Kevin Kelly es autor de dos libros concernientes al nuevo mundo en el que entramos. Son lectura estimulante, y seguramente debatible. En Out of Control (The New Biology of Machines, Social Systems and the Economic World, 1994), Kelly reporta el intrincado panorama que contempla, y que comenzara a ver cuando fue editor del interesantísimo Whole Earth Catalogue (1968-1972), publicación señera de la contracultura norteamericana de la época y que Steve Jobs considerase predecesora conceptual de la World Wide Web. (Kelly se convirtió en pensador de gran influencia, potenciado por la revista impresa y online que fundó: Wired Magazine). Luego vino New Rules for the New Economy: 10 Radical Strategies for a Connected World (1999). Tanto Out of Control como New Rules se encuentran gratuitamente íntegros en Internet.
Para esta nueva ficha se ha seleccionado, del último capítulo de Out of Control, Las Nueve Leyes de Dios, una sugestiva recopilación de los principios de operación característicos de los sistemas complejos viables. (Traducción de DoctorPolítico). La palabra recopilación es adecuada; Kelly es menos un pensador original que un recopilador y divulgador del desarrollo reciente en sistemas cibernéticos (inteligencia artificial, robótica), aunque son de su propia cosecha conexiones sorprendentes. Algunos de los conceptos, pues, no son tan nuevos. Por ejemplo, la séptima de las “leyes de Dios” aconseja desconfiar de lo óptimo. Pues bien, en julio de 1972, vino Yehezkel Dror por primera vez a Venezuela a dictar un Taller para Tomadores de Decisiones de Alto Nivel. Su presencia causó tanta curiosidad, que sesiones informales con el maestro de las Policy Sciences tendieron a proliferar antes de que partiera. Una de ellas se celebró en la casa de Gustavo Vollmer Herrera, y allí Dror, como un dios cualquiera, legisló precisamente buscar lo preferible en lugar de lo óptimo. Ricardo Zuloaga le informó, entonces, que el mismo principio compone desde hace mucho tiempo el refranero castellano, que dice: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”.
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(Quien quiera leer en español un poco más acerca de las ideas de Kevin Kelly, puede consultar en este blog las Fichas Semanales #90 y #255, del 21 de marzo de 2006 y el 18 de agosto de 2009, respectivamente).
LEA
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Las 9 leyes de Dios
Distribuye el ser. El espíritu de una colmena, la conducta de una economía, el pensamiento de un supercomputador, y la vida en mí están distribuidos en una multitud de unidades menores (las que en sí mismas pueden ser distribuciones). Cuando la adición de las partes puede sumar más que las partes, entonces ese ser extra (ese algo que proviene de la nada) está distribuido entre las partes. Cuando quiera que hallamos algo proveniente de la nada, lo encontramos surgiendo de un campo de muchas piezas pequeñas en interacción. Todos los misterios que creemos más interesantes—la vida, la inteligencia, la evolución—se encuentran en el suelo de grandes sistemas distribuidos.
Controla de abajo hacia arriba. Cuando todo está conectado con todo en una red distribuida, todo ocurre a la vez. Cuando todo sucede a la vez, problemas amplios que se mueven con rapidez simplemente rebasan cualquier autoridad central. Por tanto, la gobernanza del conjunto debe surgir de los más humildes actos interdependientes realizados localmente, y no de un comando central. Una turba puede dirigirse a sí misma, y en el territorio del cambio rápido, masivo y heterogéneo, sólo una turba puede dirigir. Para obtener algo de nada, el control debe descansar en la base dentro de la simplicidad.
Cultiva rendimientos crecientes. Cada vez que usamos una idea, un lenguaje o una destreza, la fortalecemos, la reforzamos y la hacemos más probable de ser empleada de nuevo. Esto es lo que conocemos como retroalimentación positiva o efecto de bola de nieve. El éxito procrea éxito. En los Evangelios, se encuentra este principio de dinámica social: “A aquellos que tienen, más se les dará”. Cualquier cosa que altere su ambiente para aumentar la producción de sí mismo, está jugando el juego de los rendimientos crecientes. Y todo gran sistema sostenible juega ese mismo juego. La ley opera en la economía, en la biología, en la ciencia de la computación y en la psicología humana. La vida en la Tierra altera a la Tierra para obtener más vida. La confianza construye confianza. El orden genera más orden. Los que tienen, obtienen.
