Cartas

Lo sé bien porque en aquel entonces yo mismo formaba parte importante del coro: fue en tiempos de “Pérez, segunda parte” cuando escribí una telenovela que alcanzó gran audiencia nacional, algunos de cuyos personajes más recordados no hacían sino llevar agua al molino de la antipolítica. En aquella telenovela todos los políticos eran cínicos, todos los empresarios estaban por el “Estado pequeño”, y por ello mantenían funcionarios corruptos en su nómina, y todas las transgresiones de la ley por parte de la “lumpenpobrecía” marginada estaban justificadas.

Ibsen Martínez
Una conversación con Moisés Naím
Noviembre de 2007

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Crece la magnitud de un repudio bifronte. Una de sus caras gesticula en rechazo a Hugo Chávez Frías y su gobierno, por supuesto; la otra hace muecas cada vez más críticas a los partidos de oposición, las que significan también, por extensión, una crítica a la Mesa de la Unidad. Hasta un defensor tan tenaz y leal de la oposición formal y sus aprendizajes como Teodoro Petkoff emitió una señal de alarma; el miércoles 23 de septiembre, desde su seudónimo Simón Boccanegra, escribía “¡Auxilio! ¿Adónde va la oposición?”, que iniciaba diciendo: “La verdad sea dicha: este minicronista está a punto de tirar la toalla con la oposición. El espectáculo no puede ser más deplorable. Un lío de órdago en Copei; un proceso interno en AD que termina con la expulsión del ex presidente de ese partido; un plan en marcha de algunos sectores de oposición contra otros”. Tan sólo cinco días antes (18 de septiembre) había alertado contra “El deporte de tirarle piedras a la oposición”. Ahora reportaba dolida incredulidad porque la cosa llegara hasta sostener que la recién nacida hija de Leopoldo López sería “bisbisnieta de Bolívar”, una filiación imposible por cuanto el Libertador no dejó descendencia, que se sepa. Algún asesor de López adujo que políticamente se estaba en una “batalla por los símbolos” e inventó un “astuto” correo electrónico apócrifo en el que se felicitaba a la tierna descendiente del héroe y su orgulloso padre. Boccanegra puso punto final: “Por este camino, Chávez forever”.

En su mismo periódico, Tal Cual, su articulista estrella cogió el cambio de seña; Ibsen Martínez decía desde sus páginas, luego de que otros cinco días hubieran transcurrido (28 de septiembre):

Ciertamente, políticos hemos tenido en el pasado que hicieron todo lo posible por ganarse el descrédito y el hartazgo generales con que ayudaron, como suele decirse, a tenderle la cama a Hugo Chávez. Pero, trascurridos más de diez años de la hecatombe que heló la sonrisa socarrona con que Herrera Campins miraba de soslayo a Irene Sáez como quien miraba a la gran esperanza blanca, el mismo tiempo transcurrido desde que un empequeñecido Alfaro Ucero fue dejado en el hombrillo y sin gato, sin mayor ceremonia, por los líderes de su partido para apoyar a un cacique carabobeño, cabría esperar que los herederos de aquellas carcasas hubiesen aprendido algo de su difícil y noble oficio. No ha sido así. Basta ver los indescifrables tejemanejes internos de “Un Nuevo Tiempo”, la presencia casi exclusivamente declarativa que hoy tiene “Primero Justicia”, la maquinal melancolía con que se desenvuelve la querella copeyana y el fachendoso histrionismo con que Ramos Allup cree velar lo que ocurre a bordo de esa nave de inactuales zombies todavía llamada “Acción Democrática”, para quitarse el sombrero ante la noble consecuencia de la masa opositora.

El título del artículo de Martínez no dejaba lugar a dudas: “¿Chávez forever?”, haciendo eco de la campanada de Petkoff. La cosa es grave. Tan sólo la semana pasada se aludía aquí, antes de ese más reciente artículo de Martínez, a la admisión reproducida en el epígrafe: “La verdad es que los partidos venezolanos, especialmente Acción Democrática y COPEI, que alternaron en el poder suministrando seis personalidades para ejercer ocho presidencias entre 1959 y 1999, no necesitaron ayuda para deteriorarse ante la opinión pública, no necesitaban que Ibsen Martínez expusiera sus defectos en una telenovela que fue posible porque copió de la realidad política, a pesar de que recientemente él haya llegado a pensar que se le fue la mano y se sienta, sin motivo, culpable de la venida de Hugo Chávez por haber atizado la antipolítica”. (Carta Semanal #350 de doctorpolítico, 25 de septiembre, tres días antes de “Chávez forever”).

