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Últimamente, el oficialismo anda extraviado por los lados del estado Miranda. Confunde política y folklore.

Es cierto que el 24 de junio recordamos la Segunda Batalla de Carabobo de 1821, y que tal cosa es fecha entrañable para un régimen militarista que diseña pasaportes con las imágenes de dieciséis personajes venezolanos, de los que trece son militares. (Los tres civiles son Luisa Cáceres de Arismendi, esposa de un militar, Manuelita Sáenz, querida de un militar, y Simón Rodríguez, maestro entusiasta de un militar). Es cierto que ese mismo día se celebra en Curiepe la festividad de San Juan Bautista, y que los feligreses se visten mayormente de rojo, por atribuir al santo un gusto particular por ese color. Pero estos festejos no tienen nada que ver con batallas, ni el rojo es usado porque los habitantes de Curiepe militen en el PSUV.

Tres semanas después de la última celebración, le dio a la Guardia Nacional, que sólo obedece órdenes del gobierno de Hugo Chávez, por apersonarse en Curiepe con un centenar de efectivos y la misión de tomar la sede de una subcomisaría de la Policía del Estado Miranda en dicha población. ¿El pretexto? ¿La coartada de este nuevo desafuero? Pues que la Alcaldesa del Municipio Brión, del que Curiepe es parroquia, habría determinado que el modesto cuartel está ubicado en un terreno de propiedad municipal. (Si esto hubiera sido verdad, que no lo es ¿no hubiera podido conversarse civilizadamente el asunto con la Gobernación del Estado Miranda y hasta ofrecer, en espíritu cooperativo a favor de la población, una cesión en comodato que facilitara la protección civil?)

De nada valió que Adriana D’Elía, Secretaria de la Gobernación, se acercara al lugar de la toma militar para mostrar el documento de propiedad del terreno. El capitán de la Guardia Nacional a cargo de la impostergable operación indicó que seguía órdenes, y que la funcionaria regional tendría que ir a presentar su queja a la alcaldía mencionada. De inmediato, además, aquélla debió huir de bombas lacrimógenas lanzadas por los heroicos guardias.

Ah, pero los habitantes de Curiepe se molestaron mucho con el abuso. La gente sonó sus famosos tambores dentro de las casas, primero, y luego fue a la calle a protestar y a levantar una barricada que cerró el acceso al poblado. Quemó cauchos, y repelió la visita de cinco extras oficialistas que intentaron penetrar premunidos de armamento más que suficiente.

Todavía están en pie de guerra contra el abuso los habitantes de Curiepe. Que aprenda la lección el gobierno nacional; no vaya a ser que a Venezuela entera se le ocurra seguir el ejemplo que Curiepe dio.

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