra su escogencia de presidente. “Arena”, musita, y añade con voz aún más queda, “Yo no quiero que Chávez comience a entrometerse en nuestro país”. Y termina: “En estos tiempos, es mejor quedarse con el conocido”.
Sara Miller Llana
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