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La situación es tal que emblemáticos ex líderes de aquellos emblemáticos componentes del bipartidismo difunto—y hasta un ex chavista también emblemático—se ponen de acuerdo en un discurso: estamos en una situación muy delicada: Chávez se viene abajo y del otro lado no hay quien capitalice el desplome; los partidos de la Mesa de Unidad no son capaces; es preciso establecer una organización política nueva. Uno de ellos sostiene que se trata de consolidar un gran partido anti Chávez, que arrancaría con los cinco millones de votos del 15 de febrero en el bolsillo, y algunos parecen entender que Leopoldo López tendría la clave de esa nueva organización. A fin de cuentas, López cuenta con la experiencia acumulada de cuatro organizaciones: Primero Justicia Asociación Civil—la que recibió en su oportunidad reales de la PDVSA de Giusti gestionados por la madre de López, antaño Gerente de Asuntos Públicos de la División de Servicios de la empresa, mientras su hijo se desempeñaba como Analista de Entorno Nacional en la misma compañía—, Primero Justicia partido, Primero Justicia “popular” (al romper con Julio Borges) y Un Nuevo Tiempo (paciente partido con el que también rompe, después de auspiciar un candidato distinto, su propio de a caballo, al de UNT para la Alcaldía de Chacao). Para consolidar esta opción lopecista ante pretensiones de reciclaje candidatural de uno de los viejos, es que se ventila filiaciones bolivarianas. (En realidad, pone Wikipedia: “López’ mother, Antonieta Mendoza, is the daughter of Eduardo Mendoza Goiticoa, who is the great-grandson of the country’s first president Cristobal Mendoza and descended from the same family of Bolivar himself. More specifically, Leopoldo López is the great-great-great-great-nephew of Simón Bolívar”). Retátarasobrinonieto, pues, para estar claros.

En otro eje menos mantuano, una segunda protocandidatura presidencial intenta organizar la oposición a Chávez en su favor. Unidos por la Democracia es la marca que distingue profusos correos electrónicos en promoción de la figura de Antonio Ledezma. A comienzos de la huelga de hambre estudiantil que anoche concluyera abruptamente, las transmisiones electrónicas saludaban que se siguiera “el ejemplo de Antonio Ledezma”, el inventor y titular de la franquicia de las huelgas de hambre en predios de la representación en Caracas de la Organización de Estados Americanos. Ahora escribe (Terminó la huelga sin pena ni gloria) Miguel Ángel Nieto en nombre de Unidos por la Democracia: “…con un profundo dolor y decepción escribo esta noche, y la primera reflexión que me hago es, ‘SERA QUE NOS MERECEMOS A CHAVEZ’, pues en este plan, el país nacional se va decepcionando cada día mas, es así como hace pocos momentos vimos terminar sin pena ni gloria un esfuerzo loable que mantuvo arrinconado al régimen quien estaba pagando un costo altísimo y el mundo entero veía como los heroicos estudiantes dejaban desnudo ante el mundo al régimen, pero al final sucedió como dice el viejo refrán: MATARON AL TIGRE Y LE TUVIERON MIEDO AL CUERO…”

Más adelante pone (se corrige un poco el atropellado texto):

Desde que la huelga empezó se dijo que no era sólo por Julio Rivas, es más en el día de ayer al salir en libertad y declararse en huelga de hambre así lo manifestó, era por algo más importante que un solo preso político que hoy con justicia logró la libertad, pero hasta aquí todo muy bien, pero y dónde queda RICHARD BLANCO, DONDE QUEDAN LOS 11 EMPLEADOS DE LA ALCALDIA METROPOLITANA, DONDE QUEDA MARACAO, no amigos me disculpan si hiero susceptibilidades o les aguo la fiesta a alguien, pero esto no puede ser, pero es que hay algo peor, donde quedó la solicitud de que el régimen permitiese la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a Venezuela, ah?, la cambiaron por una visita de ellos a la OEA en Washington, y me pregunto, carajo será que los Derechos Humanos nos los violan allá?

Etcétera.

