En otra parte he referido la anécdota de la primera vez que estuve en presencia de José Antonio Abreu (diciembre de 1962), para escucharle una conferencia en materia económica cuyo contenido he olvidado del todo. Lo que no olvidaré nunca es la fuerte impresión que me produjo la articulación perfecta de sus palabras, tan exacta que, si se hubieran transcrito, quien las escribiera habría sentido sin equivocarse dónde debía marcar los signos de puntuación. Supe que su cerebro estaba mejor organizado que el mío.
El Maestro José Antonio Abreu no ha perdido esa facultad, pero ahora la ha llenado con un sentido profundo de vida y sabiduría. Esto es evidente en el discurso que puede verse y escucharse en el video (mayormente en castellano) al final de esta nota, tomado del extraordinario programa TED (Technology, Entertainment, Design), que le concedió uno de los numerosos premios que su impar labor de civilizador y político bueno le han merecido: su Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles.
Nada mejor que escucharlo hoy, Domingo de Resurrección. ¡Cómo es de diferente su discurso al del odio destructor y disolvente! ¡Cómo es de excelente comparado con los que prevalecen en nuestra política mediocre! ¡Qué maravilla sería que un hombre así asumiera, aunque fuese por tiempo corto, las riendas de la República!
Nada más puede decirse. La palabra la tiene José Antonio Abreu. LEA
Para leer la traducción completa de artículo de Arthur Lubow, en el Magazine de The New York Times, sobre Gustavo Dudamel, José Antonio Abreu y «el Sistema», ver Director del Pueblo. Sobre ataques a sus personas ver Contra los necios (con bastantes comentarios) y el artículo más largo Conocimiento y opinión.
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¡Qué hermoso país fuera Venezuela si pudiéramos desterrar de sus instancias de poder público la idiosincracia del obstruccionismo y de la corrupción e instauráramos el pensamiento amplio, abierto y generoso que plantea el maestro Abreu en el modelo de «El Sistema»! ¡Eso sí sería una verdadera revolución! Me parece que la idea de proponer el nombre de José Antonio Abreu para conducir las riendas de la República aunque sea por un corto período de tiempo sería muy bien acogida por amplios y mayoritarios sectores de nuestra sociedad, ya que supone intrínsecamente no sólo la posibilidad de iniciar el camino de la reconciliación y de la superación de la exclusión ideológica a la que hemos estado sometidos los últimos años, sino también la posibilidad de emprender el camino del desarrollo profundo y verdadero que necesita nuestro pueblo y el país en general.
Veo que estamos muy de acuerdo, estimado Abelardo, y que usted expone la cosa con admirable concisión. Para un razonamiento completo que lleva a su conclusión, le invito cordialmente a leer Dictamen 2010 o escuchar la narración de su sección final en Tratamiento del chavoma. Y para disfrutar una sólida exposición extranjera sobre Dudamel, Abreu y El Sistema, encontrará la traducción completa de un artículo de Arthur Lubow, publicado por el Magazine de The New York Times en Director del Pueblo.
Le agradezco su participación en este blog, que le ruego considere suyo.
Muy buena su propuesta Sr. Alcalá, y sabemos que es muy probable que estemos ante la presencia del venezolano de mayor autoridad moral en la actualidad. Sin embargo, no hemos visto ningún tipo de participación ni pronunciamiento del Maestro Abreu en la vida política. Sabemos que el motivo es no poner en riesgo a los miles de niños y adolescentes que dependen del Sistema de Orquestas. Siendo realistas, ¿tendrá el Maestro Abreu la disposición e interés para aspirar a la Primera Magistratura? Otro factor en contra es la edad; tuve la oportunidad de verlo en persona y se ve mucho mayor de lo que se ve en televisión. Mucho le agradecería me diera su opinión, pues si esto es viable sería un hecho generador de mucha esperanza.
Gracias por su participación, Sr. Angulo, la que le estimaré sea frecuente, en vista de su claridad y tino.
Al término de Dictamen 2010 (entrada en este blog del 18 de diciembre de 2009, donde hice pública la proposición que poco antes había imaginado), estipulé lo siguiente:
Advertencia: quien escribe certifica que no conversa con José Antonio Abreu desde un mediodía de septiembre de 1974, cuando fuera invitado por él a almorzar en el restaurante Anatole, de San Bernardino. La consideración de su posible candidatura, concebida hace un poco más de un mes, ha sido conversada solamente con cinco personas cercanas al suscrito. Ninguna de ellas ha llevado la delicada idea al maestro Abreu.