Crece por acreción. El único modo de hacer un sistema complejo que funcione es comenzar por un sistema simple que funcione. Los intentos de instalar una organización altamente compleja—tal como la inteligencia o una economía de mercado—, sin criarla, conducirá inevitablemente al fracaso. El ensamblaje de una pradera toma tiempo, aun cuando se tenga todas las piezas. Se necesita tiempo para dejar que cada componente se pruebe a sí mismo contra los otros. Se crea la complejidad, por tanto, ensamblándola incrementalmente a partir de módulos simples que pueden operar independientemente.
Maximiza las fronteras. La creación del mundo está en la heterogeneidad. Una entidad uniforme debe adaptarse al mundo con revoluciones ocasionales que estremecen la tierra, una de las cuales la matará con seguridad. Por otro lado, una entidad diversa, heterogénea, puede adaptarse al mundo en una miríada de mini-revoluciones diarias, permaneciendo en un estado de agitación permanente pero nunca fatal. La diversidad favorece los bordes remotos, las afueras, las esquinas escondidas, los momentos de caos y las aglomeraciones aisladas. En los modelos económicos, ecológicos, evolutivos e institucionales, una sana frontera acelera la adaptación, aumenta la capacidad de recuperación y es, casi siempre, la fuente de las innovaciones.
Honra tus errores. Un buen truco sólo funcionará un cierto tiempo, hasta que todo el mundo lo esté haciendo. Avanzar a partir de lo ordinario requiere un juego nuevo o un nuevo territorio. Pero el proceso de salir fuera del método, juego o territorio convencionales es indistinguible del error. Aun el acto más brillante del genio humano es, a fin de cuentas, un acto de ensayo y error. “Ser un error y ser desterrado es parte del diseño de Dios”, escribió el visionario poeta William Blake. El error, azaroso o deliberado, debe convertirse en parte integral de cualquier proceso de creación. La evolución puede ser pensada como una gestión sistemática del error.
No procures óptimos; ten objetivos múltiples. Las máquinas simples pueden ser eficientes; no así la maquinaria compleja adaptativa. Una estructura compleja tiene muchos señores, y ninguno de ellos puede ser servido en exclusividad. Antes que luchar por la optimización de alguna función, un sistema grande podrá sobrevivir sólo satisfaciendo (consiguiendo algo suficientemente bueno) a una multitud de funciones. Por ejemplo, un sistema adaptativo debe transar entre la explotación de una ruta conocida de éxito (la optimización de una estrategia vigente) y la distracción de recursos para explorar nuevas rutas (y por ende perder energía en la búsqueda de métodos menos eficientes). Tan vasta es la mezcla de los impulsos de una entidad compleja, que es imposible desentrañar las verdaderas causas de su supervivencia. La supervivencia es una meta de múltiples puntas. La mayoría de los organismos tiene tantas puntas que bruscas variaciones terminan funcionando, más que versiones precisas de proteínas, genes y órganos. Al crear algo de la nada, olvida la elegancia; si funciona es hermoso.
Busca el desequilibrio permanente. Ni la constancia ni el cambio incesante soportan la creación. Una buena creación, como el jazz, debe balancear una fórmula estable con frecuentes notas inarmónicas. El equilibrio es la muerte. No obstante, a menos que un sistema se estabilice en un punto de equilibrio, no sería mucho mejor que una explosión súbita y la muerte. Una Nada, por consiguiente, es a la vez equilibrio y desequilibrio. Un Algo es el desequilibrio persistente—un estado continuo de surfing para siempre en el borde, sin detenerse y sin caer. Alojado en ese umbral líquido reside el santo grial de la creación y la búsqueda de todos los dioses aficionados.
Cambia al mismo cambio. El cambio puede ser estructurado. Es esto lo que los grandes sistemas complejos hacen: coordinar el cambio. Cuando se construye sistemas extremadamente grandes a partir de sistemas complicados, entonces cada sistema comienza a influir y, en último término, a cambiar la organización de los otros sistemas. Es decir, si las reglas del juego se componen de abajo hacia arriba, es entonces probable que las fuerzas interactuantes del nivel inferior alterarán las reglas a medida que el juego progresa. Con el tiempo, las mismas reglas del cambio cambiarán. La evolución, en su significado cotidiano, tiene que ver con cómo una entidad cambia en el tiempo. Una evolución más profunda, como pudiera definirse formalmente, trata acerca de cómo las reglas del cambio de entidades en el tiempo cambian ellas mismas con el tiempo. Para obtener lo máximo a partir de la nada, uno necesita tener reglas autocambiantes.
Kevin Kelly
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