Ésta es la primera entrada de una serie de breves lecciones sobre los principios de la Política Clínica. Es el punto de vista asumido explícitamente por el suscrito desde 1984, y la aproximación que ha guiado las publicaciones de doctorpolítico. Entre los servicios que se anunciará prontamente en este blog, se encuentra un curso formal de Introducción a la Política Clínica, a ofrecer en varias ciudades del país.
(Aquí en archivo de audio):
____________________________
político, ca. 7. f. Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.
clínico, ca. 1. adj. Perteneciente o relativo al ejercicio práctico de la medicina basado en la observación directa de los pacientes y en su tratamiento.
Diccionario de la Real Academia Española
………
Política Clínica (1)
Esencialmente, la Política Clínica es la práctica de la Política como un arte de carácter médico. De tan simple postulación, se desprende una buena cantidad de consecuencias.
Primero que nada, que la Política no es una ciencia; es un arte, un oficio, una ocupación, un métier, como la Medicina o la Ingeniería, que tampoco son ciencias, y mucho menos es la Política una ciencia deductiva, como la Geometría. (En un viejo y erróneo concepto, la Política se derivaría, como un teorema, a partir de primeros principios: las ideologías). Hay ciencias médicas, por supuesto—la Anatomía y la Histología, la Fisiología y la Fisiopatología, la Bioquímica y la Biofísica—, como se habla de “las ciencias de la Ingeniería” (Matemática, Física, Ciencia de los Materiales). Pero el médico y el ingeniero no son investigadores que contestan preguntas y expanden el campo del conocimiento teórico; son profesionales que resuelven problemas, son practicantes de un arte. Porque quieren ejercerlo responsablemente, buscan el auxilio de la ciencia, el modo más riguroso y serio de obtener conocimiento.
El arte de la Política es el de resolver problemas de carácter público. Muchos problemas humanos, la gran mayoría, encuentran solución en el intercambio privado: las interacciones de personas individuales que componen el reino del Derecho Civil o Mercantil. Otros adquieren una dimensión que escapa a esa capacidad de la interacción privada y afectan a grandes contingentes de personas, a pueblos enteros, incluso al mundo todo. Entonces se hacen necesarias las instancias que puedan tramitarlos, entenderlos y resolverlos: las instituciones públicas.
El diseño, la invención de las instituciones y su operación—mediante “las políticas”, ahora en plural—para resolver los problemas públicos, es la médula del arte de la Política. Ninguna otra cosa que la solución a esta clase de problemas justifica a los actores públicos: partidos y líderes, instituciones y ministros, estados y gobernantes. Es para eso, y solamente para eso, que las sociedades constituyen estados; ninguno se justifica sino por eso.
Por consiguiente, los dirigentes de los estados no son los jefes de los pueblos o sociedades; son quienes comandan un aparato institucional que resuelve problemas públicos, los que aquejan a las sociedades, a los pueblos. Un médico no es el jefe de sus pacientes; es su servidor, su consejero. LEA
_____________________________________
Jamás me lo habría planteado así, este blog suyo hay que difundirlo, gracias y felicitaciones.
Piénselo así, Nayibe: sólo porque usted se ocupa de otras cosas. Estoy seguro de que usted me enseñaría cosas que nunca he imaginado. Es cuando hacemos «co-inteligencia» que podemos con todo. En la Carta Semanal #250 de doctorpolítico encontrará esto: «También hay un Co-Intelligence Institute, que define su materia así: “El término ‘co-inteligencia’ se refiere a una forma compartida, integrada de inteligencia que encontramos en nosotros y a nuestro alrededor cuando estamos vivos más vibrantemente. También se encuentra en las culturas que se sostienen armoniosamente con la naturaleza y el vecino. La co-inteligencia se manifiesta cuando quiera que reunimos nuestras inteligencias personales para producir resultados que son más perspicaces y poderosos que la suma de nuestras perspectivas individuales’. Esto es, la co-inteligencia es más que nuestras inteligencias individuales, pero no puede existir sin ellas».