Por supuesto, Antonio Ledezma también hizo publicitado turismo opositor de visita a la OEA en Washington, y suspendió su propia huelga de hambre sin que el caso de Richard Blanco o el de los once empleados de la Alcaldía Metropolitana, por los que ahora se fustiga a los estudiantes, estuvieran resueltos. A pesar de sus lamentaciones, Nieto concluye (esta vez sin correcciones): “Pero animo Venezuela, la lucha continua, los Julio, al igual que los valientes de otras anteriores huelgas jamás se dan por vencidos, y ahora es cuando la lucha continua, pero eso si y esto jamás lo olviden: LAS GRANDES HUELGAS DE HAMBRE COMO LAS DE GHANDI, Y OTRAS JAMAS TUVIERON ESTE TRISTE FINAL”.

Se dice que los residuos atávicos de Acción Democrática ven ahora en Antonio Ledezma a su propio candidato presidencial en 2012. Es sabido que, antes de fundar Alianza Bravo Pueblo y destacarse en la prédica abstencionista del “Comando Nacional de la Resistencia”, Ledezma era militante adeco.

¿Será que nos merecemos a Chávez? ¿Chávez forever?

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Desde una óptica distinta, sin embargo, estas cosas que parecen horribles pueden ser entendidas como manifestaciones diversas de una sola preocupación: la lucha contra la dominación de Hugo Chávez. Si pueden estar esas y otras iniciativas equivocadas, de todos modos revelan una actitud generalizada que procura expresarse en acción, no quedarse con los brazos cruzados.

Las iniciativas, por otra parte, no son exclusivas de los espacios partidistas. En una miríada de puntos del país una angustiada creatividad busca salidas y soluciones. Por ejemplo, los hermanos Vladimir y Rodrigo León han descubierto una ingeniosa fórmula para arribar a postulaciones con apoyo mayoritario a la Asamblea Nacional: que cada partido u organización de la “sociedad civil” confeccione planchas con candidatos a presentar en unas elecciones primarias, cuyos votantes pueden componer la suya propia combinando nombres de una y de otra. Si el estado X tuviera para elegir a doce diputados, cada organización postulante—una treintena, tal vez—presentaría una plancha con doce nombres, y los participantes en las primarias opositoras del estado en cuestión compondrían por su lado sus listas personales. Un programa de computación desenredaría la madeja con ayuda del método D’Hondt y restituiría la representación proporcional que la Ley Orgánica de Procesos Electorales ha debilitado gravemente, al menos para la selección de los candidatos opositores.

Así como la Fórmula León, hay muchas ideas que carecen de espacio para ser analizadas y debatidas, un espacio capaz de crear foco y orden a partir de la cacofonía de la oposición. La Mesa de la Unidad no es, obviamente, ese espacio, pero pudiera ella propiciar el establecimiento de una “Asamblea Democrática”—siglas: A. D.—a la que pudiera llevarse ideas como la descrita u otra cualquiera de mayor gravedad aún. Por ejemplo, la proposición de construir una nueva organización política, en vista del agotamiento práctico, o aun extinción, de los canales partidistas tradicionales.

Bastante ha tardado en emerger el todavía incipiente consenso acerca de la conveniencia de una organización política “de código genético distinto” del que determina la conducta de los partidos conocidos. En innumerables ocasiones se ha tocado el tema en esta publicación. He aquí una típica (Carta Semanal #69 de doctorpolítico, 15 de enero de 2004):

En febrero de 1985, luego de largos meses de trabajo y análisis, fue posible arribar en Venezuela al diseño general de un tipo de asociación política caracterizado por un código genético diferente al de un partido convencional. Subyacía al análisis un diagnóstico de insuficiencia política de los actores políticos tradicionales, y se ubicaba la etiología de esa condición en una “esclerosis paradigmática” de esos actores. Esto es, que no ya la negatividad de tales actores (la idea de que serían intencionalmente nocivos o de que la actividad política es de suyo una praxis “sucia”), sino la insuficiencia de su positividad en razón de que operaban dentro de marcos conceptuales obsoletos, era la causa del deplorable desempeño de nuestro Estado, de nuestras instituciones y de los actores políticos predominantes. Creía tenerse claro para entonces que se requería toda una sustitución de paradigmas y la emergencia de un vehículo asociativo nuevo, que dejara atrás los vicios de constitución que fuerzan a los partidos convencionales, independientemente de la buena voluntad de sus integrantes y dirigentes, a un desempeño insuficiente.