En el mismo estudio describí una cierta secuencia terapéutica, centrada sobre un atrevimiento que la oposición burocrática ignora: la convocatoria de un referéndum sobre la conveniencia de un régimen socialista en el país, asunto que jamás ha sido consultado abiertamente al Pueblo. Estimo que esta posibilidad sería negada por muy suficiente mayoría, al apoyarme sobre la unanimidad de los estudios de opinión a este respecto. De darse un proceso de este tipo—que, por cierto, propuse con suficiente antelación en Parada de trote, del 23 de julio de 2009—, como puse en Dictamen 2010: «…la viabilidad política del régimen decrecería muy marcadamente, pues habría sido radicalmente desautorizado por el Poder Constituyente Originario, la verdadera Corona». Y de resolverse esa dinámica por la falta absoluta del Presidente de la República antes de febrero de 2011, la Constitución exigiría una nueva elección presidencial para completar el período de gobierno. (Después de esa fecha, el resto del período es cubierto por el Vicepresidente Ejecutivo). En ese caso, estaríamos ante una presidencia corta, y esto convendría por las limitaciones a la exigencia que el cargo impondría a alguien como Abreu, que no es persona joven, como usted señala justamente, ni tampoco goza de la mejor salud.
Pero Winston Churchill nació en 1874. Adolf Hitler nació en 1889. Cuando comenzó la II Guerra Mundial, en 1939, Hitler tenía 50 años; Churchill tenía 65. Cuando terminó, en 1945, Churchill ya tenía 71 años y Hitler 56. Hitler murió a esta edad; Churchill lo sobrevivió veinte años, hasta 1965, cuando murió de 91. ¿Será Chávez más cruel que Hitler? La inteligencia de Abreu es más moderna que la de Churchill, quien no conoció la Internet. Abreu tiene 70 años, uno menos que Churchill al término de la guerra que ganó. Chávez cumplirá 56 en unos meses, seis más que Hitler al comienzo de la guerra, de la misma edad que él cuando murió, derrotado.
Respecto de la posible disposición de Abreu a una cosa así, vuelvo a citar de Dictamen 2010: «Es la esperanza del facultativo que prescribe estos tratamientos que, llegado el momento crítico, trascendental, el maestro Abreu sepa aceptar el reclamo que muchos venezolanos le haríamos. Nadie como él tiene la oportunidad de reparar los graves daños inflingidos al país durante las últimas décadas, primero por una clase política incompetente y luego por la dominación chavista; nadie como él restituiría ante el mundo de manera tan instantánea el buen nombre del país».
Hay otro escenario por el que pudiese producirse una presión eficaz por la renuncia de Chávez: su derrota política el 26 de septiembre de este año, con una nueva Asamblea Nacional que estuviera mayoritariamente en su contra. Creo que eso es más difícil que el referéndum que propuse, pero no es enteramente imposible.
En cualquier caso, la figura del Vicepresidente Ejecutivo, que no estuvo disponible para el segundo período de Rafael Caldera—un presidente anciano (78 años al asumir) que pudo con la tarea a pesar de algunas equivocaciones de importancia—aliviaría mucho la carga de Abreu, una persona de enorme capacidad.
De modo, Sr. Angulo, que una candidatura de José Antonio Abreu no es idea peregrina. Medité largamente sobre la posibilidad antes de exponerla, como reclama la responsabilidad, primera virtud exigible al buen político. En 1995 compuse y juré cumplir un Código de Ética Política, cuyas tres primeras obligaciones rezan:
*Recomendaré o aplicaré, según sea el caso, sólo las acciones y cambios que entienda sean beneficiosos a las personas y a sus asociaciones, a menos que este beneficio particular implique perjuicio a la sociedad general o daño innecesario a otras personas o sus asociaciones, y jamás recomendaré o aplicaré nada que yo sepa sería dañino a las personas o asociaciones que pidan mi consejo o asistencia.
*Procuraré comunicar interpretaciones correctas del estado y evolución de la sociedad general, de modo que contribuya a que los miembros de esa sociedad puedan tener una conciencia más objetiva de su estado y sus posibilidades, y contradiré aquellas interpretaciones que considere inexactas y lesivas a la propia estima de la sociedad general y a la justa evaluación de sus miembros.
*Pondré a la disposición pública mis prescripciones para la salud de la sociedad general cuando su aplicación requiera la aprobación de los Electores de esa sociedad, y daré a cualquier Elector que me la pida mi opinión acerca del estado y progreso de su sociedad general.
De nuevo, gracias por sus muy pertinentes observaciones.