Considere, por favor, este blog como suyo, y traiga su apreciada inteligencia a él. Muchas gracias por su generosa evaluación.
Brillante y muy encomiable, la forma y tratamiento humilde de algo maravilloso.
Gracias, José. En lo que usted destaca hay un asunto crucial: el político debe ser modesto. Permítame abundar sobre el asunto.
Primero, un fragmento de un texto que compuse en febrero de 1985: «Ese nuevo actor político, pues, requiere una valentía diferente a la que el actor político tradicional ha estimado necesaria. El actor político tradicional parte del principio de que debe exhibirse como un ser inerrante, como alguien que nunca se ha equivocado, pues sostiene que eso es exigencia de un pueblo que sólo valoraría la prepotencia. El nuevo actor político, en cambio, tiene la valentía y la honestidad intelectual de fundar sus cimientos sobre la realidad de la falibilidad humana. Por eso no teme a la crítica sino que la busca y la consagra».
Diez años más tarde compuse—y juré públicamente cumplir—un Código de Ética para la Política. Una de sus estipulaciones dice: «No dejaré de aprender lo que sea necesario para el mejor ejercicio del arte de la Política, y no pretenderé jamás que lo conozco completo y que no hay asuntos en los que otras opiniones sean más calificadas que las mías». También: «Reconoceré, según mi conocimiento y en todo momento, la precedencia de aquellos que hayan interpretado antes que yo o hayan recomendado antes que yo aquello que yo ofrezca como interpretación o recomendación, y estaré agradecido a aquellos que me enseñen del arte de la Política y procuraré corresponderles del mismo modo».
Luego, el médico más encumbrado y docto sabe que el cuerpo humano es mejor médico que él. No hay hospital en el mundo, no hay escuela de Medicina que supere al sistema inmunológico humano en la potencia y finura de sus capacidades curativas. Del mismo modo, el político debiera admirar y respetar la sabiduría del cuerpo político: su nación.
Por último, en 1931 el checo Kurt Gödel lanzó un balde de agua fría sobre la pretensión del gran matemático David Hilbert: fundar todo el edificio de su ciencia sobre bases axiomáticas, deductivas. Gödel demostró, en dos teoremas fundamentales, que esa intención era misión imposible. Cualquier sistema matemático de riqueza equivalente o mayor que la de la aritmética común será ineludiblemente una de dos cosas: o incompleto o inconsistente. Si ésa es la condición de la Reina de las Ciencias ¿qué queda esperar de la Política, que no es sino un arte, asunto de opinión?
Le agradezco mucho su generoso comentario, y cordialmente le invito a leer acá Principal virtud y El político virtuoso, dos artículos que abundan sobre el importante tema. (En las Cartas Semanales #320 y #259 de doctorpolítico).
Hola, tuve el privilegio de ver el programa ese día por Globovisión. Quedé impactado por el aporte filosófico y didáctico que dio ese día. Como ciudadano Venezolano dejé de hacer política, porque hasta ese momento creí que la misma era la ciencia de la hipocresía, pero al escucharlo en casa, deseo ser desde hoy, un estudiante de Medicina Política; para aprender y ser en un futuro muy próximo, un Doctor, y así, ayudar desde la praxis y con la ayuda de la ciencia, a mi Venezuela bella. Un abrazo fraterno y respetuoso, hermano.
¡Cómo me alegra y anima su comentario, Orlando! Si este blog es capaz de estimular a personas como usted, a la reincorporación en el posiblemente hermoso y difícil trabajo político, siento que mi vida se justifica. Le ruego considere el espacio como suyo, y espero le sea de utilidad. Su crítica, por lo demás, será muy bienvenida. Como propusiera Karl Popper, el progreso del conocimiento serio es una secuencia de conjeturas y refutaciones. La Política como arte médico no puede, no debe, escapar a esa dinámica. Manténgase, por favor, en sintonía. Muchas gracias.