Ante las graves implicaciones del auto dictado en Madrid por el juez Eloy Velasco contra miembros de ETA y las FARC, en el que se señala la participación de Arturo Cubillas Fontán como coordinador de las relaciones entre ambas organizaciones desde Venezuela, la cancillería venezolana ha emitido un comunicado por el que repudia las insinuaciones del juez. El comunicado expone que en el auto dictado por Velasco “se hacen [sic] señalamientos inaceptables, de naturaleza y motivación política, sobre el gobierno venezolano”.
¿Cómo pudiera haber escapado el juez Velasco a la naturaleza “política” de planes de magnicidio terrorista? ¿Debió haber calificado esas maquinaciones como económicas, culturales o deportivas? Luego, ¿qué clase de dispositivos de alta tecnología le permiten afirmar a nuestra cancillería que la motivación del tribunal español, con expresas funciones de procesamiento penal, es de carácter político? ¿Qué nuevos aparatos—iraníes, bielorrusos, cubanos o zimbabwenses—, desconocidos para la CIA y el Mossad, le permiten a Nicolás Maduro penetrar el cerebro de Eloy Velasco y determinar qué cosas le motivan?
El comunicado de la cancillería venezolana dice que “el juez se toma la molestia de referirse reiteradamente y de manera irrespetuosa al Presidente de los venezolanos, Hugo Chávez, haciendo señalamientos tan tendenciosos como infundados acerca del gobierno bolivariano”. El auto en cuestión repite una sola vez, por razones de técnica legal, una única afirmación respecto de Hugo Chávez, al mencionar a Cubillas Fontán en conexión con las FARC. Dice que este caballero ingresó, en efecto, el 28 de mayo de 1989 a Venezuela (durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez), “donde se cree policialmente que se encuentra en la actualidad, habiéndose casado en 1990 con la venezolana Goizeder Odriozola Lataillade (quien ha ostentado cargos públicos en el Gobierno de Venezuela desde que en febrero de 1999 Hugo Chávez accedió a su presidencia, como el de Directora de Relaciones Institucionales del Ministerio del Poder Popular para el Deporte que tiene desde enero de 2007) y donde en octubre de 2005 fue nombrado Director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela, siendo responsable del colectivo de ETA en esa zona de América desde el año 1999, encargándose de coordinar las relaciones con las FARC”.
¿Constituye un irrespeto al Presidente de la República afirmar que accedió a su cargo en febrero de 1999, que es la única aseveración que sobre él se hace? El asunto pudiera quedar saldado de modo muy sencillo. Le bastaría al madurito gobierno nacional demostrar que Cubillas Fontán jamás ha desempeñado cargo público alguno en Venezuela, al menos desde que el presidente Chávez—que se nos perdone el irrespeto—asumiera sus atribuciones el 2 de febrero de 1999. Tal cosa asolaría, por “tendenciosos” e “infundados”, los señalamientos de Eloy Velasco.
Claro que para eso tendría que demostrar la inexistencia de la Gaceta Oficial Nº 38.297, del 20 de octubre de 2005, en la que consta el nombramiento descrito por el juez Velasco. Abajo, una imagen de la primera página de ese número de la Gaceta. En la columna izquierda, correspondiente al inicio del Sumario, se lee como segunda resolución del Ministerio de Agricultura y Tierras: Resolución por la cual se designa al ciudadano Arturo José Cubillas Fontán, Director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios. Es la Imprenta Nacional el órgano que ha irrespetado al Presidente de la República con señalamientos tendenciosos, aunque no infundados. LEA
El hallazgo del número preciso de la Gaceta Oficial con el nombramiento de Arturo Cubillas lo debemos a Guillermo Artiles, lector del blog, quien nos hizo llegar el facsímil de su primera página y nos ha autorizado a identificarlo (antes habíamos mantenido su nombre en reserva). Le debe este blog un mundo.
Ayer leí, por pura casualidad, acerca de un profesor de Filosofía que puso como examen final a sus alumnos una sola cuestión: demostrar, a partir de las nociones aprendidas en la clase, que la silla en la que estaba sentado no existía. Prácticamente todos los alumnos usaron la hora y media concedida a los alumnos para contestar (uno llegó a escribir treinta páginas), pero quien obtuvo la más alta calificación fue uno que resolvió el asunto en menos de un minuto. En la hoja de examen escribió solamente: «¿Cuál silla?»
Es técnica filosófica recomendable al gobierno Chávez-Maduro: «¿Cuál gaceta?»
Pues según las declaraciones del Canciller y el contenido de la Gaceta Oficial, el Juez debió calificar esas maquinaciones como ¿agrarias…?