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La inteligente analista que es Rocío San Miguel ha sonado las campanas de alarma, con la descripción de un escenario que estaría siendo seriamente estudiado por el gobierno: la convocatoria de elecciones de una Asamblea Constituyente para este mismo año 2009. El viernes de la semana pasada explicó el asunto en artículo (La campaña) publicado por el diario Tal Cual.

He aquí sus propias palabras:

“¿Hacia dónde va Chávez? El Presidente está en campaña electoral de cara a la única salida para la cual no está preparada la sociedad plural. La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que será anunciada del mismo modo que el referéndum del 15 de febrero pasado. Con fecha ya establecida desde Miraflores y que no demore tanto como para permitir que se prepare la oposición, incluso los sectores independientes.

Las elecciones parlamentarias del 2010 quedarían anuladas y quién sabe si las presidenciales del 2012 también. Chávez se siente triunfador. Está haciendo sus encuestas y se encarga además de darlas a conocer. El centro de gravedad de su permanencía en el poder pasa por una maniobra no exenta de riesgos pero sorpresiva, que impida a sus adversarios organizarse. Esta hipótesis da, como fecha probable de una convocatoria, el mes de junio. Y el de una realización de elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente el 15 de septiembre de 2009. Agarrando un país desmovilizado después de las ‘convenientes’ vacaciones estudiantiles, una oposición sin logística presupuestaria y una Fuerza Armada Nacional en su punto de desmoralización más alto en los últimos 10 años, vale la pena reflexionar en torno a esta hipótesis”.

Dos opiniones polares suscitó el artículo de inmediato. Una dijo: “¡Caramba! Ése es el problema de la oposición, que opera su sala situacional en público, muchas veces por televisión. Si al gobierno no se le había ocurrido la cosa, ese artículo le da ideas”.

La otra opinión, totalmente contraria, decía que, en efecto, tal era el plan del oficialismo y que, por consiguiente, había que “reventarlo” anunciándolo (denunciándolo) de antemano, ventilando el avieso designio a plena luz.

Supongamos que San Miguel tiene razón y  comenzara a operar en octubre una constituyente muy mayoritariamente chavista, con ayuda de morochas y tripochas y todo el ventajismo acostumbrado por el gobierno. Seguramente el socialismo, los conceptos de propiedad social, se propondrían ahora a nivel constitucional, y ya Fedecámaras no podría recordar la vigencia del Artículo 115 de la Constitución. Pero ninguna constitución puede ahora imponerse en Venezuela sin la anuencia del pueblo en referéndum aprobatorio final. En consecuencia, el terreno de la batalla final, el Waterloo de tal intento, sería ese referéndum.

Es a la opinión del pueblo, no a otra cosa, a la que hay que hablar. Que los preparativos, entonces, se hagan si acaso para esa guerra de opinión.

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