Fichero

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A Anabella Núñez de Anzola

La esquina caraqueña de Ánimas, en la Avenida Urdaneta, estará mañana de fiesta centenaria. El periódico que allí se edita, El Universal, publicó su primera edición el 1º de abril de 1909, cuando Caracas contaba con sólo cien mil habitantes. Cuatro páginas desprovistas de imagen componían el número, y su sobrio titular «de abrir» decía, en curiosa y premonitoria coincidencia de hace un siglo: «Reforma de la Constitución, Iniciativa popular, Ocaso del castrismo».

Hacía un año que un dictador andino fuera sustituido por otro. Luego vendrían tres más de esa tierra. El camino que nos ha traído hasta donde estamos, bajo dominación de un autoritario del piedemonte, se encuentra fielmente registrado en los mapas que vende El Universal todos los días desde entonces.

Hace treinta años—casi exactamente, el 17 de marzo de 1979—Amadís de Ambos Mundos—el Dr. Luis Teófilo Núñez Arismendi, socio de la editora de ese nombre—escribía un editorial tan característico de su pluma como hoy vigente. Algunos de sus críticos se atrevían a calificar a sus advertencias como superficiales, pero la verdad es que Núñez insistía en remachar lecciones elementales, las que, bien aprendidas, constituyen el alma de un pueblo sano.

Los puntazos de la lanza de Amadís versaban muy fecuentemente sobre economía, y su constancia pedagógica se encuentra ahora en la sofisticación financiera de un habitante de barrio típico, que compra dólares y adquiere computadoras para conectarse, por Internet, con el resto de un mundo que se une. Claro, sus alumnos de economía fueron siempre muchos. Bajo su dirección, El Universal fue constantemente el periódico de mayor circulación nacional en Venezuela.

La Ficha Semanal #235 de doctorpolítico reproduce el sucinto editorial de la fecha mencionada. Su título, simplemente: «Los dineros públicos». Comenzaba apenas el gobierno de Luis Herrera Campíns, y Núñez estaba dispuesto a darle, al menos, el beneficio de la duda. Pero treinta años después de la enseñanza, el actual gobierno no se sabe la lección, a pesar de su diáfana sencillez.

En tiempos de crisis económica mundial y local, la voz de Luis Teófilo Núñez hace falta.

Pero allí está, en manos del nieto homónimo, el periódico que Andrés Mata fundara hace una centuria. La distancia tecnológica entre el primer periódico y el de mañana es asombrosa—El Universal de ahora opera un estupendo y utilísimo sitio web—, y la influencia del diario, con bien ganada reputación de seriedad, es más grande que nunca. El periodismo venezolano, y el país entero, celebran la trayectoria de cien años.

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Amadís de Ánimas

El Gobierno no tiene un patrimonio propio, es sólo el administrador de los dineros públicos. La renta del Estado proviene, en nuestro país, principalmente de la riqueza minera de la Nación—petróleo, hierro, etc.—que es propiedad de los venezolanos, ya que es bueno recordar el significado de Nación: “Entidad jurídica formada por el conjunto de habitantes de un país regido por el mismo gobierno”.

Complementa la renta del Estado lo proveniente por concepto de impuestos directos o indirectos, que es dinero que sale del propio bolsillo de la población, directamente en el caso de impuestos tales como el impuesto sobre la renta, los derechos de frente, etc., y otros indirectamente, porque ellos contribuyen al encarecimiento del costo de los artículos de consumo.

También forman la renta del Estado los beneficios, cuando los hay, de las inversiones reproductivas hechas en las llamadas “Empresas del Estado” que, por haber sido constituidas con los dineros de la Nación, son “Empresas Públicas”, pertenecientes al público, adjetivo que también merece recordar su significado: “Público: perteneciente a todo el pueblo”.

De esto se desprende el absoluto derecho que tiene la población de exigir una correcta administración del dinero que le pertenece, y que ha confiado al gobierno para ser administrado, no en beneficio propio, ni de terceros, sino a favor del bienestar nacional.

Esclarecido este concepto y en virtud del mismo, es que se hace inadmisible que se utilice los dineros públicos en inversiones, supuestamente reproductivas, que se tornan en empresas públicas con pérdidas gigantescas; que se otorgue préstamos y dádivas fuera de nuestras fronteras, que ningún beneficio reportan a la colectividad; que se despilfarre el dinero en un tren burocrático exagerado, cuando ese mismo personal podría ser desplazado a otras actividades, donde rendiría una labor de mayor beneficio.

Venezuela es un país que requiere que todas sus disponibilidades sean orientadas a solventar, o al menos mejorar, sus grandes necesidades, como son: la salubridad, asistencia médica, educación y dotación de vivienda a esa gran parte de su población que carece de los recursos propios necesarios para ello; el buen funcionamiento de los servicios públicos; el desarrollo del campo, tanto en cría como en el agro, que representa el sustento diario de su población y su verdadera riqueza renovable.

Uno de los argumentos mas esgrimidos contra los gobiernos autocráticos ha sido el de la corrupción administrativa, el despilfarro de los dineros públicos, el manejo de los mismos como cosa propia, sin que se cumpla con ellos su verdadero objetivo.

Esperamos que el nuevo gobierno tenga claro el camino que ha de seguir, así como también el hecho irrefutable de que la población venezolana cada día esta más consciente de sus derechos y más dispuesta a exigir el respeto a ellos.

Luis Teófilo Núñez Arismendi

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