Así, se planteaba en un “documento base” de esta nueva asociación cosas como las siguientes: “Intervenir la sociedad con la intención de moldearla involucra una responsabilidad bastante grande, una responsabilidad muy grave. Por tal razón, ¿qué justificaría la constitución de una nueva asociación política en Venezuela? ¿Qué la justificaría en cualquier parte? Una insuficiencia de los actores políticos tradicionales sería parte de la justificación si esos actores estuvieran incapacitados para cambiar lo que es necesario cambiar. Y que ésta es la situación de los actores políticos tradicionales es justamente la afirmación que hacemos”. Y más adelante especificaba: “No basta, sin embargo, para justificar la aparición de una nueva asociación política la más contundente descalificación de las asociaciones existentes. La nueva asociación debe ser expresión ella misma de una nueva forma de entender y hacer la política y debe estar en capacidad de demostrar que sí propone soluciones que escapan a la descalificación que se ha hecho de las otras opciones. En suma, debe ser capaz de proponer soluciones reales, pertinentes y factibles a los problemas verdaderos”.

Hace casi 20 años, por consiguiente, ya algunas cabezas interesadas en el proceso político nacional veían muy difícil una metamorfosis de los partidos que les permitiera ser portadores de un nuevo paradigma acerca de la Política, distinto del prevaleciente enfoque “realista” o de Realpolitik. Habiendo generado un diseño consecuente con el diagnóstico y el análisis, habiendo tenido éxito en formular un paradigma alterno, experimentaron no obstante todo género de dificultades para constituir la asociación. El experimento era visto como excesivamente romántico.

A las alturas de septiembre de 2004, en cambio, es posible que ya sea más que evidente que la insuficiencia del viejo modo de hacer política, vistos los resultados de un gobierno irresponsable y arrogantemente “revolucionario” y de una oposición insustancial e incompetente, implique la necesidad de construir e impulsar nuevos cauces para la expresión de vocaciones públicas.

La cosa, pues, no es nueva. Es asunto largamente pensado.

Ahora bien, comoquiera que la necesidad de la nueva organización ha aflorado en más de una cabeza venezolana, y dado que algunos—Leopoldo López, por caso—tienen un concepto más o menos aterrizado de lo que pudiera ser, convendría contar con un espacio en el que todas las versiones imaginadas sean cotejadas en licitación política. Conviene hacer su contraste como proposiciones de conjunto, una contra la otra. Acá se sugirió el 28 de agosto de 2003 (Carta Semanal #51):

Si el Ministerio de Sanidad se encontrase ante la necesidad de construir un nuevo hospital público, seguramente no convocaría a una masiva reunión de arquitectos, médicos, pacientes, enfermeros, administradores de salud, a celebrarse en un gran espacio como el Parque del Este para que, “participativamente”, se pusieran de acuerdo sobre el diseño del hospital.

En cambio, determinaría como primera cosa, técnicamente, los criterios de diseño: debe ser un hospital para 1.500 camas, debe cubrir las especialidades tales y cuales, no debe pasar de un costo de tanto, etcétera.

Una vez con tales criterios en mano, procedería a llamar a licitación a unas cuantas oficinas de arquitectura demostradamente capaces. Las oficinas de arquitectos que participaran en la licitación desarrollarían, cada una por su lado, un proyecto completo y coherente. No serían admitidas, por ejemplo, proposiciones que sólo diseñaran la sala de partos o la admisión de emergencias. Cada oficina tendría que presentar un proyecto completo. Sólo así podrían competir, la una contra la otra, en una licitación que contrastaría una proposición coherente y de conjunto contra otras equivalentes.

¿Cuáles pudieran ser, en este caso, los criterios de diseño que guiaran a los licitantes? A juicio de esta publicación debieran ser los siguientes: 1. la organización no debe ser un partido político convencional definido por una ideología, ni nacer para oponerse o desplazar a los partidos; debe regirse, en cambio, por una metodología y deberán poder pertenecer a ella miembros de partidos; 2. la organización no debe serlo de organizaciones, sino de ciudadanos; 3. la organización no debe definirse como instrumento de la “comunidad opositora”, y su apelación universal debe ayudar a subsanar el problema de un país dividido.

Así que los arquitectos que propugnan una nueva organización política—Leopoldo López, por ejemplo—que participen en la licitación política abierta y pública aquí propuesta, en vez de promover su proyecto en arreglo de cogollos o mandarinatos. Esto es, si es que esa cosa de la unidad tiene algún valor. De lo contrario, que cada quien siga su rumbo.

luis enrique ALCALÁ

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